A. R.
Ciudad Real
‘La profesora Rosalba Scholasticus’ parece temible, pero “no es mala, es dura. Es, ante todo, una mujer marcada por una serie de hechos y circunstancias que han encauzado su vida” y le han provisto de un carácter “un tanto agrio”, asegura Laura María Escuela, encargada de dar vida a esta estricta maestra que, a punto de jubilarse y en la primera clase del nuevo curso académico, explica a los espectadores-alumnos las normas en su aula y su visión de la educación.
“A lo largo de los 60 minutos que dura la obra, la propia profesora va echando abajo los muros” que personalmente se ha puesto como autodefensa y muestra cómo es realmente, proceso que genera una “noria de emociones”, desde la animadversión por la rigidez de su comportamiento hasta la risa, la ternura e incluso la identificación, indica la actriz de la compañía tinerfeña Zálatta Teatro, que representó ayer la pieza en La Sensación, donde hoy, a las 22 horas, ofrecerá una nueva función.
“Todos hemos pasado por el sistema educativo, hemos tenido profesores buenos y malos”, y ha habido algunos que te marcan e incluso que te marcan el camino, aprecia Laura María Escuela, que resalta que esta obra es “un homenaje a los maestros y a los alumnos que hemos tenido profesores a los que no hemos terminado de entender su vida”, aunque, en realidad, la pieza ofrece una visión de la vida en general ya que “todo el mundo quiere ser querido y que le valoren”.
Amargada, tanto por una cuestión amorosa que no le salió del todo bien como por un sistema educativo en el que afecta la crisis de valores y en el que son más importantes los números que las personas, Rosalba reacciona aplicando a su trabajo educativo una férrea metodología, aunque “sabe que no quiere que sea así” ya que es una profesora vocacional. “En el fondo, es una persona que necesita ser querida y quiere que sus alumnos sean felices”, destaca la intérprete del texto de Rodrigo Rodríguez, Premio Nacional de Dramaturgia de Colombia, dirigida en el montaje por Telesforo Rodríguez.