Se trata de un libro con el propósito de enseñar caligrafía a sus coetáneos, pero ha trascendido este papel para convertirse en un retrato de la escuela de la época.
Blas Antonio de Ceballos de Jaramillo fue un calígrafo, maestro, escritor, grabador y militar que vivió en Madrid en el siglo XVII y que compuso una obra con un propósito inicial poco ambicioso: enseñar a escribir a sus colegas. Con el paso de los años, este manual se ha convertido en un “documento histórico de vital importancia para conocer el desarrollo de la cultura escrita en nuestro país, y más especialmente el de la caligrafía”, según la Real Academia de la Historia.
Siguiendo los usos de la época, la obra se publicó en 1692 con el descriptivo título de ‘Libro histórico y moral, sobre el origen y excelencias del nobilíssimo arte de leer, escrivir y contar, y su enseñança. Perfecta instrucción para educar a la jubentud en virtud y letras. Santos y maestros insignes que han executado la enseñança de los primeros rudimentos’.
Trescientos treinta y dos años después, el tratado vuelve a ponerse de actualidad gracias a la edición crítica que firma Salido López, quien incide en la originalidad de una obra que retrata la vida de los maestros de la época y, paralelamente, de la forma de enseñar a finales del siglo XVII, de la intrahistoria de las aulas.
La obra se presentó en un acto celebrado en el Aula Magna de la Facultad de Letras de Ciudad Real en el que, además del autor, participaron el rector, Julián Garde; el vicerrector de Cultura, Deporte y Responsabilidad Social, César Sánchez Meléndez; y el también profesor de la UCLM Juan José Pastor, entre otros/as.
Coeditada por las universidades de Castilla-La Mancha y de Salamanca, la obra ha adaptado el título original al más sencillo (aunque no menos descriptivo) ‘Libro histórico y moral sobre el origen y excelencias del nobilísimo arte de leer, escribir y contar y su enseñanza’, y está disponible en las principales librerías y plataformas. Tal y como explica el propio Salido López, el libro “es una rareza entre los tratados caligráficos compuestos en España durante los siglos XVI y XVII”, una “curiosa miscelánea con aires costumbristas en muchos capítulos que da interesantes pistas de lo que fue la vida del maestro en el Madrid de finales del siglo XVII y de los principios pedagógicos de la época, dos aspectos muy importantes para trazar la historia de la educación española”.