La película de Liz Lobato, que recibió tres distinciones en Málaga y acaba de ser reconocida en el Festival de Cine de Madrid, la rodaron en la localidad toledana de Villacañas como un proyecto de cine “colaborativo, comunitario. La gente del pueblo ha albergado a los actores y técnicos, nos han prestado las localizaciones, atrezzo, regalado su tiempo, hecho la comida, llevado y traído. La hemos hecho todos juntos”, destacó la directora y guionista de este film que “habla de las expulsiones en el medio rural”.
En la apertura de la Sección Oficial de Fecicam este miércoles en el Quijano, Lobato indicó que cuando empezó a escribir el guión en 2008 no sabía que sucedían estas cosas en España como la de expulsar a un pueblo entero por unos intereses económicos, pero el mismo fin de semana del estreno del film en julio 2023 se enteró de la celebración de una manifestación pacífica porque estaban expulsando a un pueblo de Segovia pos intereses relacionados con la minería. “Esas expulsiones en el medio rural existen y no las vemos porque nadie nos las cuenta. Todo lo que pasa en la película no sale del pueblo”, apuntó la realizadora, para quien es una película que busca “hablar de los silencios”.
Con un halo de surrealismo la película e incluso calificada como sucesora de ‘Amanece que no es poco’ de Cuerda, Lobato evidenció que “todos bebemos de lo mismo” y ésta “es una tierra muy dura donde para sobrevivir hay que pasar por encima de lo real”.
Sobre el trabajo de Saturnino García, Lobato aseguró que “hace un papel maravilloso, con una fuerza, una humildad y un agarrarse a la tierra impresionantes, así como con falta de literalidad. Hace de mujer, nadie nos dice por qué se llama Rosario. Así es la vida, no es literal, no es de una dimensión, hay muchas dimensiones en la vida”, resumió.
Es “un personaje de ficción. No se trataba de hacer toda una mujercita o mujerzona, sino de encarnar, poner carne, poner la poesía que necesitaba que es como decir espíritu, porque la poesía es lo más cerca del espíritu”, afirmó el actor leonés, que está a punto de cumplir noventa años, residente en Soto del Real y con estrechos lazos con Almagro.
A la proyección, también acudieron tres vecinos de Villacañas que participan en la película como Maruja López, que hace de la rica del pueblo y a quien le desagrada tener que reubicarse en un silo bajo tierra; Juani Raboso, que interpreta a una monja que cuida de los ancianos; y Carlos Zaragoza duro, el mafioso que compra el pueblo y echa a sus habitantes para hacer en el territorio lo que le dé la gana.