J. Y.
Ciudad Real
Como en cada escenario donde actúa en los últimos meses, Melendi triunfó en Ciudad Real ante cerca de 5.000 personas, un público entregado que coreó los temas de este mediático músico, ahora reclamado en celebraciones festivas de todo el país.
Presentó un espectáculo solvente con un cuadro de músicos veteranos en la discografía del cantautor asturiano, que vendieron su pop rock rumbero sin complejos pero sin rastro de su legendaria rebeldía.
Durante las casi dos horas que duró el concierto, el músico se mostró cómplice con la multitud de personas, que no paraban de airear su fidelidad por la música del autor de himnos como ‘Caminando por la vida’.
En este caso, tocaba lucir “Lágrimas desordenadas”, el último trabajo que supuso para el cantante un renacimiento vital y que marca, según sus propias declaraciones, una separación transcendental –no tanto en el estilo- de su anterior trayectoria personal.
Por ello, no sorprendió un bajo perfil de canalla en un vivo que abrió a las 00 horas de este lunes y que inició con temas como ‘Aprendiz de caballero’, ‘Piratas del bar Caribe’ y ‘Por amarte tanto’.
Y fue en este punto cuando se dirigió por primera vez al público con un ‘buenas noches Ciudad Real’ y con un agradecimiento colectivo “por haber elegido pasar dos horas” con su banda. Fuera de guiones provocativos, hasta hizo una reflexión sobre “los sentimientos que se tienen por los hijos”, una nobleza que él ha manifestado dedicando sendas canciones a los suyos.
Sin rastas y una imagen blanca literalmente (vestía un pantalón y una camiseta de este color) el concierto discurrió encandenando canciones ‘sin pausa pero sin prisa’ y con el entusiasmo de los miles de fans venidos de toda la comarca y de todas las edades, aunque principalmente había legiones de chicas que no paraban de ovacionarle.
También explotó su faceta más solidaria con ‘La tortura de Lyss” para denunciarla pederastia y ‘Cuestión de prioridades’ sobre la marginación, las guerras y inmigración ilegal.
Y acercándose a la primera hora de actuación recaló en una temática más frívola con ‘Autofotos’ referida a los “inteligibles gestos femeninos cuando un grupo de amigas se arregla para salir”, así como quiso reflexionar sobre “cómo yo era hace poco” poniendo intensidad con sus ritmos más instalados en el rock. La gente disfrutaba con “Loco de Melendi” y los recuerdos de sus vicios que le llevaban a estar “completamente loco, borracho y perdido” y con ‘De pequeño fue el coco’ para volver a revisar musicalmente sus debilidades y resurrección personal.
Mientras el auditorio La Granja explotaba, desengrasó con ‘Mi primer beso’ con la que se centró en el dolor “ancestral y primitivo de ahí abajo cuando un chico besa por primera vez a su chica”.
No dejó la locura y los sueños como estimulantes creativos para abordar ‘Calle La pantomima’, ‘Cierra los ojos’ y ‘Que el cielo me espere sentado’.
Abordó la última parte del concierto más fulgurante de la feria ciudarrealeña con la colaboración más absoluta del auditorio que ayudó a interpretar iconos radiofónicos como “Tu jardín con enanitos”, ‘Barbi de extrarradio’ y “Lagrimas desordenadas”.
En el último bloque y con los bises calculados hasta las dos horas homenajeó al grupo extremeño ‘Extremoduro’, paseó su vena más romántica con imágenes sensuales y con la música de ‘Con solo una sonrisa’ y ‘Canción de amor caducada’ para retomar la vena solidaria con ‘De repente desperté’ y reclamar la figura del anticonformista ‘Billy el pistolero’.