L. M.
Almagro
La inauguración el viernes del XIV Festival Iberoamericano de Teatro Contemporáneo (FITCA), en el Teatro Municipal de Almagro, fue todo un acontecimiento, con el público abarrotando el recinto y ovacionando el trabajo del grupo Micomicón que presentó Santa Perpetua, de Laila Ripoll.
Las palabras inaugurales estuvieron a cargo del director del Festival y del Celcit España, Luis Molina López, y el alcalde de Almagro, Luis Maldonado, acompañados por el concejal de Cultura, Genero Galán, el presidente del Ateneo de Almagro, José Antonio Prieto y el presidente de la Asociación para el Desarrollo del Campo de Calatrava, Miguel Ángel Valverde, quienes resaltaron la gran calidad de la programación y la consolidación de este evento otoñal que acerca el mejor teatro de las dos orillas del Atlántico.
Tras sus intervenciones comenzó Santa Perpetua, una nueva joya dramatúrgica de la prestigiosa escritora Laila Ripoll quien, con humor y un sarcasmo rozando el esperpento, hace un ejercicio de memoria histórica, produciendo una indescriptible emoción.
El texto reivindica el resarcimiento a las víctimas de la Guerra Civil, y nos refiere a las fosas comunes en las cunetas, a las más de cien mil víctimas que necesitan recuperar la dignidad de la memoria.
Divierte e impacta
La propuesta contiene reminiscencias de la estética de La Zaranda, pero también nos trae a Berlanga o Fellini, a García Márquez o Rulfo…, pero con el estilo propio de Laila Ripoll que ya pudimos ver en su ‘Atra Bilis’ o ‘Los niños perdidos’. Su nueva pieza divierte, impacta y conmueve.
La escenografía, muy expresiva, recrea un espacio de un viejo caserón de pueblo deteriorado por el tiempo muy apropiado para resaltar la profundidad del texto. Hay espacio para la emoción, el esperpento y la comicidad. Pero es más que una diversión. Como suele ocurrir en las obra de Laila Ripoll, Santa Perpetua puede enmarcarse en un teatro necesario, que nos hace compartir el dolor de quienes no logran obtener la justicia y el reconocimiento que merecen.
Excelentes son el vestuario, la iluminación y el sonido de un montaje en el que Marcos Léon está inconmensurable como Perpetua, un personaje despreciable que tapa sus crímenes ejerciendo de santa o santera, que sobrevive estafando a incautos creyentes, recibiendo parejas a las que bendice o curando enfermos, al tiempo que esconde su oscuro pasado.
Pacífico, el tonto, el engañado, al que no le permiten conocer la verdad; y Plácido, el leal y fiel servidor de ‘la Santa’, son los hermanos de Perpetua, magníficamente interpretados por Juan Ripoll y Manuel Agredano, que completan un esperpéntico trío que nos acerca a la España negra y profunda. Zoilo, que representa a las víctimas y ejerce el contrapunto, está sobriamente interpretado por Mariano Llorente. Su aparición desata uno de los trances de ‘la Santa’ que permite descubrir su naturaleza vil y criminal, su verdadera esencia.
El pellizco en el estómago es inevitable. ‘Santa Perpetua’ es teatro necesario y de gran altura, que deja una huella imborrable. Así lo reconoció el público que llenó el Teatro Municipal de Almagro.