El trayecto comienza en el siglo XXI, con una gran pantalla Led en el hall que enlaza imágenes de emblemáticas producciones escénicas del último cuarto de siglo, una de las asignaturas pendientes de la anterior exposición permanente, así como completar el recorrido por las últimas décadas del siglo XX, comentaron la directora del Museo, Isabel Patiño, y el comisario de la muestra, Ángel Martínez Roger.

De las más de 17.500 obras catalogadas de los amplísimos y muy diversos fondos del Museo, se han seleccionado 258 para esta nueva exposición permanente de carácter rotatorio, de manera que cada seis meses, por la naturaleza orgánica de muchas de las piezas como papel o tela, se irán reponiendo con nuevas obras de los depósitos, indicó Patiño, que animó a disfrutar de una travesía histórica por las artes escénicas que comienza en el presente y, a lo largo de quince salas, llega hasta los orígenes de la comedia y tragedia griegas.

Obras de significativos fondos incorporados en los últimos tiempos como los de Nuria Espert, Lluis Pasqual y Gerardo Vera, además de adquisiciones del propio museo y cesiones, han enriquecido este viaje que ha ganado en perspectivas y espacio expositivo gracias a la intervención de los arquitectos Jesús Donaire y María Milans, quienes han suprimido las escaleras que estaban en torno al gran cubo central, recuperando con ello dos grandes muros hacia los que se han abierto ventanas, de manera que el visitante puede “asomarse a una segunda epidermis desde cada sala para ver obra colgada fuera del cubo central”.

Cada una de las quince salas cuenta con vídeos de Álvaro Luna, ampliando en gran medida con estos audiovisuales la presencia de originales en la propuesta expositiva, Luis Miguel Cobo se ha encargado del espacio sonoro de los vídeos y salas, Juan Gómez Cornejo ha participado en la iluminación y Rosa García Andújar ha diseñado los nuevos uniformes del personal de sala.

“Los depósitos de este museo son riquísimos, conservan materiales que van desde el siglo XVII de la Cofradía de la Novena, con manuscritos de Calderón, hasta vídeos contemporáneos”, apuntó Martínez Roger, que resaltó que se ha querido rendir homenaje a grandes artistas que “son los que darán la cara y soportan en sus hombros, cerebros y corazones una dramaturgia importantísima que transita veinticinco siglos”, revisitada constantemente con lecturas contemporáneas a través de un arte efímero que, a su vez, “conlleva cómo somos, fuimos y volvemos a ser en cada generación y, por tanto, nos construye como ciudadanos e individuos”.

“Eso hemos querido potenciar: cómo, en este mundo cada vez más caótico y agresivo, el teatro siempre es un lugar de reflexión, cordura y esperanza porque es un sitio de pensamiento y disfrute”.
Tras el recibimiento con espectáculos del siglo XXI, la sala del siglo XX se divide en una parte sobre teatros nacionales y festivales de España tras la Guerra Civil y otra sobre el teatro independiente, y se exhiben dos maquetas fundamentales como las de ‘Marat-Sade’ de Francisco Nieva con la dirección de Adolfo Marsillach y ‘El Público’ de Lluis Pasqual con escenografía de Fabia Puigserver, correspondientes a “dos espectáculos emblemáticos que cambian para siempre la plástica escenográfica y la manera de entender la dramaturgia y puesta en escena de nuestro país”.

El cuadro de María Guerrero pintado por Daniel Vázquez Díaz, procedente del Reina Sofía, se encuentra entre las significativas cesiones a la muestra que conduce, posteriormente, a la Edad de Plata de la cultura española con obras relacionadas con los grandes autores de la generaciones del 98, 14 y 27, rescatando en esta nueva propuesta la obra de la destacada y a la vez injustamente olvidada escenógrafa y figurinista Victorina Durán.

Los ballets españoles, el teatro de variedades y el género frívolo no podían faltar y entre las nuevas obras en depósito, en la sección de los siglos XVIII y XIX, se hallan el retrato de la actriz Matilde Díez, del pintor Antonio María Esquivel y procedente del Prado, y ‘El último ensayo de un drama o El Bufón del Rey’, de Germán Álvarez de Algeciras, llegado desde el Palacio Real de Riofrío en Segovia.

La baraja española encontrada en el zaguán del Corral de Comedias en 1953 y datada de 1729, la maqueta del Teatro del Príncipe, el manuscrito de ‘El pleito matrimonial’ de Calderón y los distintos escenarios áureos con el legado de sus representaciones contemporáneas se pueden encontrar en un trayecto expositivo que prosigue en los autores prelopistas, las danzas de la muerte de la Edad Media y, entre otras singulares piezas, el gran tapiz que narra un capítulo de ‘La Iliada’ que estuvo en el palco real del Teatro Real, para adentrarse en la sala grecolatina en la que se puede presenciar una constelación de fragmentos de exitosas producciones.

Así mismo, a partir de una misma temática, mezclando cronologías, se han habilitado cuatro salas con originales propuestas de representación de la naturaleza, el fuego, el aire, el agua y la tierra y los animales, mostrando con ello la evolución de los diseños, escenografía, efectos y vestuario, para culminar la visita en el claustro con las máquinas históricas de efectos sonoros reconstruidas por Miguel Ángel Coso de, entre otros, tormenta, lluvia, viento, cascada y oleaje.
