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29 marzo 2024
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Un viaje único a las entrañas de Almadén

de
Mercedes Camacho / ALMADÉN
Son 45 metros de unos 500. Sólo 45 metros, pero suponen un impactante viaje en el tiempo que en el Parque Minero de Almadén lleva al visitante siglos atrás, a un Almadén que empezaba a formarse alrededor de su bien más preciado: el mercurio, el único metal que permanece líquido a temperatura ambiente y que en la antigüedad lo creían la "primera materia" de la que todos los metales estaban hechos.

Al salir del ascensor del pozo de San Teodoro -ambientado de forma similar a las jaulas que usaban los mineros-, el visitante ya comienza a sentir lo que es estar en las entrañas de Almadén, pero no sólo en las geológicas sino también históricas.

En su perfecto entramado de pozos y galerías conservados a la perfección por la empresa Minas de Almadén y Arrayanes, S.A. -responsable de la reconversión de la mina en este increíble espacio turístico, cultural y educativo-, casi es posible ver a los primeros forzados que se encargaban de extraer el preciado metal que más tarde se transportaba en barco a las colonias de América para extraer el oro y la plata puros gracias al método del patio o de amalgamación.

Los que no volvían a ver el sol

Ruido de cadenas, picos sonando contra la dura roca, rostros sólo alumbrados por lámparas de aceite en unas cavidades oscuras en las que purgaban sus penas asesinos en algunos casos, pero en otros muchos pequeños delincuentes, ladrones, gitanos o bandoleros o, incluso infortunados sirvientes a los que sus amos mandaban a cumplir penas en su lugar y que jamás volverían a ver el sol.

Sí, jamás, porque en el recorrido se puede ver el túnel que se construyó desde la Real Cárcel de Forzados de Almadén hasta el corazón de la mina para que no tuvieran la más mínima ocasión de escapar… Eran hombres a los que se alimentaba bien porque necesitaban manos fuertes, pero que no importaban ya a nadie, por lo que la Corona los explotaba ya que cada vez necesitaba enviar más mercurio a las colonias.

Candi es uno de los últimos mineros que quedan en el Parque Minero de Almadén y ahora, reconvertido en guía, no puede evitar transmitir a los visitantes su pasión por unas minas en las que ya trabajaba su padre y a las que él llegó en 1992 pasando por diversos puestos.

Durante el recorrido, Candi explica a los turistas, que se cuentan por miles cada año, que uno de los principales atractivos de la mina es que se encuentra prácticamente igual que cuando se cerró, ya que tan sólo se han realizado actuaciones puntuales como la del suelo para garantizar una mejor accesibilidad -de hecho en nuestro grupo iba desde un niño de 7 años hasta una mujer de más edad apoyada en muletas-.

Patrimonio de la Humanidad

Durante casi dos horas, desgrana Candi la historia de esta mina que hoy es Patrimonio de la Humanidad y lo hace desde los romanos que la descubrieron y los forzados que la trabajaron -incluyendo el incendio que los presos provocaron en el siglo XVI y que dejaron casi inútiles las minas durante los más de dos años que tardó en apagarse-, hasta el año 2001 -cuando se cerró- desgranando cómo era la experiencia de los antiguos hombres que a lo largo de los siglos han logrado extraer 250.000 toneladas de mercurio -una tercera parte de lo que se ha consumido en todo el mundo- de las entrañas de esta mina que se extiende debajo del pueblo –incluso hay respiraderos en casas particulares-.

En un recorrido completamente seguro y que Candi llena de anécdotas sobre las condiciones de vida de los mineros en el último siglo y cómo el mismo vivió su infancia y su juventud y madurez ligado a esas paredes bermellón y al mercurio, unos sorprendidos turistas transitan por las galerías Caña de Santa Teresa y Caña de Gitana.

Galerías con entibaciones de madera en las que pueden admirar la riqueza geológica de este yacimiento así como las simulaciones de los diferentes métodos de explotación que se usaban para extraer el bermellón cinabrio del que, posteriormente, se obtenía el mercurio. -–en banco, en hurtos… Todos ellos se pueden ver en un centro de visitantes justo antes de acceder a la mina para entenderla mejor-.

Baritel de San Andrés

Según se avanza se puede ver el cuarto de herramientas, el socavón de la mina o cómo se transportaba el mercurio en carretones de madera y los trucos que ideaban los mineros para facilitar su trabajo, hasta llegar a una de las cavidades más espectaculares: la del baritel de San Andrés con su espectacular y perfectamente reconstruido malacate -máquina de extracción accionada por mulas- considerado como la “capilla sixtina” del patrimonio minero y uno de los elementos destacados para la declaración del Parque Minero de Almadén como Patrimonio de la Humanidad junto a Idrija (Eslovenia).

El camino bajo tierra concluye en el pozo de San Joaquín –donde en su jaula se produjo el último accidente mortal de la mina- y donde la Virgen de la Mina –una de las dos que hay, porque otra está en la superficie- preside con sus seis dedos una de las entradas a las galerías más modernas “y a la que todos decíamos algo al pasar, se creyera más o menos”, recuerda Candi.

Metalurgia y hornos

La visita a la mina subterránea continúa a 16 metros bajo la superficie, donde un pequeño tren minero traslada a los visitantes hasta el recinto de la metalurgia y los hornos de las tejeras o en los que se extraía el mercurio, desde lo hornos Pacific más modernos que datan de los años 60 hasta uno de los de más belleza que se conserva en perfectas condiciones: los hornos de Bustamante.

Pero, antes de contemplarlos, lo mejor es pasar por el Museo del Mercurio –un antiguo almacén de azogue- que está al lado y en el que se explica el funcionamiento desde los hornos de javecas hasta los de aludeles, pasando por algunas propiedades del mercurio, otros minerales, fósiles o la forma en la que se transportaba el mercurio hasta tierras americanas, y todo ello de forma muy didáctica y amena.

Los cercos de Buitrones –con su Puerta de Carlos IV, uno de los monumentos importantes para la declaarción de Patrimonio de la Humanidad junto al baritel y los hornos de Bustamante- o el de San Teodoro -que es el primero por el que se accede al Parque Minero y que exhibe una impresionante maqueta de todas las minas que hay, algunas a 700 metros de profundidad , y la obra Lágrimas de Lluvia de Javier Velasco-, son otros de los tesoros que guarda este espacio único que enamora desde el primer paso.

Real Hospital de Mineros de San Rafael

Pero la generosidad que la madre naturaleza tuvo al dotar de riqueza las entrañas de Almadén, también tuvo sus consecuencias negativas para quienes lo extrajeron durante años.

Y es que si en estas minas de cinabrio los accidentes eran mucho menos frecuentes que en las de carbón –de hecho, cuando la mina se cerró a la extracción de metal ya había pasado un siglo desde el último accidente mortal, como recuerda Candi a los visitantes-, provocaba su propia enfermedad en los mineros en los que su metabolismo no eliminaba el exceso de mercurio: el hidrargirismo.

Este hospital funcionó entre 1774 y 1975, y en la actualidad, tras un impresionante proceso de recuperación, muestra al visitante cómo fue uno de los primeros hospitales de España que tuvo una estructura profesionalizada además de ser uno de los principales centros de investigación sobre esta enfermedad que ya se describía desde finales del siglo XVIII como la consecuencia de inhalar vapores de mercurio.

Calor para expulsar el mercurio

Ya entrar a este edificio impresiona y sorprende a partes iguales porque, lejos de otros ejemplos de centros sanitarios, la luz es su principal característica debido a que, como nos explica Mari Carmen –empleada de las oficinas de la antigua mina y reubicada como el resto de trabajadores de la mina- el sol y hacer sudar al paciente era una de las formas de eliminar el exceso de mercurio del cuerpo, por lo que el edificio dispone también de un enorme y precioso patio.

Durante el recorrido, en la planta de abajo el visitante puede ver desde la recreación de una habitación del antiguo hospital hasta el instrumental médico que se usaba, pasando por La Crujía, donde se trataba a los forzados –enfermos habituales por la dureza y peligrosidad de sus trabajos- con jergones y cadenas para que no escaparan.

Y todo ello, acompañado de paneles informativos que van situando a la perfección al visitante, tanto sobre la salud de los mineros como, en la planta de arriba, sobre su vida y costumbres, constituyendo esta visita el complemento perfecto a la de la mina.

Motivos más que suficientes para visitar Almadén

En definitiva, bajar a la mina y conocer todo lo que allí pasó; descubrir cómo se extraía el mercurio o recorrer el inicio del camino que el apreciado metal iniciaba hacia Sevilla en la zona de los cercos mineros; comprender cómo funcionaba el Real Hospital de Mineros de San Rafael; o acercarse un poquito a lo que ha sido la vida de miles de vecinos de un pueblo minero durante siglos, que sigue orgulloso de su legado, son motivos más que suficientes para viajar hasta Almadén.

No se arrepentirán porque, además de ser una visita altamente recomendable para todas las edades desde los 4 años, el corazón y las entrañas de Almadén ofrecen muchos tesoros más para descubrir en cualquier época del año.

 

* Gracias a Candi por ser un guía excepcional a la hora de realizar este reportaje; a todo el personal del Parque Minero de Almadén por su amabilidad; al director del parque, Francisco Javier Carrasco, por su disponibilidad desde el primer momento; y a la empresa Minas de Almadén y Arrayanes por las facilidades dadas a LANZA para la realización de este trabajo periodístico.

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