Dicen que, a veces, al teatro le falta la emoción del deporte y la improvisación puede aportar “esa emoción, riesgo y compromiso”, cuestiones que se tratan en las sesiones de ‘La Crazy Class’, una divertida y ‘alocada’ clase sobre artes escénicas en un centro social a la que acude una docena de personajes muy variados.
Surgida esta producción de la larga experiencia con el teatro de improvisación por parte de la compañía valenciana Imprebís, se trata, así mismo, de una “carta de amor al teatro, aunque en realidad es al arte en general porque quienes se encuentran en la obra son doce personas, que podrían estar en Almagro o en cualquier otro lugar de España, que ven que su vida no les acaba de llenar, necesitan algo más y se apuntan a unas clases de teatro –que también podrían ser de pintura, música o cualquier otra disciplina artística-, lo que les va a ir cambiando. A medida que avanza la obra, vemos cómo se van transformando esas personas y cómo el arte tiene la capacidad de mejorar un poco nuestra vida”, comenta Santiago Sánchez, director del montaje y encargado de dar vida en el espectáculo al profesor del curso.
En el marco del XVIII Festival Iberoamericano, el Teatro Municipal de Almagro será escenario este viernes 5 de octubre, a las 22 horas, de la representación de esta obra en la que Carles Castillo y Carles Montoliu se desdoblarán constantemente para encarnar a la docena de alumnos de la clase que, a su vez, en un “doble salto mortal sin red”, rizando el rizo, interpretarán en quince minutos, como trabajo final de esta experiencia formativa, ‘Hamlet’ de Shakespeare.
Por su parte, Elena Lombao encarna a dos personajes esenciales pero poco visibles como la señora de la limpieza y el técnico del espacio escénico en una pieza escrita a “ocho manos” entre los cuatro intérpretes tras diez meses de improvisaciones y que muestra “las tripas del teatro”, los ensayos, cómo es por dentro, a través de las vivencias de alumnos muy dispares como “una señora que está a punto de separarse, otra que tiene un bar pero no es algo que llene su vida o un militar que acaba de quedarse viudo y ve que esa soledad la puede cubrir yendo a esas clases de teatro”. Algunos de los alumnos se apuntan porque lo buscan, otros “sencillamente se dejan caer por ahí” sin saber muy bien ni por qué van a clase y otros lo hacen a regañadientes como un chaval discapacitado, obligado por su madre a acudir, y que acaba “enamorado del teatro”, expone Sánchez, que indica que este teatro dentro del teatro termina percibiéndose desde la mirada del espectador que “acaba identificándose con muchas de las cosas” que suceden arriba del escenario.
“Dicen que el buen teatro tiene que ser útil, fútil y esclarecedor, iluminador”, como sucede con quienes presencian este espectáculo de dos horas ideadas para divertirse y disfrutar. Para algunos es una obra liberadora, para otros terapéutica, para otros divertida y “a lo mejor para alguien la suma de todas esas cosas”, al igual que le sucede a los alumnos, parte de los cuales hallan esta Cracy Class como terapéutica y para otros es un divertimento.
Con una larga trayectoria de 35 años, la compañía valenciana L’Om Imprebís ha representado en Almagro, desde su vertiente L’Om, obras como El Quijote y textos de Bertolt Brecht y Antón Chéjov, y este año celebra el 25 aniversario de su propuesta ‘Imprebís’, basada en la improvisación y con la que ha viajado por prácticamente toda Latinoamérica y Europa.
Son tres décadas y media y, “la verdad, es que se han pasado como un soplo. Muchas veces digo que me da la sensación de que estamos empezando”, asegura Sánchez, que destaca, en relación con su presencia en el XVIII Festival Iberoamericano de Almagro, la “encomiable y digna de aplauso y reconocimiento” labor que están realizando Luis Molina y Elena SchaposniK, responsables del Celcit, tendiendo un puente entre ambas orillas del Atlántico y “abriendo ventanas a Latinoamérica”.