A. R.
Entre la frivolidad y la candidez acontecen ‘Las Amistades Peligrosas’ que hoy, a las 20.30 horas, estrenarán en el Teatro Municipal Quijano los Amigos del Teatro del Ciudad Real bajo la dirección de Carmen Ocaña, encargada también de dar vida a la sibilina y astuta Marquesa de Merteuil en una producción en la que hay “erotismo psicológico y búsqueda” desde una sutileza adictiva.
Casi todas las localidades del patio de butacas estaban ayer ya vendidas para presenciar este montaje basado en la novela de Pierre Choderlos de Laclos y construido mediante la sucesión de escenas “muy cortas pero con mucha intensidad”.
La propuesta condensa la relación epistolar entre la Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont, a quien da vida Chus Ponce, así como el número de personajes en una producción con siete actores en escena y un cuidado vestuario con una veintena de trajes de época. En mayo comenzó la preproducción de la pieza para la que los Amigos del Teatro se han encargado de preparar todo el decorado. En escena, los escritorios de los principales protagonistas en los que desnudan sus sentimientos o trazan sus tramas, un tresillo en el centro, cortinas a ambos lados y presidiendo el fondo un pantalla en un dorado marco desde la que, a modo de gigantesca tablet, se proyectará lo que la Marquesa y el Vizconde narran en sus misivas, además de mostrar tres diferentes tapices para ubicar la acción en tres palacios.
Riqueza de matices
A Ocaña, que asegura que lo que más le apasiona de la creación de un montaje es imaginar las escenas, el decorado y cómo transmitir la psicología de los personajes, le regalaron la novela de Choderlos de Laclos, le “entusiasmó” por su riqueza de matices y conforme la iba leyendo, confiesa, empezó “a imaginar” cómo quedaría en escena.
En la obra, hay una espiral de sentimientos, de emociones, de personajes que descubren el amor, la maldad y el dolor y que van entrando en la “ruleta malvada” que hacen girar la Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont. Son personajes que parten de la candidez y la pureza, las cuales, utilizados como marionetas por la Marquesa y el Vizconde, se van destruyendo conforme pasan por las manos de los dos protagonistas quienes, a su vez, quedan presos, arrastrando a los demás, de su propia trama para hacer daño.