Uno de los encuentros humanistas más fructíferos del panorama cultural ciudarrealeño contó este lunes con uno de los máximos exponentes del séptimo arte. Coincidiendo con el veinte aniversario de ‘Tertulia XV’, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, ofreció las claves del cine clásico en una visión caleidoscópica.
Desde el mito de la caverna de Platón, pasando por la influencia emocional de todas las artes que eclosionaron en el siglo XIX, hasta la configuración de la industria de Hollywood, el jurista dio una soberbia lección de cinematografía “por primera vez en una bodega”.
Fue en la fría cueva de crianza de la manzanareña Vinícola de Castilla delante de un auditorio que disfrutó con la elocuencia de Torres-Dulce, para muchos una cara conocida de la televisión como crítico de cine y como amigo inseparable de Garci, que también se mostró como fiel exponente de un cine de estética y de rúbrica clasicista. No en vano, desbrozó las claves de un arte que “ensimisma” y aísla a los espectadores de su cotidianidad.
Desde el mito de la caverna
Los orígenes más humanos del séptimo arte están, para el conferenciante, en la proyección de las sombras del mito de la caverna, donde la realidad y la ficción son interpretables. De su lado, el concepto de cine como tal llega del encuentro en la oscuridad “de la tribu alrededor de la hoguera”. Las personas, explicó el fiscal con gran proverbialidad, dejan de ser individuos para atomizarse en colectivos en los que surgen “las manifestaciones, las tradiciones, las religiones, o los oficios”. Ahí es donde surge a su juicio, la necesidad de contar historias y donde se desarrolla una codificación de la expresión de esta industria.
Pero además de la voluntad personal que supone ir al cine (como lugar de escape) y de ruptura que supone con la realidad más personal, el hecho cinematográfico bebe, según Torres-Dulce, de las tradiciones del siglo XIX. De esta centuria retoma las narraciones naturalistas y románticas de los grandes autores (con historias tan grandes como Madame Bovary, La vuelta al mundo en ochenta días, La Isla del Tesoro,…) mientras que la profundidad de campo la toma de autores musicales como Richard Wagner o de pintores como Johannes Vermeer. Del teatro replica la interpretación y el vestuario, y también el uso de los silencios. “El cine proyecta todas estas artes en las que hunde sus raíces”, señaló.
Otro aspecto analizado por el fiscal cinéfilo en su disección del cine fue “la codificación del lenguaje”, como vínculo hacia una “identificación emocional”.
Igualmente y tras confesar su predilección por Centauros del desierto (es su película preferida), hizo mención a los orígenes del cine como una popular forma de entretenimiento.
“Este arte se inició para las capas sociales más bajas”, recordó. por lo que tenía un precio accesible, que, en su opinión, se ha de mantener. De esta manera, Torres-Dulce lanzó un dardo hacia la política del ministro de Cultura, José Ignacio Wert , por las “desastrosas consecuencias” del 21 por ciento de IVA en los productos culturales. “Entiendo que haya una necesidad retributiva”, pero el cine “debe ser barato”, apuntó.
Pero la razón que llevó a la cinematografía a convertirse en una potente industria, según Torres-Dulce, fue precisamente eso, la consignación de un “fabuloso” negocio.
El clasicismo en el cine en diez medidas
Este todo incluye diez acciones que, como los mandamientos, el fiscal nombró como garantes de la consolidación de la primera época dorada del cine, el primer clasicismo en Hollywood, desde sus orígenes hasta los años 60.
Son, tal y como dio a conocer, fabricar películas para gente normal, convocar a los mejores (directores, actores, guionistas,…), estructurar el sistema de producción, controlar y definir los estilos, codificar el lenguaje, establecer géneros, fabricar estrellas, implementar potentes sistemas de publicidad, invertir en investigación técnica y ejercer liderazgos en la gestión de los talentos.
Pues eso, una gran lección de cine.