En su intervención, el catedrático de Antropología Social y Cultural de la Uned, expuso tres casos de límites. “El primero es el que nos aparece en la evolución de los homínidos, siendo muy difícil establecer la aparición del género homo porque, por un lado, estamos convencidos de que existe una continuidad dentro de las especies, siempre hay un antecesor que, en algún momento, ya reúne el conjunto de rasgos con los que hemos definido a la familia hominina”.
No obstante, “los datos reales que tenemos son escasos. Cada vez que aparece un fósil nuevo estamos todos desconcertados, ya no sabemos si lo colocamos aquí o allá o hasta qué fecha tenemos que extender la aparición de humanos”.
“En ese sentido, esos límites se nos quedan difusos. Hay que tener conciencia de que, finalmente, los límites los ponen los científicos en el laboratorio cuando ponen el nombre y deciden que este trocito de diente corresponde a un individuo que es dijéramos homo antecesor pero si lo hubiese llamado, por ejemplo, prototipeco o cualquier otra cosa no sería humano”.

“Los nombres ya llevan una conciencia de límites, pero los datos reales que te encuentras no te permiten fácilmente establecerlo. Ahí no está, en el diente o hueso, en absoluto ninguna cosa inequívoca de que se trata de un ser humano”, expuso sobre lo difuso, a nivel paleoantropológico,que es el propio árbol genealógico de la humanidad.
En su segundo apartado, se refirió a la superación de límites que el ser humano se plantea como retos “tratando de llegar más allá de sí mismo”, es decir, a qué máxima velocidad se puede correr, cuántos minutos podemos estar sin respirar, hasta que altura llegar, cuánta radiación soportar o qué coeficiente intelectual alcanzar.

“En las sociedades modernas, se ha planteado la superación de los límites como un deporte, como un reto. La vida de algunas personas se dedica a eso y nos proporciona confianza saber que hay personas que son capaces de saltar con pértiga más de seis metros o correr cien metros en menos de diez segundos. Nos satisface a todos, nos produce orgullo, sobre todo a nivel nacional, y como especie que seamos capaces de superar los límites”, al igual que “el hecho de haber puesto una estación espacial allí arriba y ser capaces de sobrevivir en ella”, señaló el antropólogo, que indicó, al respecto, que hay un entorno de competitividad alimentado como una moral que ayuda a buscar ser mejores.
En cuanto al tercer bloque de los límites, éste tiene que ver, señaló, “con el futuro de la humanidad”. En este apartado, en relación con los trasplantes e implantes, disertó sobre la construcción de los cuerpos y aludió al mito de Frankenstein. “Cuántas partes de otras personas puedes recibir sin dejar de ser tú mismo y cuántas partes tengo que tener cambiadas para dejar de ser humano”, planteó Velasco Maillo, que indicó que puedes tener todo cambiado menos el cerebro.

A la disolución de límites entre lo propio y ajeno, lo natural y artificial, lo humano y animal y lo vivo y muerto también se refirió el antropólogo que esbozó la posibilidad de la generación de especies nuevas como el homo sapiens no modificado, el modificado genéticamente, el editado en laboratorios y el humanoide. Está asomando incluso, expuso, lo que algunos llaman el post human, con, entre otras muchas innovadoras características, piel inteligente y metacerebro que contiene corrección de errores instantánea.
Sin embargo, por ahora, la realidad no es que todos vamos a ser superhéroes, sino que “vamos a vivir un poco más con un poco de suerte y superar determinados tipos de enfermedades cuando antes no éramos capaces de hacerlo”, señaló Velasco Maillo, que resaltó que legislaciones como la europea sólo permiten esos cambios y transformaciones para atender patologías.
En el encuentro, también se habló de los sustitutos, los cyborg, las clonaciones, las empresas dedicadas a almacenar material genético y la inteligencia artificial.