En un barrio de chabolas de Barcelona, Torre Baró, se crió Víctor del Árbol, que al rememorar el entorno en el que creció recordó que “no había nada: no había autobús, ni calles ni alcantarillado”, pero sí había una biblioteca en un barracón, donde su madre le dejaba cuando “iba a limpiar las casas de la gente rica” y donde la bibliotecaria, como muchas veces ocurre en la actualidad, hacía funciones más propias de asistencia social y guardería.
Allí, el primer libro que leyó fue ‘La Iliada’ de Homero en formato cómic de Bruguera, y en lugar de admirar al héroe Aquiles, a él le caía mejor Héctor, a quien termina matando Aquiles, porque advirtió que se parecía más a los hombres que a los dioses. Esa primera lectura marcó ya el tipo de escritor que es hoy, confesó Del Árbol, que, en el encuentro que tuvo este viernes con sus lectores en el antiguo Casino, aseguró que no le interesa la gente que dice que lo sabe todo, sino la que busca saber y se fía más de los frágiles que de los fuertes y de los que escuchan más que de los que hablan.
En las novelas de Del Árbol, quien trabajó como mosso d’escuadra en casos de menores y mujeres maltratadas, aparecen temas como la violencia contra los niños que viene precisamente de la familia, de “aquellos que te tienen que proteger y acaban haciéndote daño” y la violencia de género, así como la memoria histórica, contando la historia desde el punto de vista de “los vencidos, de la gente a la que la historia niega su voz” y que la literatura puede devolver.
Como un escritor de “supervivientes”, ya que “no hay perdedores en la vida, el único que pierde es el que se rinde”, se definió el autor barcelonés, que al recordar su niñez en un entorno de violencia y carencia que él consideraba normal, acudir a esa biblioteca en un barracón fue acceder a otros mundos. “Hubo un momento en el que sólo quería leer porque estaba en otra parte”, aseguró Del Árbol, quien con cuatro años cogía los periódicos viejos con los que su madre envolvía los bocatas inventándose historias como si las sacase de los diarios aunque aún no sabía leer y con diez años le dijo a su madre que él de mayor quería ser escritor, una vocación que en su caso no nace de la necesidad de ganar dinero o fama, sino de la necesidad de ser otra cosa. A su juicio, la literatura le “salvó” la vida, le convirtió en escritor y mejor persona porque cuando uno imagina otras vidas las idea mejores.
‘Antes de los años terribles’
Ganador por ‘La víspera de casi todo’ en 2016 del Premio Nadal, galardón que le lanzó a “primera línea” del mercado español cuando sus novelas ya triunfaban en otros países como Francia y Estados Unidos, afirmó que el duro relato de su última obra ‘Antes de los años terribles”, basado en la historia real de un niño soldado que secuestran en Uganda con 12 años y tras tres años en la guerrilla logra escapar y atraviesa toda África a pie hasta llegar a España, ha sido a nivel personal una catarsis, una transformación y le ha servido para poner en paz al niño interior que todos llevamos dentro. Esta novela está inspirada en la vida de una persona real, que, pese a su dura infancia, es hoy “un hombre feliz y alegre, que le gusta bailar y cantar y ha formado una familia”. No obstante, confesó que para que le contara lo que le pasó, con situaciones muy crudas que no quería recordar, buscó compartir experiencias como las de sus respectivas abuelas ya que una plantaba flores en el desierto africano y la otra en latas para alegrar y dignificar la chabola en la que vivían en Barcelona.
Esta novela ejemplifica que “la infancia es un terreno muy relativo porque no significa lo mismo ser niño en España a los 12 años que en Uganda, igual que no tienen nada que ver los 12 años de un niño de ahora con los que me tocó a mí vivir hace 40 años”, agregó Del Árbol, que indicó, en este sentido, que “este país ha cambiado mucho para bien por suerte, pero todavía hay demasiados críos que no tienen derecho a vivir una infancia”.
Aunque se trata de una novela “durísima”, como le indicaron varias lectoras en el encuentro con los usuarios de las Bibliotecas Municipales enmarcado dentro de la celebración de las Jornadas Litterae, también está llena de ternura, apreció Del Árbol, que resaltó la importancia de afrontar en la literatura la verdad y contar lo que ocurre, sin omitir la infelicidad para entender las raíces de donde viene el dolor, de manera que propicie la reflexión.
Del Árbol, que entregó en 2012 su placa y pistola de policía tras recoger el galardón Le Prix du Polar Européen por ‘La tristeza del samurái’, indicó, a preguntas de sus lectores, que se basó en personajes reales para escribir ‘Por encima de la lluvia’, obra en la que aparece la enfermedad del Alzhéimer y de cómo afecta a quien la sufre y su entorno. Esta novela, elogiada por los presentes en el encuentro, la escribió tras recibir el Premio Nadal y sufrir un infarto, trance que le llevó a reflexionar sobre cómo la enfermedad nos hace quitarnos orgullo y nos hace dependientes de la bondad de otras personas.
Camus, Marsé y Delibes
Quizás por ser charnego y Albert Camus francés nacido en Argelia de madre de origen español, desde joven se ha sentido próximo a la obra del escritor galo, del que le marcó ‘El extranjero’ y comparte su interés por “las raíces del mal, la violencia, la soledad,…”, afirmó Del Árbol, que tiene como grandes referentes a Juan Marsé, porque “refleja muy bien la Barcelona en la que me críe y ha sido capaz de hacer literatura de lo cotidiano” y Miguel Delibes, porque “ningún escritor es capaz de escribir sobre el silencio como él”. Delibes transmite “esa atmósfera que pesa en las familias, los secretos familiares, lo que no está dicho, y me recuerda mucho a mi infancia y Extremadura de donde procede mi familia, y siempre me he identificado mucho con su manera de escribir”.
“Delibes es el escritor que mejor refleja la complejidad de manera sencilla”, subrayó Del Árbol, que resaltó que su padre “decía que si no eres capaz de explicar una cosa de forma sencilla es que no la sabes y la literatura tiene que tender a eso”.