El Teatro La Veleta será escenario el sábado 13 de octubre, a las 20 horas, del estreno de ‘La Jaula Abierta’, un espectáculo liberador, “muy danzario” y de retroalimentación y percepción entre el público y la actriz-danzante-medium, Vivian Acosta, de la compañía cubana Galiano 108.
Independientemente de su guión y estructura dramática interna, con los espectadores se “va armando” esta performance, creada bajo la dirección de José González y con textos de Muhammad Rumi, así como de Tomás González, maestro de la compañía cubana en actuación trascendente, consistente en que el intérprete, “fluyendo desde lo más profundo de sí”, descubre facultades desconocidas y trabaja con la esencia y raíces, matando la personalidad, el ego, para no autojuzgarse puesto que de lo contrario “no actúa, sino que se observa”, comenta Acosta, quien reside precisamente en la calle Galiano 108, en La Habana, origen del nombre de la compañía.
En otras dos ocasiones Acosta actuó en Almagro, hace veinte años la primera y hace cuatro la segudna, con el montaje ‘Cuando Teodoro se muera’, una pieza en la que se recrea un ritual en el que, a través de cánticos y mensajes, Nicolasa repasa su maltratada vida al lado de su marido Teodoro. Ahora acude con el ritual “más sofisticado” y performativo de ‘La Jaula Abierta’ sobre cómo “a veces uno se encierra en sí mismo, en sus propias ideas, no es libre y allá donde va lleva su jaula”, cuando en cualquier lugar “puedes despojarte de ese encerramiento en el que la sociedad también te mete”, comenta la actriz.
“A veces, nos ponemos demasiadas trabas, nos vamos anquilosando”, agrega la intérprete de un espectáculo que, a través de la danza, la palabra y los mensajes, anima a no caer en la resignación, a sentirse libre por dentro y a entregarse.
“No miren atrás. Nadie sabe cómo comenzó alguna vez el mundo. No teman el futuro. Nada es para siempre. Si viven el pasado o en el futro van a perder este momento”. Éste es uno de los textos de una propuesta en la que la actriz-danzante canaliza la energía y busca la conexión con esencias de diferentes culturas, entre ellas la afrocubana, que permiten transcender. Se trata de un trabajo “muy antropológico” que tiene como referentes la riqueza y fusión de la cultura cubana y el trabajo de maestros occidentales como Peter Brook, Mickel Chéjov y Jerzy Grotosvky, y en el que se trabaja “en trance, en una quinta esencia, con una consciencia acrecentada pero en el aquí y el ahora”, expone Acosta, que felicita, por otra paret, al Celcit por su trabajo durante dos décadas impulsando el Festival Iberoamericano y cuidando con ello de “un público excelente y muy receptivo” a las propuestas llegadas de otras latitudes.