Aunque es diestro, zurdo o lo que es lo mismo ‘zocho’ le decían en el pueblo de su familia, Arroba de los Montes, apodo heredado de su padre que el cantautor Eduardo Gutiérrez tomó para emprender una carrera artística que ha impulsado con la publicación de su primer álbum, titulado ‘El latido de una flor’, en el que reúne diez canciones “a corazón abierto” con el amor y la naturaleza como fuentes de inspiración.
Tras la buena acogida de su EP de debut, ‘Resaca de amor’, con singles como ‘Con los charcos de un abril’ cuyo vídeoclip superó el medio millón de visualizaciones en Facebook, Zocho acaba de editar su primer largo trabajo concebido como una flor con una decena de pétalos relacionados cada uno de ellos con sentimientos, precisamente, a “flor de piel”.
Extendiendo los brazos como dejándose empapar de la positiva conexión con el entorno natural, aparece fotografiado el cantautor entre avenas locas en la portada de este disco del que ya, como adelantos, ofreció el single ‘Negro como el tizón’, tema sobre la realidad y cómo no siempre “se cumple lo que tú quieres”; y ‘Donde morirán las lágrimas’, en el que habla de la inocencia y la naturalidad, así como de las raíces al viento, de vivir en diferentes sitios una vida que al final “la llevas allí donde estés”.
Con la publicación del álbum completo, Zocho ha sacado el tercer single, ‘El baño de las mujeres’, canción sobre el perdón, esencial para “estar bien” y que requiere “saber perdonar de verdad que es lo complicado y difícil y, cuando se pide perdón, hacerlo por un buen propósito”.
La violinista Gema Gómez-Pimpollo, amiga con la que ya realizó la gira de ‘Reseca de amor’, le acompaña en la interpretación de los temas de ‘El latido de una flor’, grabado con Producciones Zárate de Barcelona, y en el que rezuma pop fresco, aflamencado, aires andaluces y mediterráneos.
Es un trabajo hecho con “mucho amor” y la materialización de “un sueño” en el que vuelca su “vida” el cantautor, natural de Barcelona y residente en Poblete, que reconoce entre sus artistas preferidos, entre otros, a Miguel Campello, Roberto Iniesta, Maki, Demarco, Manolo García, Triana, India Martínez y Antonio Orozco.
El álbum lo ha publicado tanto en formato “nostálgico” digipack con CD como en formato USB e incluye un libreto de doce páginas a color con las letras y fotografías de paisajes manchegos, además de un sobre con el aroma del disco, realizado por la empresa de márketing olfativo barcelonesa ‘Cuarto Sentido’, ampliando con ello el disfrute sensitivo. Así, la fragancia suave y fresca de “donde nacen sus canciones” comienza, siguiendo una pirámide olfativa como en las catas de vino, por el aroma a galbanum y bigaradier absoluto -naranjo-, en el cuerpo aparecen jazmín, galbanum y lentisco y en el fondo queda la fragancia a madera de cedro, oliban y almizcles blancos.
En cada uno de los temas, con un sonido muy limpio, ‘se parte el alma’ Zocho, que tiene previsto ir ‘deshojando’ singles de los restantes siete pétalos de esta flor: ‘El árbol de las cigüeñas’, sobre lo efímero; ‘Lapislázuli’, el pétalo de la energía, ‘Me va a faltar una vida’, del amor de verdad; ‘Cristales de atardecer’, de la esperanza; ‘El último beso robado’, del deseo; ‘Entre diez colores’, del recuerdo; y ‘Veo el aire en ti’, del tacto.
A finales de los noventa, Zocho formó parte del grupo barcelonés Repris Humano, ha colaborado con grupos y artistas como La Caja de Pandora, Lucas Masciano y Rebeca Jiménez, y toca en ‘bolos’ en verano con Sito Maya a la guitarra y Juan Montoya al cajón flamenco.
Para Zocho, ‘El latido de una flor’ es el resultado “del trabajo de años”, con composiciones que transmiten “sentimiento puro. Le canto a la pasión por la vida y el amor”, son diez canciones “con su historia que son mi historia y mi vida”. El disco se puede conseguir de manera personalizada a través de las redes sociales del cantante y compositor, quien los envía firmados y dedicados e incluso acompañados de tablillas pintadas por él.