35
30
1-3, 4-4, 9-7, 13-10, 16-13, 19-17, 22-19, 24-20, 23-19, 28-25, 32-27 y 35-30
Aunque con los ojos puestos en pista, hoy el partido del BM Caserío ha tenido mucho que ver con lo que estaba ocurriendo entre el San Pablo Burgos y EON Alicante.
La primera parte de la ecuación para acabar segundos y ser organizadores de la fase de ascenso la próxima semana exigía ganar el partido contra Santander, ya clasificado como cuarto y esperar a que el resultado en la otra pista favoreciese a EON, actual líder y máximo favorito antes de que empezase la jornada a conseguir el ascenso directo a Asobal.
Podía ocurrir cualquier cosa y en esa probabilidad de matemáticas infinitas se ha dibujado un sábado de locos, no apto para cardiacos, de los que crean afición aunque haya alguno que siempre acabe sufriendo más de la cuenta.
El inicio de partido en Ciudad Real estuvo marcado por la sobriedad defensiva sólo rota cuando emergían las genialidades individuales como las dibujadas por jugones como José Andrés Torres desde el pivote o le eficacia de tipos como Ángel Pérez.

Hubo intercambio de golpes entre los de Urdiales y el Sinfín Santander, que puso el listón alto, obligando a mantener la intensidad de juego para no perder el ritmo anotador que llevó a los locales siempre por delante en el electrónico.
Con un golazo de Marcos Fis sobre la bocina, culminaba la primera parte que se cerraba con un ajustado 19-17.
Mientras tanto, Burgos dominaba su partido 16-14, haciendo que lo que estaba ocurriendo en el Quijote Arena sirviese de poco.
Caserío hasta el final
El equipo de Santi Urdiales salió enchufado a la segunda mitad, sabiendo que si esta tarde se conseguía premio, había que vencer primero el encuentro contra Santander.
Metieron la directa los ciudadrealeños, haciendo un parcial de 2-0 de salida, poniendo tierra de por medio en un marcador que hasta entonces se mantuvo ajustado.
Le costó a Santander encontrar líneas directas contra la portería de Giovagnola, y cuando lo hizo se topó contra el meta argentino que fue subiendo su porcentaje de paradas, poniendo el muro para que los visitantes no se acercasen en el marcador.
A sus intervenciones se sumó la eficacia anotadora del equipo que ha vivido su tarde más plácida de cuantas se recuerdan en el último mes.
Con el partido encarrilado 32-27, a falta de de seis para el final, era imposible no mirar a Burgos, donde a pesar de la unificación de horarios, el crono parecía tener acento canario. EON ganaba de cuatro en el ecuador de la segunda parte y las combinaciones situaban Ciudad Real como sede.
En Ciudad Real sólo faltaba saber cómo iba a terminar el partido, con equipo y afición volcadas en un desenlace donde el protagonista fue el capitán, Pablo Campanario, que fue ovacionado y lloró en su despedida anticipada.