El Quijote Arena, ese templo que alguna vez se vistió de ilusiones y sueños, donde se forjaron historias y leyendas, que guarda en sus paredes el eco de mil batallas y la esperanza intacta de un rugido que nunca se apagó. Sus muros han guardado durante años la memoria de tardes gloriosas y noches de pasión desbordada. Hoy, más que nunca, las gradas aguardan el latir de vuestra fuerza de hace 14 años, una fuerza que vuelve a llenar de ilusión esta ciudad.
Habéis caminado una senda difícil, marcada por la perseverancia y el sacrificio. En cada entrenamiento, en cada partido, habéis tejido un relato que habla de esperanza, de lucha y de amor por una ciudad que hoy os mira con orgullo. La historia del balonmano en Ciudad Real no es solo una sucesión de partidos o títulos, es un canto al coraje, una sinfonía de entrega que resuena en el corazón de quienes creen en el valor del deporte.

El gigante de La Mancha, con su espada alzada y mirada firme, os observa desde las alturas como símbolo de fuerza y resistencia. Él sabe que el verdadero combate no siempre se libra en el marcador, sino en la voluntad de no rendirse cuando el cansancio y las dudas quieren vencer. Y vosotros sois esa voluntad, el reflejo de un espíritu que no se quebranta.
Esta final es mucho más que un partido, es la culminación de un sueño que lleva años gestándose, un renacer que va más allá de la cancha. Lo que habéis conseguido, es devolver a Ciudad Real el pulso intenso del balonmano, de llenar el aire con la emoción que solo la grandeza del deporte puede despertar. No estáis solos en esta gesta: toda una ciudad se une a vuestro esfuerzo, vibra con cada pase, se emociona con cada gol y confía en cada instante que regaláis. Toda una ciudad que ha vuelto a llenar el templo del balonmano para estar con vosotros.

Entrad al Quijote Arena con la seguridad de quienes llevan en las venas la herencia de un balonmano que supo reinar en Europa, con el corazón henchido de orgullo y la mente clara, lista para la batalla. Que cada movimiento, cada salto y cada bloqueo sea un tributo a quienes os apoyan desde las gradas y desde el recuerdo.
Que la fuerza amarilla sea un torrente imparable que inunde la cancha, que resuene en cada rincón y despierte a la ciudad que os espera, deseosa de celebrar un momento que ya es histórico. Hoy, más que nunca, el Quijote Arena debe ser el escenario donde se escriba una nueva página de nuestro balonmano, donde la esperanza y el esfuerzo se unan para alcanzar la cima.

No olvidéis que detrás de cada balón lanzado hay un pueblo entero que late al ritmo de vuestro juego y que sabe que la verdadera victoria está en lo que ya habéis conseguido.
¡Adelante Caserío!