Salir de tu hábitat natural y conocer situaciones de vivencias totalmente distintas a lo que uno está acostumbrado supone siempre una experiencia muy enriquecedora. Así le ocurrió hace unas semanas a varios integrantes del BM Caserío, el directivo Julián Amores, el jugador Álex Abad, y la socia y colaboradora María Martín de Pozuelo, que, sin dudarlo, hicieron recientemente sus maletas para viajar hacia Etiopía, a más de 8.500 kilómetros, para conocer ‘in situ’ el país, algunos de sus habitantes y la forma de vida, en general, con una extrema pobreza.
El viaje, por supuesto, tuvo un principal objetivo solidario, ya que fue organizado por la ONG Solidaridad 2012 de Malagón, fundada por un ex jugador de balonmano, Miguel Ángel Carretero, que allí en ese país africano lleva a cabo proyectos de cooperación para las personas en situación de pobreza extrema. Además de esas maletas propias, los miembros de la expedición, formada en total por siete integrantes (a Julián, Álex, María y Miguel Ángel les acompañaron Millán, Ana y Jaime Torres, ex jugador también del BM Caserío), sumaron grandes mochilas y bolsas con tarros de leche, zapatos, ropa o material escolar para los niños etíopes, junto a equipaciones del BM Caserío que les enfundaron y que los niños acogieron con la máxima ilusión.
“Nada más bajarnos del coche, sin dar nada, se tiraron a darnos besos y abrazos. Creo que allí recibimos nosotros más que ellos. Vienes revitalizado, lo que les llevas no es nada comparado con el cariño que ellos te dan”, cuenta Julián Amores, algo que subraya también Álex Abad, para quien este viaje “te ayuda a relativizar las cosas. Te das cuenta de que te hacen falta menos cosas para vivir y no tantas comodidades. Allí no teníamos televisión, ni móvil y estábamos tan felices. Teníamos que ir cada día a por agua al pozo para beber y ducharnos”.
Esas sensaciones las experimentaron los representantes del BM Caserío durante los díez días que transcurrió su labor, días de emociones, muchas experiencias y también muchas satisfacciones. Allí en Etiopía, tras aterrizar en la capital, Addis Adeba, se desplazaron a localidades como Debre Libanos o Muketuri, en donde la ONG Solidaridad 2012 lleva a cabo proyectos solidarios e, incluso, en el país africano, en Bore, cuenta con 50 niños apadrinados a los que querían visitar durante la estancia, una visita que quedó suspendida debido a la situación de conflicto que se vive en esa zona.
Precisamente fue el conocer a Miguel Ángel Carretero, el fundador de esta ONG de Malagón, lo que inspiró este viaje solidario para los integrantes del BM Caserío: “Todo empezó el año pasado, cuando en la gala de presentación del equipo se le hizo socio de honor por su vinculación con el balonmano y por la ONG. Empezamos a hablar con él, porque teníamos la idea de hacer algo de voluntariado, de ir a África a hacer algún proyecto y pensamos que la mejor oportunidad era ir con él, que ya tiene mucha experiencia allí. Desde el primer momento estuvo encantado de que colaboráramos y fue cuando empezamos a planificar el viaje”, explica Álex Abad.
Desde ese momento, todos ya comenzaron a hacerse una idea de lo que se podían encontrar allí en Etiopía. Incluso comenzaron a ver fotografías que describen por sí mismas las situaciones de pobreza de un país en el que, como relatan, la capital parece más europea, aunque también con esos síntomas de pobreza, pero al salir de ella por carreteras en pésimo estado el mundo rural parece no tener gobierno. “Al llegar allí y vivirlo en persona es muy diferente a lo que me había imaginado. Aunque ya nos habían dicho que existía y las condiciones en las que estaban, me impactó mucho como repudian a los discapacitados. En uno de los sitios había un señor que les recogía y les atendía en un campamento con cuidados y con comida. Es un choque con la realidad de aquí inmensa”, afirma María Martín de Pozuelo.
En Debre Líbanos hay uno de los monasterios más importantes del país y vital para los habitantes del pueblo, cuyo culto a la religión guía gran parte de su vida diaria. Al lado se encuentra un orfanato que acoge a unas 750 personas entre niños (más de 400), ancianos y discapacitados. En uno de sus pabellones pernoctaron los ciudarrealeños, que, nada más llegar allí, pudieron ser testigos de las carencias de agua y de luz. “Aunque nos lo cuenten antes, vas allí y ves que es verdad, que les costaba tener luz y agua”, apunta Julián Amores, que adelanta el proyecto que pretente promover el BM Caserío próximamente allí: financiar un pozo. “Nos alegra ver que allí podemos ayudar en algo, para ellos tener un pozo es la vida, es fundamental, algo que aquí ni nos lo planteamos”. Un hecho que María ilustra con una anécdota: “Había allí un chico que nos acompañaba y nos enseñaba todo. Cada vez que veía un pozo nos lo señalaba con mucha ilusión”, por lo inusual y, a la vez, de máxima importancia para la población del país.
El deporte también estuvo presente en la visita. No el balonmano, modalidad a la que juega el BM Caserío y que acapara mucho protagonismo en Ciudad Real, pero no así en Etiopía, en donde reina el atletismo y su gran mito mundial, Haile Gebrselassie, historia pura de ese deporte. “Llevamos un par de balones para jugar y cuando los niños los cogieron ya le dieron con el pie. Balonmano allí, poco. El fútbol sí, conocen la liga española y la inglesa, a Messi, Cristiano Ronaldo..”, señalan, mientras recuerdan que disputaron un partido en un terreno muy complicado, lleno de rocas y barro. Unas difíciles condiciones en las que aun así los niños disfrutan al máximo del deporte, un modo de diversión para dejar a un lado durante unos momentos su complicada vida, la mayoría de ellos alejados de las escuelas pese a que organizaciones y asociaciones intentan incentivar a los padres para que lleven allí a sus hijos. “Muchos van al principio y luego no vuelven, porque para los padres que sus hijos acudan a la escuela es quitarles mano de obra”, refleja María.
Los miembros del BM Caserío no quieren que esta experiencia se quede en solo unos días de este año 2019. Quieren más y, tras lo visto en territorio etíope, desean con fuerzas poder ayudar. Así, a ese proyecto aludido de promover desde el club la financiación de un pozo a través de diferentes iniciativas que se quieren programar, entre ellas posiblemente algún torneo de balonmano, esperan añadir un regreso el año viene: “Ya estamos intentando volver y hablando con Miguel Ángel para ello, para que nos guíe. Este viaje fue como una toma de contacto para ver cómo nos lo tomábamos, porque podría provocarnos un choque. Queremos hacer un proyecto más grande, de más días en Debre Líbanos, estar con los niños, ver qué y cómo se puede hacer. Empezaremos pronto a darle forma, pero podría ser algunas clases de verano, de inglés, de deportes…”. Esta experiencia vital en Etiopía les ha dejado una huella marcada con muchísimas emociones y ahora, junto con la gran labor que hace la ONG Solidaridad 2012 de Malagón, quieren seguir mirando desde Ciudad Real hacia Etiopía con proyectos de ayuda a esos niños, ancianos y discapacitados del país.