Andrés Bermejo Siller (11 de julio de 1974, Almodóvar del Campo) es un exciclista profesional que militó en varios equipos desde 1997 hasta su retirada en 2002. Comenzó en el Estepona Cafés Toscaf en el año 1997, continuó en el mismo equipo en el 98 pero renombrado a Estepona en Marcha-Cafés Toscaf. En el 99 fichó por el Fuenlabrada, equipo en el que se retiraría en el año 2002 con el nombre de Colchón Relax-Fuenlabrada.
Bermejo actualmente trabaja como mecánico del Movistar Team y vive entre la nostalgia de sus días como corredor y la pasión por seguir vinculado al deporte que ha marcado su vida. Desde su retiro como ciclista en 2002 hasta alcanzar la élite de los equipos World Tour como mecánico, su recorrido personal y profesional está lleno de retos, adaptaciones y logros. Ahora, desde su hogar en Almodóvar del Campo, reflexiona sobre cómo el ciclismo ha cambiado y comparte historias de una vida dedicada a las dos ruedas.
El retorno a casa y al ciclismo
Cuando Andrés dejó atrás su carrera como ciclista profesional, el camino no fue fácil. La transición a una vida alejada de la competición trajo consigo incertidumbre. “Cuando me retiré en 2002, no sabía hacer otra cosa más que arreglar bicicletas”, recuerda. Sin embargo, la oportunidad tocó a su puerta gracias a Paco Cerezo, exciclista y seleccionador nacional de juveniles. “Él me invitó a colaborar como mecánico en carreras, y así comenzó mi segunda etapa en el ciclismo”.
Bermejo se sumó a la selección de Castilla-La Mancha, donde perfeccionó sus habilidades técnicas, demostrando un talento que ya apuntaba alto. Pronto, fue llamado a colaborar con la selección nacional, abriéndose camino hacia grandes competiciones internacionales. “Participé en campeonatos europeos y mundiales, en lugares como París-Roubaix y el Tour de Flandes. Pero el momento clave llegó en Australia, durante el Campeonato del Mundo, donde conocí a mis mentores en la mecánica, Senén Pintado y Alejandro Torralbo. Como anécdota, el año pasado le entregaron a Senén una medalla en el Tour de Francia por llevar más de 24 ediciones. Sin embargo, no puedo olvidar que fue con Alejandro con quien comencé mi andadura en este mundillo. Debuté con el equipo UAE, donde coincidí con el ciclista esloveno Tadej Pogačar en la Clásica de Úbeda y la Vuelta a Andalucía. Esa experiencia fue determinante, y tras este periodo, llegó la llamada del Movistar, equipo en el que finalmente me asenté”.
Regresar a Almodóvar del Campo después de tantos años de viajes y competiciones le permitió reconectar con sus raíces. Para los vecinos de la localidad, Andrés es un símbolo de esfuerzo y superación, un ejemplo de cómo alguien puede trascender las barreras geográficas y llegar a la cúspide de su profesión. “Siempre he llevado a Almodóvar en el corazón. Volver aquí después de cada competición es como recargar las pilas”, comenta.
Movistar Team: Una familia sobre ruedas
Trabajar en el Movistar Team no solo significa formar parte de un equipo de alto rendimiento, sino también unirse a una familia, como explica Bermejo: “Movistar es como una familia; estamos muy a gusto todos. Pero la vida del auxiliar es dura. Te tiras 20 días o un mes fuera de casa, y eso pesa”. Las largas jornadas de trabajo y los viajes constantes, a menudo por carretera para transportar el material, son parte de su día a día.
El equipo Movistar, con una historia rica en éxitos, es conocido no solo por sus corredores estrella, sino también por la precisión y profesionalidad de su equipo técnico. Andrés es parte fundamental de este engranaje. “A veces tienes un viaje que empieza en Polonia y terminas en Noruega, todo por carretera. Eso es más duro que arreglar bicicletas, porque cualquiera puede hacer eso. Lo complicado es estar siempre a la altura, sin margen de error”, añade.
El equipo viaja con camiones repletos de bicicletas, herramientas y repuestos, formando una infraestructura móvil que asegura el rendimiento óptimo en cada etapa. Andrés destaca la presión de su rol: “Un fallo en el equipo técnico puede cambiar el destino de una carrera. Por eso, cada detalle cuenta”.
Ciclismo Profesional: Ayer y Hoy
Andrés vivió una etapa dorada del ciclismo, marcada por figuras como Miguel Indurain, Marco Pantani y Lance Armstrong. Sin embargo, compara aquellos años con la actualidad y destaca los cambios drásticos que ha experimentado el deporte. “Cuando yo corría, el ciclismo era completamente distinto. Hoy día se pesa todo al milímetro: los gramos de pasta, los vatios en el entrenamiento… Todo está muy controlado. Antes era más sencillo, aunque no menos duro”.
El uso de potenciómetros, medidores de vatios y estrictos planes nutricionales son algunos de los avances que Andrés observa en su trabajo como mecánico. “En mi época, las bicis pesaban 10 kilos, pero ahora, con la fibra de carbono, son increíblemente ligeras y rígidas. Además, los cambios electrónicos han revolucionado todo. Es impresionante cómo ha avanzado la tecnología”.
La evolución no se limita al material o los entrenamientos. También ha cambiado el perfil de los ciclistas. Andrés comenta cómo hoy en día jóvenes de 19 o 20 años ya están dominando el pelotón profesional. “Antes pasabas a profesional con 22 o 23 años. Hoy, los que destacan ya están compitiendo con 18 o 19. Pogačar es un ejemplo de esa nueva generación que no tiene miedo”.
El trabajo del mecánico: Una ciencia y un arte
El rol del mecánico en el ciclismo moderno es crucial. “Antes, en una Vuelta a España había dos mecánicos para nueve ciclistas. Ahora somos cinco o seis, porque las bicicletas requieren un cuidado especial y los ciclistas demandan mucho más. Todo se ha profesionalizado”.
Andrés rememora momentos de gran tensión, como cuando un ciclista llega minutos antes de la salida con problemas en los cambios electrónicos. “Tienes que resolverlo rápido, sin margen de error. Es en esos momentos donde realmente se ve quién está preparado”, explica. Este nivel de precisión es vital en un deporte donde un fallo técnico puede determinar el resultado de una carrera. “Es una labor que requiere paciencia, dedicación y amor por lo que haces. No es solo trabajo, es pasión”, asegura Bermejo.
La sombra del dopaje y la evolución del ciclismo
Bermejo no esquiva hablar de la época más oscura del ciclismo, marcada por escándalos de dopaje en los años 90 y 2000. “Era otro ambiente en el pelotón. Hoy día creo que todo está más controlado, pero el dopaje es difícil de erradicar. Donde hay mucho dinero y competición, siempre hay riesgos”. Aunque optimista sobre el futuro, reconoce que “lograr un deporte completamente limpio es complicado, porque siempre habrá quienes busquen ventajas”.
A pesar de ello, Andrés destaca cómo la transparencia y los avances médicos han contribuido a mejorar la percepción del ciclismo. “El deporte siempre evoluciona, y creo que vamos en la dirección correcta”.
El accidente que cambió su vida
La carrera profesional de Bermejo se vio truncada tras un accidente en Puertollano, que dejó secuelas permanentes en su espalda. “En el año 2000, durante la Vuelta a España, fui líder de metas volantes y renové contrato. Pero en la siguiente temporada tuve un accidente, me atropello un coche que me dejó con una incapacidad permanente por daños en la espalda. Por este motivo se terminó mi carrera como ciclista”.
Sin embargo, esta adversidad lo llevó a descubrir su talento como mecánico y a mantenerse vinculado al ciclismo. “Siempre digo que la bicicleta es mi vida. Vivo de ella y para ella”, afirma con orgullo.
Un legado en el ciclismo
Desde Almodóvar del Campo, Andrés Bermejo continúa aportando al ciclismo con la misma pasión de siempre. “Conocí a grandes figuras como Indurain, Pantani o Armstrong. Estar en el pelotón con ellos era como un sueño. Ahora, como mecánico, sigo viviendo ese sueño, pero desde otra perspectiva”.
El caso de Andrés Bermejo es un ejemplo de cómo la pasión por un deporte puede trascender etapas y roles, manteniendo viva la esencia de la dedicación y el esfuerzo. Su historia combina la nostalgia del pasado, los retos del presente y la ilusión por seguir pedaleando, aunque sea desde el otro lado del manillar.