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28 marzo 2024
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Darío Rodríguez, una referencia en el Rally Dakar

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Darío Rodríguez posa para Lanzadigital en el interior de la UVI Móvil de Ciudad Real en la que trabaja habitualmente / Foto: Elena Rosa
Raúl Fernández / CIUDAD REAL
El enfermero, natural de Saceruela, cuenta su gran experiencia tras ocho años siendo parte importante de la organización en la gran prueba del motor.

Darío Rodríguez Morales (43 años, Saceruela) comenzó a moldear su vida a la búsqueda de cumplir su sueño. A los estudios de enfermería y su trabajo en la UVI móvil de Ciudad Real, le sumó el aprendizaje del francés, la entrada en la organización de diversos rallys, el conocimiento de los sistemas GPS y el carnet de camión. El objetivo que tenía era claro: ampliar su currículum para poder entrar a formar parte de la familia del Rally Dakar, algo que consiguió por primera vez en el 2011 dentro del cuerpo de servicios sanitarios de esta durísima prueba del motor, la más importante por etapas, y que en este 2019 ha repetido por octava vez, la séptima consecutiva (falló en 2012 por un problema a última hora cuando tenía todo preparado). El enfermero de Saceruela no solo ha cumplido ese sueño que buscaba, sino que ya es todo un referente dentro de la organización del Dakar.

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El enfermero Darío Rodríguez posa para Lanzadigital / Foto: Elena Rosa

Fue en 2005 cuando envió su currículum por primera vez a la organización con el deseo de obtener una respuesta. “Los cuatro primeros años no sabía si llegaban o no, nadie me contestaba”, cuenta ahora, “pero yo seguía mandando y mandando”. Cuatro años después, en el 2009, hubo al fin noticias de la otra parte. “Fue un email de la directora médica, Florence Pommerieque, yo flipaba. Me decía que conocía mi currículum, que era bueno, pero que lo sentía, porque todas las plazas estaban cubiertas, aunque lo tendría en cuenta”. Animado todavía más por esta respuesta, Darío siguió insistiendo en su envío anual, hasta que en abril del 2010 llegó el premio, el sueño tan esperado. “Estaba de guardia y cuando abrí el correo y leí que contaban conmigo para el 2011 casi me caigo de la silla. Lo leía una vez, lo leía otra y todavía me daba vergüenza decírselo a mi compañero que estaba sentado en la UVI Móvil, fue la leche”, explica y añade a la vez una anécdota de ese momento: “Mis compañeros me decían que ya era hora, que me cogían por pesado. Era una interpretación en sentido negativo. Cuando llegué a París a la entrevista con la directora médica, que había verificado todo mi currículum, me dijo que una de las cosas por la que me había cogido era porque sabía que quería ir al Dakar, sabía que estaba comprometido por el interés mostrado año tras año a pesar de no recibir respuesta. Una interpretación positiva”.

En ese 2011 comenzó la vivencia sanitaria de Darío Rodríguez en el Rally Dakar, ya instalado entonces en Sudamerica. A partir de ahí comenzó a conocer ‘in situ’ lo dura y exigente que es esta prueba, no solo para los pilotos, sino también para los miembros de la organización. “Apenas duermes y eso agría el carácter. Ya nos avisaban al principio de esto. Los de la organización lo pasamos seguramente tan mal como muchos de los pilotos de la parte de atrás, porque los de delante, con momentos malos, van casi de paseo. He visto a buenos compañeros profesionales que les ha rebasado el cansancio, no han sabido gestionarlo y empiezan a generar problemas en el equipo, por lo que en los primeros días se les manda para casa”, relata.

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Darío Rodríguez, en su UVI Móvil / Foto: Elena Rosa

Desde entonces, ya son ocho las ediciones casi seguidas en las que Darío Rodríguez no ha faltado a su cita anual, pidiendo a sus compañeros de la UVI Móvil de Ciudad Real favores en estos días que luego les compensa en el verano, porque él no es para nada de vacaciones en la playa, si no que su pasión es el motor y el Rally Dakar, en donde es ya cierto veterano y todo un referente para muchos pilotos, entre ellos los Carlos Sainz o Nani Roma. “Después de ocho años mi relación con los pilotos es muy buena. Ya me identifican por mi cara y hasta con mi nombre. Pasas de ser en los primeros años como un fan, de querer hacerte un selfie con ellos, a dejarles tranquilos y esperar a que vengan ellos (sonríe). Y ellos siempre vienen a pedirte o preguntarte algo. Te has convertido en una persona de referencia. Los españoles más porque hablas castellano, pero viene todo el mundo”, comenta y habla, por ejemplo, de Nasser Al Attiyah, “con el que tengo buena relación y me cae bien. Es un tipo con dinero, un jefazo en Qatar al que nadie regala nada y todos van a pedirle. Y yo siempre le regalo mi camiseta de la organización. La primera vez no lo esperaba y siempre que me ve me identifica. Me quiere contratar para varias cosas, por ejemplo un rally en Marruecos al que no puedo ir. Hace dos años vino a correr la Baja España y en un momento dado me vio. Abrió la valla, pasó por toda la gente y vino a saludarme con un abrazo. Un amigo flipaba”.

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Darío Rodríguez dialoga en un Rally Dakar con Carlos Sainz

También Darío, tiene anécdotas, por supuesto, de algunas de las intervenciones sanitarias que ha tenido que llevar a cabo a lo largo de todos estos años, afortunadamente ninguna con una gravedad extrema. De esas recuerda una en su primer año, el del 2011, cuando atendió a un joven que luego se convertiría en una ‘estrella’ del Dakar, Joan Barreda: “El día 2 estaba en el sitio sanitario y llega un chaval preguntando si alguien hablaba castellano. Yo era el único que lo hacía. Se había caído y tenía el brazo mal, muy hinchado, con mala pinta. Me tuve que marchar y le dejé con un compañero, que me comentó luego que tenía una fisura en el radio, pero que había firmado seguir en carrera. Al día siguiente, en la Pampa Argentina, en medio de la nada, le vi llegar y muy pronto. Fue dando gas a tope aunque tenía el brazo así. Me contó que le dolía mucho, le di un paracetamol y le dije que no arriesgara. A la media hora me llamaron porque me traían un piloto que se había caído. Era él, Joan Barreda. Le recogí en el avión y desde entonces somos buenos amigos. Aquel día lo guardo con cariño, él se quejaba que no había podido aprovechar la oportunidad que le habían dado, que el día tres se volvía a casa. Ahora es uno de los mejores pilotos”.

Con Nani Roma
Darío Rodríguez, con Nani Roma en un pasado Rally Dakar

También Darío recuerda, pero con tristeza, otros malos días vividos en el trazado del rally en los que la tragedia alcanzó una prueba que a veces no perdona los grandes despistes. El riesgo de la muerte está presente, y todos, desde el primer piloto hasta el último efectivo de la organización, son conscientes de ello. “He vivido varios. Se asimila mal. No he asistido a ningún fallecido, pero el sentimiento que se crea es de fracaso. Entendemos que alguien se pueda caer, romper un brazo o matar. Es una carrera. No es que sea culpa nuestra si sucede, pero somos los sanitarios y velamos para que eso no pase. Tenemos que cuidar esa gente y te queda una sensación de vacío”. El caso que más tiene en mente el enfermero ciudarrealeño fue el del belga Eric Palante, que fue encontrado muerto en la quinta etapa del Rally Dakar 2015 tras sufrir un infarto en unos días de calor extremo.

Aun con ese evidente peligro, este rally tiene un poderoso imán para Darío: “Lo que a mí me atrae de allí es que el Dakar está porque nosotros podemos hacerlo. Eso nos dicen y nos motiva. A veces en esta carrera, en la que pasan mil variables cada día, hasta el último peón puede convertirse en el gran representante de la organización en un punto. Y eso lo tenemos asumido. Por eso te das cuenta de la importancia de tu trabajo y te sientes orgulloso”. Un ejemplo le ocurrió, sin ir más lejos, en este año: “Estaba en la entrada de un cañón muy estrecho por donde solo cabía un coche. Hubo un accidente en mitad de él y me llamaron para parar la carrera, porque no se podía pasar. Ahí estaba yo solo parando a todos los que venía y explicando en cuatro idiomas (habla castellano, francés, inglés e italiano) lo que pasaba a los pilotos que llegaban. Gestionar aquello fue muy difícil, en un momento tú, que no lo esperabas, te eriges en la persona clave de la organización en ese día”.

Avituallamiento
Darío Rodríguez, en un avituallamiento del Rally Dakar con el helicoptero

Ese sentimiento de pertenecer a algo muy grande y de trabajar en algo muy importante lo escribe Darío en su libreta que le acompaña en la prueba, en donde apunta día a día cosas vitales como dónde hay agua, dónde estará el helicóptero más cercano, los compañeros… A ello se ha sumado en este Rally 2019 una función más que la sanitaria, la de controlar las comunicaciones en puntos intermedios de la carrera, por lo que debía desplazarse muchos kilómetros a zonas de difícil acceso a primerísimas horas de la mañana y en situaciones de aislamiento junto a un compañero. “Esto era primordial para la carrera, más que lo sanitario. Ha sido para mí más duro. Había que estar a las 5.30 de la mañana en un punto en mitad de la nada, atravesando dunas cortadas, pistas sin señales o ríos de arena por la noche. No os podéis imaginar qué sitios, llegar ya era un éxito”, confirma y explica que tuvo alguna discusión con el centro de mando, “porque me parecía una misión casi suicida. Me escucharon y me dieron la razón. Hubo algún cambio para tomar menos riesgo”.

Atención
Darío, en una atención sanitaria a un piloto

Consciente año tras año de la posibilidad de la tragedia ajena e, incluso de la propia en ocasiones, de la dureza extrema de trabajar horas y horas sin parar, sin apenas descanso, Darío Rodríguez parece seguir ‘picado’ en el Rally Dakar. “Espero volver. No tenemos contrato fijo, es como una invitación. Pido permiso a mi mujer, porque me pongo en su lugar, no está tranquila y esto es un hobby para mí, no una necesidad. Ocho años haciendo el Dakar es una carrera larga, en el décimo ponen a los pilotos una pegatina de ‘Legend’. Pero de momento sigo animado y este año he tenido buenos momentos y me ha dejado ganas de volver. Ha sido gratificante el no haber fallado ningún día”.

Con ese ‘gusanillo’ vivo, parece que el Rally Dakar seguirá contanto con este enfermero de Saceruela en su organización. “¿Correrlo en coche o moto? Me gustaría hacerlo. Alguna vez he tenido una vaga oportunidad de ir como copiloto. Debe ser una experiencia brutal”. De momento, él es uno de esos héroes que aguantan apenas sin dormir y trabajando casi 24 horas por la salud de los competidores y por el buen desarrollo de la carrera.

Con laia
Darío Rodríguez, con la piloto Laia Sanz
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