La máxima categoría del baloncesto en silla de ruedas son palabras mayores y de ello puede dar buena cuenta un BSR Puertollano que todavía no sabe lo que es ganar en ella.
El equipo de Ángel Pablo Sendarrubias es peleón, se vacía en cada encuentro, pero con lo que hay no les da para competir contra algunos de los mejores equipos del mundo.
Están disfrutando de la experiencia pese a lo que supone la carga de la derrota cada semana. Tenían claro que este iba a ser el precio a asumir al dar el salto a la División de Honor y eso dignifica no sólo lo conseguido la pasada campaña, sino también el trabajo diario de estos titanes para los que el día a día obliga a reducir el deporte a un pequeño oasis que se resume en el tiempo que pueden dedicar a entrenar.
El de hoy, contra el Bidaideak, ha sido otra prueba de fuego para testar la madurez del equipo minero, que vuelto a darlo todo, frente a un rival muy superior.
Ya el primer cuarto ha dejada clara la diferencia entre unos y otros, con un contundente 10-22 al que se han ido sumando dígitos hasta el 23-41 con el que se han marchado los protagonistas al descanso.
La segunda mitad ha sido un calco, con un equipo vasco que pese a la diferencia en el marcador no ha aflojado, porque precisamente, ésta es la mejor forma de dignificar al rival.
Así, finalmente, el resultado ha reflejado un duro 44-92; otra contundente derrota para los de Puertollano a los que seguro les viene bien este parón navideño, para ver desde lejos lo mucho que están consiguiendo pese a lo que dictan los caprichosos números.