Ciudad Real, como tantas otras ciudades, está viendo proliferar en los últimos años el nacimiento de nuevos espacios para entrenamientos. El culto al cuerpo, el poder de atracción de los influencers en las redes sociales y la certeza de que hacer deporte permite una vida más plena, ha provocado este fenómeno social. En un mercado tan pleno, ser disruptivo pasa por algo tan esencial como ponerle nombre y apellidos a tu cliente.
Con esta idea ha nacido «Entrenamiento único«, un gimnasio ubicado en calle Malagón 4 de la capital, que apuesta por la atención personalizada, alejados de la idea de masificar un servicio en el que se pueda perder esa esencia.
Detrás de esta idea están Ramón y Ricardo Díaz, dos hermanos, menores de treinta años, que después de años de formación y de intercalar otros trabajos, han decidido dar un paso al frente para demostrar que en una sociedad donde la aspiración habla del funcionariado como fórmula de vida estable, también es posible el emprendimiento para cumplir otros sueños.
Esta inquietud empresarial, surge, explica Ramón «estando en mitad de la carrera. Yo no quería estar durante cuatro años en la carrera haciendo lo que el resto de mi promoción. En segundo curso, empecé a moverme en Internet y a ofrecer servicios de entrenamiento online enfocados a opositores, ciclistas, triatletas, porque era el círculo que me rodeaba al haber competido en bici».
Durante esos años, señala, «aproveché para ir cogiendo experiencia, a base de cobrar poco y nada y de, pues, cometer muchos errores. En tercero, después del COVID, como estaba todo cerrado, aprovechamos el verano, tirando del material que teníamos en casa, para entrenar con grupos reducidos de amigos en La Atalaya. Ellos fueron mis conejillos de Indias y la verdad es que conseguimos resultados».

Al terminar la Universidad, Ramón empezó a trabajar pero la inquietud de ofrecer sus servicios personalizados seguía latente. «Obviamente, empecé con mis padres, con los padres de mis amigos, etc, en un hobby que he tenido la suerte de poder estandarizar y hacerlo mi trabajo actualmente».
En su agenda, hay clientes de todo tipo. «Los que más me gusta tratar son pacientes oncológicos y personas mayores, porque son los que realmente sienten y valoran el resultado que se consigue. Me llena muchísimo, cuando con el paso de las semanas, me viene y me dicen, ‘me siento muchísimo mejor’. Es una sensación increíble y muy gratificante».
En el caso de personas que han superado un cáncer o que conviven con él, subraya Díaz, «tanto por parte de los propios pacientes como de los profesionales que realizan su seguimiento, nos han dado tanto siempre la enhorabuena. Los feedbacks siempre son muy positivos y nos hace estar orgullosos de lo que hacemos porque de alguna forma, contribuimos a la mejor calidad de vida de estas personas».

Junto a Ramón, está su hermano Ricardo, ejerciendo un trabajo más en la sombra, llevando las redes, la página web, la comunicación. De formación es docente, pero a tiempo completo es amante del deporte. Así se define de hecho. «Tanto mi hermano como yo, somos dos apasionados del deporte» y esto es lo que quieren inculcar a sus clientes. «Buscamos que esta metodología tenga adherencia, que el cliente esté muy a gusto y que tenga un buen entrenamiento y un buen servicio en el que se sientan como en casa».
Entrenamientos con nombres y apellidos
Elegir este nombre no es sacar pecho frente al resto de gimnasios. ‘Entrenamiento único’, explican estos dos emprendedores, «no es una forma arrogante de decir: soy mejor que tú, es contextualizar que en este centro cada cliente es importante y todos tienen su propio entrenamiento. Aquí cada persona que va a coger una mancuerna, una kettlebell, una goma elástica, lo va a hacer con un propósito que previamente hemos definido para ajustar su entrenamiento».
En apenas unos meses, lo que era un espacio diáfano, se ha transformado en un rincón acogedor para entrenar ‘en familia’. Mirando a futuro, expresa Ramón, «me gustaría ir incorporando alguna máquina más, hacer un par de remodelaciones que nos faltan, pero sobre todo mantener la esencia con la que hemos nacido. Queremos generar una muy buena comunidad, un buen ambiente y que la gente venga a entrenar como si estuviesen en casa».
Emprender «para cumplir sueños»
En un país donde la burocracia es eterna y donde ser emprendedor es todo un reto de supervivencia, los hermanos Díaz lo tuvieron claro desde el principio.
Explica Ricardo que «este proyecto surge de muchas ideas que teníamos en la cabeza, que queríamos materializar y porque realmente era un sueño por el que queríamos luchar».

Realmente, fue difícil ese salto porque su experiencia como emprendedores era nula. «No sabíamos por dónde empezar, no sabíamos a quién teníamos que buscar para que nos echase un cable y es todo muy autodidacta. Buscas información, te formas constante, te juntas con gente con aspiraciones similares, hasta que de pronto, estás capacitado para hacerlo o al menos intentarlo».
Ser empresarios, como vivir, «es una batalla nueva en la que aparecen dos mil problemas y con mucha ilusión, con muchas ganas de trabajar, te vas adaptando y saliendo adelante», resume Ricardo, mientras observa con orgullo el centro al que han dado vida.