“El momento más solitario en la vida de alguien, es cuando está viendo como su mundo se desmorona y lo único que puede hacer es mirar fijamente”. Así describió Scott Fitzgerald lo que le sucedió al protagonista, Jay Gatsby, en el final de su célebre novela El Gran Gatsby. Justo eso mismo es lo que sucedió la noche del pasado martes en Córdoba. Que todo se desmoronó al finalizar el partido y mirar fijamente la pista fue lo único que se pudo hacer. El silencio del regreso fue brutal, desolador.
Diego Ríos Gayoso no es alto, pero tampoco bajo. Tiene 34 años, nació en Lugo y habla con un acento gallego bastante evidente. Es un tipo serio al que es difícil ver sonreír. Habla pausado, tranquilo y transmite seguridad en sus palabras. Diego Ríos es el yerno que seguramente toda suegra quisiera tener. Un tipo hogareño, amante de los perros, que lleva media vida metido en los pabellones de Galicia. El club de su vida es Prone Lugo. Allí estuvo desde los once años. Como jugador y luego como entrenador, pasó por todos los equipos posibles del club, desde la base hasta el primer equipo.
A Diego Ríos siempre le hicieron encargos complicados. Manuel Vázquez acudió a él, le pidió que dejara el banquillo del filial y le encargó que mantuviera al primer equipo, al Prone Lugo en Primera División. Con apenas 27 años, todavía el nivel 2 y acompañado de su cuerpo técnico de confianza, el que siempre tuvo en el club, aceptó el encargo. Durante tres temporadas lo cumplió, hasta que pasó lo que de vez en cuando pasa en el fútbol sala, hasta que los patrocinadores dejaron de patrocinar, las ayudas dejaron de llegar y la plantilla dejó de cobrar. Los retrasos en las nóminas fueron enormes y no tuvo más remedio que irse del club. Lo anunció en la rueda de prensa de uno de sus últimos partidos y allí agradeció a su familia que le llegase a dar dinero para poder seguir entrenando. La temporada siguiente Azkar dejó de patrocinar y Prone Lugo descendió.
Diego Ríos no recibió ofertas de equipos de Primera, porque en esa categoría los banquillos suelen tener poco trasiego. Sí as tuvo del extranjero y de equipos de Segunda. O´Parrulo Ferrol, el club que tiene un pato en el escudo, pensó en él para consolidarse en la Segunda División. Esa fue la que más le convenía, porque los apenas 100 kilómetros que hay entre Lugo y Ferrol, le permitirían seguir viviendo en Lugo, ir a diario a entrenar a Ferrol y estar presente en la vida de Lugosala, una nueva escuela de formación para niños, que pretendía dar un “aire nuevo” al fútbol sala de la ciudad. En apenas dos semanas de negociaciones, y tras una reunión en Lugo y otra en Ferrol, llegaron a un acuerdo.
Tres temporadas pasaron Diego Ríos y Ferrol en Segunda División. Siempre con uno de los presupuestos más bajos y con una plantilla prácticamente gallega, cada temporada mejoraba la anterior. Cada temporada ganaban más partidos, perdían menos, lograban más puntos y acababan mejor clasificados. Siempre buscaron la permanencia, hasta que una vez llegaron al séptimo puesto y como los filiales no lo podían jugar, les tocó disputar el play off por el ascenso. Eso fue un problema, porque no estaba previsto en los presupuestos y el Concello de Ferrol no les ayudó. No tenían dinero. Los jugadores resolvieron el problema renunciando a su última nómina, la del mes de mayo, para poder afrontar los gastos de los viajes. Con dos furgonetas alquiladas, más baratas que un autobús, y con el factor campo en contra, lograron lo que todos sabían que era imposible, eliminar a Antequera y luego a Elche en sus propios pabellones y ascender.
La temporada pasada Ferrol dio unas cuantas vueltas de campana. Pasó las primeras 18 jornadas sin ganar un solo partido y solo empató 4. Fueron 18 lunes consecutivos camino del entrenamiento sin haber logrado ganar el fin de semana. Eso fueron 4 meses, desde septiembre hasta enero. Desde la tercera jornada en puestos de descenso. Aquello fue para volverse loco, aquello si fue para estar realmente nervioso. Hasta que llegó diciembre y ficharon a dos jugadores enormes. Saúl Olmo, internacional, 2 veces campeón de Liga, 2 veces campeón de Copa. Y Adrián, sobre todo Adrián. El mayor talento que nunca salió de la cantera de Ferrol. Desde cadete hasta el primer equipo, luego ElPozo y Rusia. Ellos dos lo cambiaron todo. Con ellos llegaron 6 victorias en las últimas 12 jornadas. 5 de ellas en casa ante Jaén, Levante, Santiago, Canarias y Segovia. Volvieron a hacer lo que todos sabían que era imposible. Lograron la permanencia.
Ha llegado la tarde de estar todos unidos. Ha llegado la tarde de recordar que estos jugadores y que este cuerpo técnico son los del ascenso, los de las 7 victorias consecutivas, los que lograron que los empates supiesen a poco, que casi fuesen un drama. Los mismos que esta semana han tenido que viajar, según donde vivan, 1.000 o 1.600 kilómetros para ir entrenar, para jugar en Córdoba. Ha llegado la tarde de estar todos unidos, porque O´Parrulo no va a ser nada fácil. Va a llegar con 4 jugadores enormes, Attos, Adrián, Rubi y Chano, que rebosan talento, que podrían estar en cualquier equipo de playoff. Su debilidad serán sus rotaciones. Ha llegado la tarde de no dejar solos, ni por un momento, a jugadores y cuerpo técnico, porque ellos solo viven para ganar el siguiente partido. Ha llegado la tarde de confiar, de tener más paciencia que nunca, de hacer que el rival dude y se sienta muy pequeño. Este era el sueño, jugar un partido de verdad, en Primera División, ahora toca no rendirse, todos juntos, siempre juntos.