Seguramente, la noche del 10 de mayo de 1.995 fue una de las más felices que el deporte regaló a la ciudad de Zaragoza. Aquella noche, en París, el Real Zaragoza ganó la Recopa. Fue la final del gol de Nayim, la que acabó con Seaman tumbado dentro de su portería. Lo que en esos momentos nadie sospechó fue que 45 días después, en Zaragoza, se iba a vivir algo emocionalmente mucho más grande. Porque allí se decidió la final de la LNFS, que disputaban al mejor de tres partidos Sego Zaragoza, uno de los dos equipos de fútbol sala que en ese momento había en la ciudad, y el Inter de Jesús Clavería, Richard, Celso, Cobeta y Carosini. Inter ganó en Alcobendas el primer partido y tan solo necesitaba un empate. Pero fue Sego, que por motivos de patrocinio se llamaba Pinturas Lepanto, quien ganó dos partidos seguidos y acabó siendo campeón de Liga. Esa fue la única vez que a Inter le remontaron una final de liga.
Sego siempre fue un club especial al que todo le sucedió muy rápido, porque desde su creación solo necesitó 7 años para ascender a División de Honor y cuatro para ser campeón de Liga. Especial también fue su entrenador, Luis Ángel Corredera, un animal competitivo, rígido en sus métodos, que llevaba a los entrenamientos un nivel de intensidad superior al de algunos partidos, un motivador brutal, capaz de llegar al enfrentamiento personal con los jugadores para sacarles lo máximo, algo que no siempre gustó en el vestuario. Un tipo que además de entrenar, hizo de ojeador, negociador de contratos y organizador de viajes. Sego fue especial también por su plantilla, con un presupuesto más bien bajo, en su mayoría jóvenes talentos zaragozanos, muchos juveniles y unos pocos jugadores muy buenos y experimentados. Siempre quedarán en el recuerdo la ciudad los nombres de Carlos Calvo, Santi Herrero, Monjonell, Antonio Martín, Kake, Monteagudo, Juan Gómez Galo.
Lo que sucedió en aquellos dos partidos que decidieron aquella liga fue eso tan especial que de vez en cuando nos regala el fútbol sala, eso que no se ve pero que se siente muy adentro y que nunca se olvida, eso que es tan difícil de contar como bonito de vivir. Y es que la ciudad de Zaragoza, identificada con aquellos jóvenes que podían ser los hijos de sus vecinos, llenó el pabellón Príncipe Felipe con más de 11.000 espectadores, más del aforo permitido, y crearon un ambiente brutal, tanto que Corredera no hacía más que abroncar a sus jugadores en el calentamiento, porque se paraban a mirar la grada. Tanto, que los jugadores de Zaragoza al salir a jugar y buscarse con la mirada, se sintieron superiores, sentían que aquello no se les podía escapar. Una valla caída y las tres primeras filas de espectadores por los suelos tras un gol en el primer partido. El comienzo del segundo retrasado por las enormes colas para entrar. Los jugadores que por el griterío apenas se podían oír en la pista. La camiseta blanca de Pinturas Lepanto con las tres bandas azules de Adidas bordadas en un hombro. El balón de color azul por exigencias televisivas. Y Galo, flaco, con piernas delgadas y las medias caídas por los tobillos, tirado en el parque dando puñetazos al suelo de rabia, antes ser sepultado por sus compañeros, después de marcar el gol que les hacían campeones. Esas son imágenes siempre quedarán en el recuerdo de la ciudad. Aquellos jugadores que nunca volvieron a vivir nada igual, tuvieron una de esas oportunidades que rara vez la vida te da. Y la aprovecharon.
Tres temporadas después, por problemas de presupuesto, Pinturas Lepanto fue expulsado de la competición por incomparecencia en algunos partidos y a los pocos meses desapareció. Esa misma temporada, el otro club de fútbol sala de la ciudad, Sala 10, que también viste de blanco, que tiene por escudo los colores del cachirulo, que juega en el pabellón Siglo XXI, a escasos 5 kilómetros del Príncipe Felipe y que será el rival de Valdepeñas este viernes, jugaba por ascender a División de Honor.
Al contrario que a Sego, a Sala 10 las cosas le sucedieron de un modo más lento y fueron más discretas. Ascensos, descensos, una renuncia de categoría por falta de presupuesto y los cuartos de playoff por el título como techo. Unos cuantos nombres como Foticos, DKV, Umacon y Ríos Renovables, cuentan la historia de un club que siempre se nutrió de jóvenes zaragozanos como Víctor Tejel, Richi Felipe, Iván Bernard y Nano Modrego, que llegaron poco a poco y que ahora forman la base del actual equipo. Pero hay un nombre, el de Santi Herrero, que atraviesa la historia del fútbol sala de la ciudad, que fue capitán del Sego campeón de Liga, luego jugador de Sala 10 y que ahora es su entrenador. Herrero siempre estuvo presente, jugando o dirigiendo, en todos los playoffs por el título que jugó el club.
Sala 10 nunca fue de fichar mucho, sino de hacerlo bien. Ejemplos de ello son la llegada de Carlos Retamar hace ya 7 temporadas y que ahora, prácticamente es el entrenador en la pista, y la de Joan Linares, que llegó de Talavera con la mente puesta en seguir marcando goles, y que logró en Murcia su gol 600 en la LNFS, precisamente el mismo pabellón donde 19 temporadas antes, con la camiseta del Barcelona, hizo su primer gol.
Esta temporada Zaragoza quería repetir lo del año pasado y volver a jugar Copa y play off, pero no ha comenzado muy bien porque ya ha perdido 6 partidos. Será muy difícil hacerles un solo gol, porque en casa, aunque solo han marcado 6 veces, solo han recibido 4 goles.
Este será otro condenado viernes en el que Valdepeñas tiene que jugar fuera de casa. Otro partido en el que al mirar las esquinas del pabellón de turno, uno no puede hacer más que sentir algo de pena, e imaginar lo bonito que hubiese sido aquello si hubiesen estado los locos de azul, con sus bombos, con sus canciones, con las miradas de Miguel Ángel a los suyos, que uno nunca acaba de descifrar, pero que intuye que llaman al orden al que deja de animar por un momento. Una vez más, en un pabellón casi en silencio, serán los jugadores los que tengan que sacar el partido adelante. No será nada fácil. No lo está siendo. En ningún aspecto. Ojalá todo salga bien.
BAJA DE TERRY Y DUDAS DE NACHO PEDRAZA Y JOSÉ RUIZ |
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Esta semana el Viña Albali Valdepeñas ha conocido la mala noticia de la grave lesión de Terry, una rotura del ligamento anterior de su rodilla que le dejará KO toda la temporada, comenzando por este partido ante Zaragoza. También será baja casi con toda seguridad Nacho Pedraza, mientras que es seria duda José Ruiz. El míster Leo Herrera tendrá que tirar posiblemente del filial o juveniles para completar la convocatoria.
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