Faltaban poco más de dos minutos para el final del partido cuando la afición del FS Valdepeñas exteriorizó repentinamente un grandioso grito de alegría, más intenso todavía que los imparables sonidos de ánimos, con más corazón incluso que el que todos habían expresado hasta entonces. Fue el grito del ascenso a Primera División, el que anunció la realidad del sueño, el que refrendó que en Mengíbar, a 120 kilómetros de distancia, el encuentro había finalizado sin la victoria del Burela. Aquí, en el pabellón Virgen de la Cabeza, el FS Valdepeñas ganaba 4-1 y tenía perfectamente controlado el juego. Las condiciones se cumplían y eso permitió dos minutos de un festejo inolvidable que culminaron con el pitido del árbitro y la oficialidad de ese ascenso. Entonces hubo más gritos que nunca, abrazos por allí, por allá, gestos de emoción de los jugadores, de la afición, de los directivos con un orgulloso presidente Luis Palencia a la cabeza, el técnico Leo Herrera por los aires lanzado por sus pupilos, celebraciones junto a la grada, junto a los familiares, camisetas puestas por encima con el resumen del año estampado: ‘¡Un equipo, una afición, una ciudad de Primera. Gracias!.. Una explosión de júbilo merecida, buscada desde hace años y que ya es real. La Primera División del fútbol sala nacional llegará a Valdepeñas la próxima temporada.
“Es un momento precioso. Lo llevábamos intentando vivir hace dos o tres semanas. Ves a la gente, contenta, todo el mundo alegre.. Ahora vamos a disfrutarlo, luego a ponernos el objetivo de que nos quedan dos partidos y queremos ser campeones de Liga. Y ya en verano veremos lo que pasa”, expresaba el capitán del equipo, Mimi, el líder de un equipo que “cada vez que se caía, más se levantaba. Lo hemos demostrado”.
El portero Mendiola, posiblemente el mejor del encuentro ante Antequera con paradas salvadoras en el primer tramo del partido, indicó en medio de la fiesta que “esto es increíble. Ha sido un ascenso muy trabajado, con mucho sacrificio. Se nos estaba atragantando en estos partidos finales, pero al final con esta afición y el gran equipo que hay el trabajo ha dado sus frutos. Estoy contentísimo y ya por fin Valdepeñas ha conseguido lo que tanto estaba buscando”.
Iván Quintín es el único integrante de la plantilla que ha sumado su segundo ascenso consecutivo a la máxima categoría. El año pasado lo hizo con Segovia, y este repite con Valdepeñas. “Estoy muy orgulloso tanto por el trabajo del equipo como por esta afición. Es increíble. Es muy especial porque he podido ayudar para conseguir el objetivo”.
El moraleño Rodrigo llegó al FS Valdepeñas para empezar a jugar a mitad de curso procedente del Segovia de Primera. En su llegada, siempre recalcó su deseo de subir con el FS Valdepeñas, casi el equipo de casa. Y lo ha conseguido. “Sentir esto que se siente en este pabellón, con esta afición, es increíble y más con lo que nos estábamos jugando. Hemos conseguido el ascenso, Valdepeñas se lo merece, nosotros lo merecemos compitiendo como lo hemos hecho. Ahora a disfrutar, esto lo siento como un valdepeñero más”.
También Zamo pudo al fin cumplir el sueño que llevaba buscando vistiendo la elástica del FS Valdepeñas. “Se estaba resistiendo tras la Copa el ganar, pero estábamos tranquilos dentro del vestuario. Sabíamos que tenía que llegar y así ha sido. Todos los ascensos son especiales, este es el cuarto mío. Nosotros hemos hecho un gran esfuerzo, un gran trabajo y este ha sido el año en el que lo merecíamos”, concluyó.