Por fin se acabaron las obras y Valdepeñas regresa a casa. Han sido muchos meses esperando este momento, muchos entrenamientos y cinco partidos en Ciudad Real, donde, en realidad, ni el equipo, ni la afición llegaron a sentirse como en casa, y lo peor de todo, tampoco los rivales sintieron lo que se siente cuando vas a jugar a Valdepeñas. En todo ese tiempo la realidad ha sido muy dura con Valdepeñas. Ya sabíamos que la vida de los equipos que luchan por la permanencia básicamente consiste en ganar muy poco y perder mucho, pero las derrotas, aunque previsibles, estaban siendo crueles, los empates tampoco acababan de dar tranquilidad, las lesiones impedían entrenar con normalidad y debilitaban al equipo, y partidos como los de Córdoba o Manzanares no hicieron otra cosa más que estorbar. Las cosas no iban bien.
Pero en Zaragoza la realidad aflojó. Después de mucho tiempo, se volvió a ver una esquina con gente de Valdepeñas, los suficientes como para hacerse oír, los suficientes como para que allí conocieran como es, en una pequeña dosis, la afición de Valdepeñas. En Zaragoza los jugadores sufrieron y supieron competir con solo tres cambios, más José Ruiz, que demostró lo que es estar comprometido con un equipo, con unos compañeros, con un cuerpo técnico. Al final sacaron un empate, que uno nunca llegó a saber, si sabía bien o mal.
Movistar Inter FS va a estrenar el nuevo Virgen de la Cabeza. No podría haber sido otro rival mejor. Porque Inter es el club más grande del mundo. Inter es la historia de un equipo de ex futbolistas y periodistas, que a finales de los años 70, en torno a José María García, se juntaron para jugar partidos benéficos y de exhibición, y que acabó siendo una máquina de ganar títulos. Muy pronto dejaron los amistosos, se federaron y ya no se dedicaron a otra cosa más que a ganar. Lo ganaron casi todo en la década de los ochenta, cuando el fútbol sala estaba dividido y competían en la liga que organizaba la Federación Española de Fútbol. Y lo siguieron ganando casi todo, cuando el fútbol sala se unificó y nació la LNFS. Ya llevan 13 ligas, justo detrás El Pozo con 5. No sería exagerado decir que Inter es una apisonadora, porque en las últimas 20 temporadas, ha jugado 17 semifinales, ha llegado a 12 finales, de las que ha ganado 10. No sería exagerado decir que es una apisonadora, porque en las últimas 5 temporadas, en las que siempre fue primero en la liga regular y siempre acabó siendo campeón, llegó a disputar 157 partidos, de los que solo perdió 17, y eso es una media de apenas 3 partidos perdidos por temporada. Todo esto no se puede entender, no hubiera sido posible sin la figura de José María García, ni los patrocinadores que trajo con él, en especial El Corte Inglés y Telefónica.
Pero más allá de los títulos, a Inter le falta algo que no se compra, que no es otra cosa que algo de romanticismo, un nombre, un color, un lugar. Un nombre, porque entre otros muchos, el club se llegó a llamar Interviú Lloyd´s, Interviú Boomerang, Boomerang Interviú, Airtel Boomerang, Boomerang Interviú, Inter Movistar y el último, Movistar Inter. Un lío. Un color, porque comenzó vistiendo de verde y desde hace tiempo lo hace de azul. Y un lugar, sobre todo un lugar, una población, un pabellón que sea su hogar. Porque Inter ha tenido 4 casas. Durante 14 años jugó en el polideportivo Antonio Magariños de Madrid, luego se trasladó a Alcobendas donde pasó 5 temporadas, para volver a cambiar y trasladarse al Parque Corredor de Torrejón. Allí estuvo 8 temporadas, pero la falta de entendimiento con las instituciones provocó su salida. Se fueron a Alcalá, a poco más de diez kilómetros, y estuvieron otras 11 temporadas, se integraron en la vida de la ciudad, montaron una academia de fútbol sala base, tenían un lugar, la plaza Cervantes, donde celebrar con la afición los títulos. Pero el tiempo dejó al pabellón obsoleto, y la rehabilitación que necesitaba era de tal envergadura e Inter la necesitaba tan pronto, que la única opción fue irse a otro lugar. Otra mudanza más. Y regresaron a Torrejón, al mismo pabellón que antes, pero que ahora se llama Jorge Garbajosa. Cuatro temporadas después, de momento, allí siguen.
Que Valdepeñas pueda puntuar, pasa por hacer un partido enorme y que a Inter no le salgan bien las cosas. ¿Y por qué no? Este es el peor momento de Inter en las últimas 5 temporadas. Y eso es porque en todo ese tiempo, y después de 11 jornadas, Inter nunca ganó menos partidos, nunca marcó menos goles, ni estuvo tan bajo en la clasificación, como está en este momento. Viene de perder su tercer partido, los mismos que la temporada pasada en liga regular. Valdepeñas después de dos meses está fuera de puestos de descenso. Eso refuerza el trabajo, da tranquilidad y hasta da alegría, que falta hacía. Así se disfrutará mejor del estreno del nuevo Virgen de la Cabeza.
Merecerá la pena llegar al pabellón con las puertas recién abiertas, y en silencio, disfrutarlo vacío. Disfrutar de las más de 2.000 butacas azules que hay por todos lados, más de las que nunca hubo, disfrutar de la pista azul, de los dos marcadores y de la nueva iluminación; y sentarse en cualquier asiento, de cualquier grada, y pensar, y soñar, o no hacer nada y solo mirar, y ver como poco a poco el Virgen de la Cabeza va cogiendo vida, se va llenando, ver cómo cada aficionado, si lo tiene, ocupa su asiento reservado, y cada peña se sienta en su sitio elegido. Los de La Escalera en la escalera, los de la Pasión Vinatera y la Peña Manu García en la parte nueva, cerca de la esquina donde estarán los de La Curva, los del Bar de al lado, los de Los 8 viajes. Pone los pelos de punta imaginarlos a todos juntos, imaginar la maravillosa locura en lo que el Virgen de la Cabeza es capaz de convertirse, en los brutales momentos que nos ha regalado, cuando la grada explota, el ruido es ensordecedor y llegan esos tremendos arreones en los que todo parece posible. Los volveremos a vivir, volveremos a enloquecer y todo volverá a ser como fue. Ese será el camino de la salvación. Todos juntos, siempre juntos.
