En Socuéllamos están obligados a creer. Si no tanto como en un milagro, sí en algo de tremenda dificultad que pasa de cuando en cuando en el mundo de fútbol pero que sucede, de ahí que no quede otra que agarrarse a los noventa minutos que restan de la eliminatoria en el Paquito Giménez para lograr la hazaña de remontar cuatro goles.
Un ejercicio de fe y fidelidad al equipo por parte de sus aficionados ahora que es cuando más lo necesita, después del tremendo golpe sufrido por los de Mario Simón en Algeciras.
Los azulones demandan el apoyo incondicional de los suyos para comenzar la remontada y esperan el mejor ambiente para cimentar la gesta.
Es fácil subirse al carro de las victorias, llenar estadios y autobuses cuando el viento sopla a favor, pero las mejores aficiones se miden por no abandonar a los suyos en las adversidades y la masa social socuellamina debe estar a la altura de las circunstancias.
Dos golpes fuertes han sufrido en este sentido, la pasada temporada cayendo en Salamanca de la manera más cruel y en este play off en la eliminatoria de campeones con el ascenso muy cerca después de una interminable tanda de penaltis en Mérida, lo que ha engordado en mayor medida lo ocurrido en Algeciras, por eso el aspecto mental va a ser decisivo, tienen que creer.
No se ha tenido suerte con los sorteos, máxime en este año cuando se partía con la ventaja de haber sido campeón, pues siempre le tocado al ‘Socu’ competir con capitales como Jaén, Cáceres, Salamanca, Mérida y grandes ciudades como Móstoles o Algeciras. Clubes con mucha historia detrás, grandes masas sociales y hechos a estar en superiores categorías, con instalaciones y estructuras profesionales a los que siempre los socuellaminos han plantado cara a pesar de encontrarse en inferioridad de condiciones.
Pero el Paquito es mucho Paquito. No debe ser un tópico que el primer gol se marque desde la grada, tiene que ser así para lograr la proeza.
Hay que creer en los milagros, en fútbol a veces suceden.