Todo en esta vida tiene un precio. El que hace algo mal, lo paga. El que lo hace bien, también. Incluso en el fútbol, ese deporte que, a veces, es sinónimo de economía o de política.
Anunciaba el Atlético Tomelloso el pasado domingo, ante una minúscula parte de sus socios, un déficit de casi 87.000 euros. Mucho antes, la temporada pasada, anunciaba un presupuesto de 485.000 euros. “¡Qué dineral”, espetaban muchos mientras se echaban las manos a la cabeza. “¡Pagan bien en el Atlético Tomelloso!”, afirmaban otros de manera irónica.
Pero la realidad, en este caso, es muy relativa y no hay más ciego que el que no quiere ver ni sordo que el que no quiere oír. Entre otras cosas porque no es lo mismo repartir casi medio millón de euros en uno o dos equipos que en ocho o diez equipos y tres o cuatro disciplinas distintas. Que en 40 deportistas, que en 300 trabajadores. Porque no es lo mismo tener al niño de los recados para todo, que invertir en capital humano para hacer las cosas bien. Y aquí, Cristóbal Moraga, ha pagado caro intentar hacer las cosas bien. Demasiado bien.
Llama la atención que de veinte equipos de fútbol que hay en el grupo XVIII, solo uno, el auriverde, haya dado de alta a sus jugadores. Perdón. A sus jugadores, cuerpo técnico y cualquier persona que recibiera un solo euro del club. Esa famosa Seguridad Social es un pago extra que la entidad realiza para que todos los trabajadores tengan un respaldo a modo de cotización o paro, a modo de seguro, nunca mejor dicho, y a modo de cubrirse las espaldas por si a ciertos organismos les da por tirar de la manta.
Los de los maletines no han llegado a pedir cuentas, pero más de 50.000 euros se fueron a la Seguridad Social, es decir, lo que viene siendo casi el presupuesto de una plantilla con el menor presupuesto de la categoría.
Para colmo, la famosa ordenanza fiscal, la cara colorada de esos patrocinadores que pusieron su granito de arena y una afición declarada en huelga y rebeldía, condenaron a un club joven como el Atlético Tomelloso a acumular un déficit que obligará, de manera inexorable, a tomar medidas. A sacar las tijeras.
Mientras acudan cuatro socios a las asambleas y hablen en la barra del bar en lugar de dichas asambleas, el futuro se vislumbra azul oscuro casi negro. Y es que cabe recordar que el Atlético Tomelloso, como todos los clubes, es de los socios. Las personas pasan, pero los clubes permanecen.