Parecía que lo del Socuéllamos no tenía límite. Ganaba sus partidos con solvencia, la mayoría por goleada. Acumulaba jornadas sin encajar gol, sumaba nueve victorias consecutivas, no había cedido ningún punto en su estadio y no perdía en Liga desde el 11 de marzo, manteniéndose por tanto invicto en esta temporada de la mano de Mario Simón.
Además, extendiéndonos a todas las categorías de ámbito nacional, fue en solitario el conjunto menos goleado. Junto al Lealtad asturiano, único equipo invicto hasta esta jornada, cuando en el momento menos esperado, una derrota en casa ante un rival de la parte de abajo, ha frenado en seco esta imperial racha.
No es cuestión ahora de hacer ningún reproche, sino todo lo contrario, dar mayor mérito, puesto que la solvencia demostrada por el equipo hacía parecer que lo que estaba haciendo era fácil, pero como se ha visto, al mínimo descuido o cuando la suerte no termina de estar de tu lado, la derrota acecha desde muy cerca te llames como te llames.
Al Socuéllamos le había costado más de la cuenta -conforme a lo que nos tenía acostumbrados- sacar su partido ante el Almagro, al que pudo superar gracias a un solitario tanto de penalti mediada ya la segunda mitad de su choque. Primer aviso serio de que esta Liga no es ningún camino de rosas para nadie, y así quedaba demostrado este pasado domingo en el Paquito Giménez ante el Marchamalo.
Un aviso para los socuellaminos que les debe espolear su orgullo. Ahora que se puede acotar esta impresionante racha, toca también valorar como corresponde el gran trabajo del equipo para mantener algo tan complicado durante tanto tiempo.