Apenas unas horas después, sobre el césped del Nuevo Campo, todavía resuenan los sonidos de un puñado de latas. También son movidos por el aire algunos papelillos de color blanco y azul. Parece que ha pasado un tsunami que choca en medio de la calma. Son algunos de los detalles que dejó una resaca de un equipo que el sábado era de Tercera División y que amaneció el domingo dando los buenos días a la Segunda B.
Y es que el Formac Villarrubia pasó a la historia. Y lo hizo con el balón como protagonista y con un equipo que se ha convertido para un pueblo de apenas 10.000 habitantes en toda una religión. Era la ilusión de un pueblo, una ilusión en forma de sueño y ese sueño bañado de bronce pese a escribir con letras de oro en la historia de esta tierra.
Hace casi un año, concretamente once meses, José Luis Urda y su junta directiva decidieron apostar de nuevo por un proyecto ambicioso, ganador. Pese a reducir considerablemente el presupuesto, Javi Sánchez fue el elegido para conducir la nave, una nave muy difícil, con el claro y único objetivo de mejorar los números de la temporada anterior y con el listón cada vez más alto. El joven técnico toledano tiró de arrestos para afrontar con ilusión su mayor reto como entrenador.
Aprovechando que tenía una flor, como cariñosamente le tildan en su círculo más cercano, Javi Sánchez decidió regar su jardín rodeado de sus mejores jardineros y acompañado de un cuerpo técnico como Miguel Ángel y Guti para sacar el mayor partido a un equipo que, con el tiempo, se convirtió en una familia.
De vez en cuando, hubo épocas de sequía y Javi y sus jardineros mimaron su jardín de la mejor manera posible, incluso arrancando de raíz los problemas más gordos. Pasado el mercado invernal, y con dos de sus flores más bonitas lejos de Villarrubia, el club apostó por mantener todo lo bueno que tenía y regar a algunas de sus flores para que, en el momento más importante de la temporada, dieran su fruto.
Con una recta final de liga casi de infarto, el Formac Villarrubia terminó haciendo la mejor temporada de su historia en categoría nacional. Terminó segundo y con ello, el derecho a participar la próxima temporada en la Copa del Rey. Después, llegó el play off y todos los rincones del fútbol castellano manchego daban como favoritos al ascenso a Socuéllamos y a Toledo. Los de Manu Calleja dijeron adiós en primera ronda y el ‘Socu’ fue apeado en la ronda final frente al Algeciras.
Mientras tanto, el Villarrubia firmó un play off que nunca nadie hubiera imaginado. En primera ronda dejó a un lado al Coria extremeño. En la segunda, quizá la más difícil, dejó fuera a un imponente Bergantiños. Y en la tercera y final, hizo los deberes en Matapiñoneras ganando al Alcobendas por 2-3 y haciendo lo mismo en el Nuevo Campo después de vencer por 2-0 y con la mejor entrada de su historia con más de 3.000 almas. Al final, portería a cero en casa y un ascenso histórico. En resumen, la confianza ciega de un equipo, la familiaridad de un vestuario y la calidad humana de una plantilla hicieron comunión con la ilusión de un pueblo para escribir una de las páginas más hermosas del fútbol en Villarrubia de los Ojos, un pueblo que, dentro de unos meses, viajará por toda España para dejar la huella de su impronta, la de un club humilde que se propuso un sueño y que, al fin, lo hizo realidad.