El Sporting abre la Copa de Campeones con un triunfo contundente

Ni el mal tiempo ni las horas, la de la siesta, impidieron que se llenara la Ciudad Deportiva Sur para presenciar la apertura de la Copa de Campeones en Ciudad Real, una ocasión para los verdaderos aficionados al fútbol para disfrutar con las próximas estrellas cuando aún no lo son, una oportunidad para jugar a ojeador y poner a prueba el buen o mal ojo.

Con el palco lleno de autoridades y nombres ilustres, entre los que destacaban Guillermo Amor, el responsable de la cantera del Barça, además de relaciones institucionales y deportivas, y Luis de La Fuente, seleccionador sub 19, abrieron el fuego el Sporting y Las Palmas, dos de esas canteras inagotables con más hombres que nombres, dos estilos diferentes, dos símbolos, dos estéticas: el toque frente a la potencia, el barro contra el sol, el ritmo contra la intensidad. Ganó el equipo asturiano, porque fue mejor, más sólido, con más pegada. No se dejó intimidar por las florituras de Yeray, Aday o Duche, que, vistas a toro pasado, con el 3-0 final en la retina, se antojan adornos, pero que durante los primeros 15 minutos parecieron amenazas.

El partido se fue cocinando hasta que se rompió nada más comenzar la segunda parte. Los amarillos avisaron con una ocasión de Aday a los cinco minutos, quien, dentro del área, la pegó mordida. Fue la primera y prácticamente la última ocasión insular, porque el choque se fue tiñendo de rojiblanco al tiempo que crecía la figura de José Gragera en el medio centro asturiano y las de Pelayo y Sandoval en la ofensiva. De hecho, pasados los 20 minutos llegó el primer tanto del partido, que no subió al marcador porque fue mal anulado. Pelayo, dentro del área, cazó una volea, pero el colegiado estimó que era fuera de juego. Fue el preludio del primer tanto, que anotó Sandoval después de que Pelayo se marchara con comodidad de su par. Antes, Álvaro había salvado un cabezazo de Aday que no casi anotó en propia puerta.

La primera parte dejó aún una ocasión clarísima de Sandoval. Falló en la entrega clamorosamente Aday y dejó solo al nueve gijonés. Controló mal, no acertó a tirar y cuando se decidió a pasar a un compañero que estaba también solo, el centro se le quedó corto.

El que no falló fue Pelayo al minuto de comenzar la segunda parte. El delantero asturiano la clavó junto al palo desde lejos, rasita, ahí donde no llega nunca el meta. El 2-0 fue la sentencia del choque, aunque apenas 15 minutos después fue Juanma, en un córner que había prolongado José Gragera, el que acabó de martillear los clavos de un Las Palmas que en ningún momento pudo plantarle cara a la pegada gijonesa.