Hace más de dos meses que Fernando de Miguel Arévalo (7-5-1992) vive una enriquecedora experiencia profesional en Omán, una nación de la península arábiga con más de 5 millones de habitantes y que limita con Emiratos Árabes, Arabia Saudita y Yemen.
Allí, el miguelturreño ejerce actualmente la labor de preparador físico del equipo Al Nasr Salalah, de la Primera División de Omán. Una oportunidad que le llegó después de una larga y dilatada trayectoria en todas las categorías, desde chupetines hasta sénior, alternando funciones de entrenador, asistente, preparador físico y coordinador en escuelas deportivas.
“Te dedicas a tu trabajo, intentas hacerlo lo mejor posible y esperas gustar a alguien que te recomiende y te brinde esa oportunidad. Después tienes que demostrar tu valía, pero es verdad que necesitas tus contactos y estar dispuesto a dejar todo por irte. Tienes que haber comprado el ticket para el momento en el que pase el tren”, asegura.
Así le llegó ese tren hacia Omán. Y lo cogió, aunque reconoce que, en un principio, su intención pasaba por quedarse en Miguelturra. Tenía entonces varias ofertas, una en esta zona que le agradaba, la única en España que estaba a punto de aceptar. Pero se cruzó entonces la posibilidad de Omán: “Fútbol profesional, mi gran oportunidad, con un staff con el que me apetecía trabajar y toda una gran oportunidad para meterte en la rueda, probarte y exigirte el máximo a ti mismo”.

A cualquiera le hubiera producido vértigo marcharse a casi 6.000 kilómetros de distancia de España, a un país totalmente diferente, pero Fernando es de esos que piensa en la suerte que es salir y conocer mundo, “esto abre tu mente y te enriquece infinitamente”. “Mucha gente dice ‘como en España en ningún lao’. Si alguna vez soy yo quien también pronuncia esta frase, espero que sea porque ya he verificado, al menos un poco, que esto es verdad”, sentencia.
Por eso ya está allí en Omán, realizando su actividad profesional en un país que, tal y como describe, “hace sol todo el año, los rebaños son de camellos y no de ovejas, no encuentras a nadie bebiendo cerveza, nada de alcohol; todos usan vestimenta muy diferente a la nuestra (hombres con falda, pijamas de una pieza que usan para la calle…) pero al final del día, me doy cuenta de que todos somos iguales. Hablamos de las mismas cosas, reímos por las mismas tonterías, vacilan como nosotros y como cualquier persona del mundo. Ellos viven muy contentos, pues sus líderes políticos (sultanes) ayudan mucho a las familias, proporcionándoles trabajo, perfectas condiciones para emprender, impuestos muy asequibles… aquí la gente vive muy bien”.

Fernando de Miguel trabaja dentro del cuerpo técnico que lidera el entrenador rumano Mihai Dinu en el Al Nasr Salalah, un equipo importante en el país asiático, con historia, con cinco títulos ligueros y cuatro de copa, pero que se remontan a casi dos décadas atrás y, además, el pasado curso no tuvo una buena temporada. Por eso aspira a volver a ser grande, algo que en lo que el preparador físico ciudarrealeño quiere ayudar con mucho trabajo.
A sus órdenes tiene a más de 30 futbolistas en la plantilla, por lo que reconoce que tiene que hacer “malabares” para poder realizar un trabajo efectivo. “Menos mal que la figura del preparador físico es muy solidaria, y tengo muchísimos compañeros y compañeras con los que compartir ideas, dudas y posibles soluciones que nos ayudan a todos y todas en cada uno de nuestros tan diferentes contextos”, dice.
También cuenta Fernando que, aunque ha aprendido ya palabras árabes, el lenguaje que se habla es el inglés y todos los conocen al menos a nivel básico. “De todas formas, tenemos al ‘team manager’ para traducir lo que haga falta. Pero el fútbol es un idioma universal, y jugadores y entrenadores nos entendemos si queremos entendernos, aquí, en España o en China”, añade.

Con frontera con Arabia Saudí, país cuyos equipos han comprado a base de talonario a estrellas del fútbol como Cristiano Ronaldo, Benzema o Neymar, entre otros, en el fútbol de Omán no ocurre nada parecido, ni tampoco hay grandes jugadores. Eso sí, el preparador físico afirma que se está notando en que cada vez ven a más niños y jóvenes con las camisetas de estos equipos de Arabia, sin olvidar que también los hay con camisetas de la Liga española. “Un día me alegré mucho, había un chaval con la camiseta del Athletic, ya solo me falta ver una del Rayo”, expresa.
En cualquier caso, el fútbol de Omán no tiene allí mucha afición al fútbol, no acude mucha a los estadios “y, creéme, son estadios espectaculares, da gusto entrar a ellos”. Tampoco el nivel es elevado, ni en el aspecto técnico, ni en el táctico, aunque Fernando cree que “son ligas que irán creciendo poco a poco, hay cosas que necesitan su tiempo: nueve mamás no hacen un bebé en un mes”.
Su rutina diaria se basa especialmente en el trabajo, ya sea preparando los entrenamientos, analizando ejercicios, analizando partidos, rivales y los propios entrenos. Expresa que por la mañana se prepara un mate, analiza lo realizado el día anterior para sacar conclusiones y a continuación organiza el entrenamiento. Una consigna es clara: “Improvisar lo menos posible”.
Tras la comida y un tiempo para uno mismo, a las 16 horas parte hacia el campo de fútbol para entrenar una hora más tarde entre 60 y 120 minutos. Luego, vuelta a casa, un tiempo para hacer ejercicio, ducha, cena y rélax.

Todo ello sin olvidar a su familia, con la que afirma estar allí en contacto a diario a través de llamadas, videollamadas y mensajes. “Es lo más importante que tengo en mi vida, mi familia, mi gente y todo esto que quiero con todas mis fuerzas. Al menos para mí, es necesario para seguir motivado todos los días”
También, como aficionado al fútbol, sigue a través de las aplicaciones deportivas y la prensa digital a los equipos de Ciudad Real. De hecho, se muestra “ilusionado y expectante” con el Manchego, que compite en Segunda RFEF: “Creo que debe estar lo más alto que podamos imaginar y ser el equipo que haga soñar a toda la provincia, que nos represente a nivel mundial”.
De momento, Fernando de Miguel ha firmado allí por esta temporada, en la que está contento, trabajando duro y deseando completarla para tener la posibilidad de valorar si continuar o no en Omán el curso que viene. Una experiencia que anima a otros técnicos y jugadores a vivir si tienen la posibilidad, aunque se pueda ver que es fácil echarse atrás: “¿Por qué no? Algún que otro futbolista ya me ha pedido que me lo traiga aquí conmigo. No sé cómo funciona la mente de cada persona, pero si me preguntan si a mí me merece la pena, sin duda, les digo que sí”, sentencia un preparador físico que vive otra cara del fútbol muy alejada de España. Y en ella se siente muy contento.