En el mundo del fútbol hay despedidas que no necesitan títulos ni grandes escaparates para ser inolvidables. Despedidas que se construyen con años de fidelidad, con entrenamientos bajo la lluvia, con tardes de gloria y también con derrotas que duelen. La de David Hervás Valdivia (27/01/1990) con el Calvo Sotelo Puertollano es una de ellas. Una historia de amor por un escudo, por una ciudad y por una forma de entender el fútbol que va más allá de los resultados. A final de temporada, colgará las botas y dirá adiós al club donde todo empezó, al equipo de su vida. Lo hace con la serenidad de quien ha dado todo y la emoción contenida de quien deja atrás una parte de sí mismo.
Una decisión forzada por las lesiones
No ha sido fácil. Nada fácil. «La verdad que ha sido la decisión más dura de mi vida, en mi carrera deportiva me refiero», comienza David, con voz templada pero firme. «Llevaba ya varios años rondándome la cabeza, porque el tema laboral, los niños… se me estaba haciendo un poquito cuesta arriba. Pero soy tan feliz aquí, en el Calvo Sotelo, y disfrutaba tanto, que me pesaba más esto que todo el sacrificio que estaba haciendo. Por eso, al final, siempre lo dejaba para otro año. No me acababa de decidir.»

Pero el fútbol es también el cuerpo, y el cuerpo empezó a pedir una pausa. «Este año ha sido especialmente duro. Llevo un año súper complicado, no soy capaz de recuperarme bien, de completar un entrenamiento, semanas muy duras, de muchos dolores… y eso te va quitando la ilusión. Vas dejando de disfrutar, y no quiero irme con una sensación mala. Me quiero ir con una sensación buena, que la gente se vaya con un recuerdo bonito de mí. No me gustaría irme arrastrándome».
Un sueño hecho realidad
Para David, vestir la camiseta azul del Calvo Sotelo no fue solo un objetivo deportivo. Fue la realización de un sueño que se fue construyendo desde niño. «Fue un sueño. Trabajé muchísimo, no solo para llegar, sino para mantenerme tantos años. Luché desde que era un crío. Y al final lo he conseguido. He disfrutado más de lo que nunca pensé que podía disfrutar durante tantos años».

El orgullo es una palabra que repite con frecuencia. Orgullo por haber pertenecido a un club que considera su casa. Orgullo por haber dejado una huella desde la cantera hasta el primer equipo. «Para mí significa un tremendo orgullo, con mayúsculas. Esa sería la palabra: orgullo total. He sido muy afortunado por haber disfrutado tanto tiempo de esto».
El Cerrú y una noche sin dormir
Los recuerdos se agolpan cuando se le pregunta por sus momentos favoritos. Y aunque confiesa que le cuesta quedarse con uno solo, hay una fecha que tiene grabada en el corazón. «Recuerdos inolvidables tengo muchos. Como le digo a todo el mundo, he sido tan feliz que tengo solo momentos buenos. No sabría decirte uno malo. Pero si tengo que destacar uno… fue mi debut como titular en el Cerrú contra el Cádiz. El primer partido que jugué como titular, en un campo recién estrenado, contra un rival como el Cádiz… fue una pasada. Yo sabía desde el día anterior que iba a jugar, y pasé la noche entera sin dormir. Fue el día por el que más luché, el que más ilusión me hizo. Creo que ese es el día más importante para mí».

Menciona también con cariño la temporada a las órdenes de Pablo Franco, una de las etapas más especiales del equipo, en la temporada 2013/14. «Fue espectacular. Disfruté como nunca. Pero es que ha habido muchas temporadas buenas. Al final, ha sido una trayectoria llena de momentos bonitos».
Un jugador de casa
Si algo ha marcado la carrera de David Hervás ha sido la conexión con la gente. Tanto con el club como con la afición, el respeto ha sido mutuo y constante. «Siempre me han mostrado un cariño increíble, un respeto tremendo. Me he sentido valorado en todo momento. Eso es lo que me ha hecho mantenerme aquí tantos años y no querer salir nunca, salvo cuando intenté dar un paso más en mi carrera».

Y deja claro que, cuando tuvo que tomar decisiones difíciles, siempre priorizó lo emocional. «A igualdad de condiciones, nunca me he ido. Ni me hubiese ido. Solo cuando intenté subir de categoría. Pero siempre he vuelto, porque en ningún campo he disfrutado como en el Cerrú. Esa conexión con mi fútbol y con la afición es lo que me ha hecho mantenerme aquí».
Una evolución constante
La suya es una historia de superación silenciosa, de ganarse el puesto desde abajo. «Empecé como un mediocentro de la cantera. Nadie me conocía, pero me dieron la oportunidad de hacer una pretemporada. Poco a poco fui haciéndome un hueco, dándome a conocer, hasta que llegó el día en el que me convertí en el jugador que soy hoy. He cambiado de posición, he ido creciendo… y al final, siento que he conseguido mucho y, a la vez, poco. Porque ha sido muchísimo esfuerzo diario. Y eso es lo que más valoro».

Consciente de que esta temporada no ha podido rendir a su mejor nivel, por culpa de las lesiones, reconoce que siempre ha intentado mantener un estándar de exigencia. «Creo que mi evolución ha sido muy buena. Siempre he intentado mantener un buen nivel. Este año no he podido, pero hasta entonces he estado siempre a tope».
Un año complicado
La temporada actual no está siendo fácil para el Calvo Sotelo. El capitán lo admite sin rodeos. «Está siendo una temporada bastante mala hasta el día de hoy. Pero aún quedan siete partidos, y vamos a intentar cambiar lo que podamos. Seguimos creyendo. Queremos mejorar la imagen, cambiar la dinámica. Vamos a intentarlo hasta el final».

Y lanza un mensaje de confianza en el futuro del club. «El Calvo Sotelo tiene mucho tirón. Yo creo y deseo que todo irá bien. Hay que pensar en positivo, y creo que vamos a tirar para arriba, porque todos queremos ganar».
Lo que más echará de menos
Tras tantos años de rutina futbolística, lo que más miedo le da no es el adiós en sí, sino lo que viene después. «Lo que más voy a echar de menos, sin duda, es el día a día. Toda una vida yendo al Sánchez Menor, entrenando a diario… eso va a ser difícil de llevar. Cuando llegue julio y vea que empiezan los fichajes, las pretemporadas, y yo ya no estoy ahí, va a ser muy duro. Tendré que buscar cómo llenar esos huecos, porque va a ser complicado».

¿Volverá algún día?
No cierra la puerta a un posible regreso en el futuro, aunque lo que tiene claro es que no será en los banquillos. «¿Volver algún día? Es posible, pero ahora mismo es complicado saberlo. Quiero desconectar, y ya veremos. Lo que sí tengo claro es que como entrenador no será. No me atrae. En otras facetas… todavía no lo sé».
Una despedida con valores
Y cuando se le pregunta por cómo le gustaría ser recordado, David no habla de goles ni de estadísticas. Habla de respeto, de valores, de compañerismo. «Quiero que me recuerden como un compañero y un chico que empezó desde muy joven aquí, que fue creciendo, quemando etapas, respetando a todos sus compañeros y representando los valores del club. Siempre he intentado dar todo lo que tenía. Eso no significa que siempre haya estado bien, pero sí que me he vaciado. Me voy completamente vacío. Ya no tengo más. Por eso siento que tengo que echarme a un lado».

La historia de David Hervás Valdivia con el Calvo Sotelo Puertollano es la historia de un amor correspondido. Un ejemplo de lo que significa ser de un club, defenderlo en cada entrenamiento y en cada partido, sentirlo más allá del resultado. Su marcha deja un hueco enorme en el vestuario, en la grada y en la memoria de todos los que le han visto crecer y madurar con la camiseta azul.
Se va el capitán. Pero su legado, ese que no se mide en estadísticas sino en respeto, compromiso y corazón, quedará para siempre en el Cerrú.