José Luis Romero es un deportista de grandes retos. Amante de la larga distancia, del riesgo incluso, su gran condición física junto a su enorme esfuerzo y disciplina en la preparación le han permitido llevar a cabo pruebas y aventuras al alcance de muy pocos. Por ejemplo, corrió un Triple IronMan (11’4 kms nadando, 540 kms en bici y 126 kms corriendo), también hizo el Marathon des Sables o el Ultra Trail del Mont Blanc, y en montañismo ha ascendido, entre otros, al Aconcagua (6.962 metros) y lo intentó también con el Everest por su dura cara norte, quedándose en los 7.500 metros. “No había condiciones malas para el ascenso, pero no era el momento, se juntaron varias cosas en contra”, recuerda sobre aquella ascensión en el año 2013.

Precisamente esa escalada al Everest la considera como lo de mayor dureza que ha hecho hasta el momento: “Te lleva al límite de lo psicológico. Son dos meses que te desgastan mucho”. Y la segunda prueba que considera más dura la llevó a cabo hace escasas semanas, la Yukon Arctic Ultra (YAU), que tiene lugar en territorio Yukón, en la región del norte de Canadá fronteriza con Alaska, y que consiste en recorrer varias distancias (él hizo la de 100 millas o 160 kilómetros) por pistas entre ríos, lagos y bosques helados, arrastrando todo el recorrido un trineo con el material necesario. Todo a ello a unas bajísimas temperaturas, “Salimos con una sensación térmica de unos 52 grados bajo cero. La temperatura fue de unos 30-35 bajo cero, pero lo peor es una humedad del 95%”, relata José Luis Romero, que explica que para combatir ese frío “llevamos una primera capa que es casi como un plástico que permite guardar el calor en el cuerpo y evita que se puedan mojar el resto de capas”.

Un año estuvo el deportista de Miguelturra, al que muchos conocen con el apodo de ‘Topo’, preparando esta prueba que conoció por primera vez en 2008. “Ví en una revista una imagen que me conmovió, aparecía la cara de un hombre tapada casi por completo y cubierta de hielo. El titular decía: “La carrera más fría y dura del planeta”. Desde ese momento siempre ha estado en mi pensamiento”. Año tras año José Luis Romero fue sumando experiencia con pruebas de larga distancia y en este 2019 consideró que ya estaba preparado para afrontar este reto, comenzando el largo y más que exigente periodo de preparación: “Hay que habituar durante muchos meses tus piernas y tu cabeza a las largas distancias. Luego entrenaba con un arnés arrastrando una rueda de coche, simulando que era el trineo. Y también tenía que adaptarme al frío, salí en Sierra Nevada y también pude encontrar un hueco gracias a mi amigo SACRA de distribuciones para practicar a -18 grados”.
Hay que tener en cuenta que la organización no deja participar a cualquiera. Para ello hay que enviar el currículum deportivo y superar el filtro. Una vez conseguido, se tiene que superar una entrevista en inglés (idioma necesario para la petición de ayuda) y realizar luego un curso on line de 60 horas del Gobierno de Canadá, con lecciones vitales para evitar la hipotermia y para ayudar a otros participantes en caso necesario. En esos requisitos previos imprescindibles, desde la organización se “alerta de los peligros de esta prueba y se deja claro que puedes morir”, apunta. Es más, aunque los participantes cuentan con un sistema con botón para pulsar en caso de emergencia, la ayuda sanitaria puede tardar muchísimas horas en llegar. Otro riesgo más que se añade.
Con esta alerta, José Luis Romero se plantó en la salida de la YAU consciente de dónde se metía, pero con la ilusión de poder superarse a sí mismo y cruzar la línea de meta. “Si lo piensas, cualquier actividad de fondo y larga distancia tiene sus riesgos. Yo cuento con esto”, dice y admite que una noche pasó miedo: “Al principio firmas un documento en el que la organización se exime de la responsabilidad de muchas cosas, entre ellas de ataques de animales. Había osos, lobos y alces, estos últimos también peligrosos porque pueden embestir cuando se creen atacados. No vi ninguno, sí muchas huellas y la primera noche oía ruidos. Te ves solo a 30 grados bajo cero y pasas miedo, aunque ahora estoy feliz de haberlo controlado. Siempre he pensado que las situaciones se afrontan de diferente manera con una actitud positiva”.

Paso a paso, con los 18-20 kilogramos del trineo arrastrando, José Luis fue avanzando por hielo, donde deslizaba bien, o por nieve, donde se frenaba ese trineo, además de grandes subidas que le agotaban psicológicamente. “Lo que me preocupaba eran los puntos médicos que había en los que la organización te revisaba los dedos de las manos y pies, orejas, nariz y mejillas. Si encontraban indicios de congelación o veían que estabas agotado, te quedabas fuera o si no era muy grave, te paraban varias horas. Estás tanto tiempo preparando esta carrera que no quieres salir de ella así”, afirma.
Al kilómetro 98 José Luis ya recuerda llegar muy justo de fuerzas. Y en ese punto era tercero de su categoría. Pero el puesto era lo de menos. “Tenía dos opciones: seguir sin dormir o disfrutar más de la prueba. Decidí esto segundo, paré a cenar tranquiliamente, dormir un poco y continuar por la noche para ver auroras boreales. Creo que fue una de las mejores decisiones que tomé en carrera”.
Así, 47 horas después de tomar la salida y habiendo dormido apenas cinco, José Luis superó el gran reto para terminar en la cuarta posición. No si antes haber vivido muchos momentos de enorme dureza física y psicológica. El que recuerda, por ejemplo, ocurrió a 18 kilómetros para la meta: “A esas bajas temperaturas, como se consumen tantas calorías, al bajar la cabeza para beber me dio un mareo. Enseguida saqué el saco para calentarme y comer algo. Fue un gran susto que me hizo plantearme lo que quedaba de prueba. Me tenía que cuidar hasta el final”.
Y ese final llegó al cruzar la línea de meta, un momento inolvidable, único, nunca mejor dicho, porque solo estaba como testigo el fotógrafo de la organización, “y cuando le vi y sin conocerle de nada le di un abrazo como si fuera mi hermano. Antes de pasar a la recoger la medalla de finisher me desenganché el trineo y le di una buena patada. ¡Me quedé bien agusto!

Ahora descansando de este gran reto superado, el deportista de Miguelturra quiere reposar un tiempo y centrarse en el trabajo en su empresa Explora Activa, organizadora de viajes de aventura y de eventos, antes de plantearse nuevos objetivos, que seguro llegarán más adelante: “¿Correr la modalidad de 750 kilómetros de esta Yukon Arctic Ultra? A corto plazo no me lo planteo. Pero a largo plazo y si voy con alguien de confianza, no me importaría”. José Luis Romero ya avisa de sus intenciones.