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3-1, 3-2, 4-3, 6-4, 8-9 y 9-10 (descanso); 10-11, 2-13, 15-14, 17-18, 18-19 y 20-21 (final).
Compitió el ID Energy Caserío hasta el último segundo como lo hizo toda la temporada, pero dijo adiós al sueño de Asobal un equipo de Ciudad Real que volvió a dar todo en la pista por hacerlo realidad. El Villa de Aranda del manzanareño Javi Márquez le ganó la semifinal por el ascenso en un duelo no apto para cardíacos que se resolvió al final por 20-21.
La tristeza fue patente al término de un partido vibrante, de toma y daca, en el que las defensas y porterías se impusieron claramente a los ataques y que se resolvió por detalles, pero éstos no cayeron a favor de los de Santi Urdiales. No pudieron culminar con ese soñado deseo de devolver a Ciudad Real la máxima categoría del balonmano nacional, pero este Caserío ha dejado huella esta campaña para devolver la ilusión. Todos acabaron tristes, muy tristes y con lágrimas, pero a la vez orgullosos de sus jugadores, como demostraron los aproximadamente 150 aficionados ciudarrealeños que acudieron al pabellón El Plantío de Burgos. Eran muchos menos que los arandinos y aun así se dejaron oír.
Todavía no acaba la historia de este curso para los ciudarrealeños, que tienen la próxima semana el premio de una fase final de la Copa del Rey. Será para disfrutar, como han hecho hacer a su gente esta temporada y, aunque el Villa de Aranda y el Burgos se jugarán este domingo el ascenso, el Caserío ha sonado y ha hecho sonar a Ciudad Real mucho esta temporada en el balonmano español.

Comenzó bien el Caserío, que se sobrepuso a una exclusión de Campanario a los pocos segundos para irse de inicio con un 3-1 y tener varias posesiones para ampliar la ventaja. La defensa funcionaba y esos errores en ataque evitaron un mejor resultado que el 4-2 con el que Javi Márquez pidió pronto tiempo muerto. El entrenador manzanareño del Villa de Aranda parecía no verlo claro pasado el minuto 12.
Al cuarto de hora el electrónico de El Plantío marcaba un 4-3. Pocos goles, buenas defensas, los dos porteros a gran nivel (Giovagnola para el Caserío) y errores claros en ataque fruto de la tensión. Y después, Santi Urdiales, con el 5-4, fue el que paró el encuentro.

Un parcial de 0-4 adelantó de nuevo al Villa de Aranda, algo que solo había hecho en el 0-1 y le colocó, para colmo, con dos tanto por delante (6-8, min. 23). Pasaba por su peor momento el Caserío que aguantó luego el envite, con la segunda exclusión de Lumbreras incluida, para llegar al descanso uno abajo (9-10). Todo estaba abierto en medio de nervios y emoción.
Comenzó la segunda parte con el empate de Campanario y una mala noticia: la tercera exclusión y tarjeta roja para Juan Lumbreras, en una rigurosa decisión arbitral.
De nuevo se levantó el Caserío de ese golpe duro para el centro de su defensa, manteniendo equilibrado un duelo en el que el central del Villa de Aranda, Víctor Enebral, tuvo que salir por una lesión de rodilla. El 13-13 estaba pasado el minuto 11 de la segunda parte.

El portero Giovagnola seguía inspirado para ayudar a los amarillos a volver a ponerse por delante muchos minutos después (15-14). Así se entró en un último cuarto de hora que prometía fuertes emociones, aunque una mejor dinámica pilló el Villa de Aranda que firmó un 0-3 de parcial para ponerse dos arriba a falta de diez minutos. Santi Urdiales pidió tiempo muerto.
Eso hizo reaccionar al equipo de Ciudad Real, que con dos goles de Palacios volvió a poner las tablas (18-18). El propio Palacios pudo poner luego a los suyos por delante, pero erró para mantener el empate y llegar con 20-20 al minuto final. Dalmau adelantó al Villa de Aranda y Urdiales pidió tiempo muerto a falta de 27 segundos. La última jugada para el Caserío, de que buscaba la prórroga, acabó en un balón robado y el triunfo de los arandinos. Fue el adiós del sueño de la Asobal en una gran temporada del Caserío, a la que le faltó esa grandiosa guinda final.