A menudo, la espesura del árbol no permite ver la grandeza del bosque. El fútbol viaja tan rápido, es tan pendular y transita tan al día que es saludable parar un poco, mirar hacia atrás y darse cuenta de lo que fuimos, de lo que somos, en parte gracias a aquello que vivimos. La Moheda acogió este sábado una tarde especial, con mayúsculas. El histórico feudo amarillo escenificó el 50º aniversario de la refundación del CF La Solana (temporada 1971-1972). Un momento ideal para el reencuentro y para aflorar recuerdos, vivencias, risas y lloros. También alguna despedida. El partido contra el Rayo Vallecano B fue la excusa porque, honestamente, pasó desapercibido.
Los prolegómenos podrían haber sido suficientes para definir lo vivido. En megafonía, el Cronista Oficial de la Villa, Paulino Sánchez, dirigía la ceremonia. La bandera estrenada el 11 de junio de 1989 en Albacete presidía el desfile de leyendas, como si de una jura se tratara. Saltaba al césped la historia viva de este club. Se pusieron en cabeza cuatro presidentes: José Araque, Juan Alfonso Izquierdo, José Manuel Domínguez y el actual, Patricio Peinado. Detrás, otros mandatarios más recientes, como Pablo Díaz-Malaguilla, junto a una pequeña legión de antiguos directivos. Tomás Araque, Andrés Palacios ‘Poli’, Pedro López, José ‘El rusco’, José Galindo, Luis Ángel López, Pascual —–, Agustín Losa… Ejemplos del ayer más lejano. También del más cercano.
Y, por supuesto, antiguos jugadores y entrenadores. Jalones de un tiempo no tan pretérito. Por allí estaba Luis Carlos López, el conductor del primer ascenso a Tercera División (88-89), custodiado por una parte de su guardia pretoriana de aquel inolvidable año: Germán, Joaquín, Josito, Tejada, Jorge, Gregorio, Mena… También vimos a Paco Fuentes, a Matías López, a Esteban Castellanos… Y, cómo no, allí estaba Augusto Luna, estandarte de la primera gran promoción de canteranos, que tampoco faltaron a la cita: Diego Sevilla, Gabriel, Hilario, Padilla, Sancho II, Juan Ramón, Roso, Gabriel II… Un poco antes, una magnífica pléyade de tomelloseros, al mando del recordado Paco Gálvez, había abierto el camino. Condés y Falín eran sus representantes ‘in situ’.
También estaban por allí Regino, Juanito o Alejandro ‘Puchero’, antecesores de los Rafa, Carmelo, , Justo, Palomera, Fidel, Gabi Moreno, Araque, Rafa Cortés, Ramón, Josan, Juli Zarco, Capelo o Jose López, que tampoco se perdieron la cita. También acudieron otros ‘foráneos ilustres’ como Naranjo, Luismi, Sagra o Javi Núñez. Otros muchos, seguro, faltaron por fuerza mayor, no porque no desearan estar.
En esos prolegómenos, y mientras el sol daba una tregua en el cielo, el club entregó una placa de recuerdo a los hijos del gran Antonio Manzano ‘Capelo’. Su espíritu sobrevolaba el momento en compañía de Ortiz, de Jiménez, de Zarco. Y, por qué no, también de Basilio Luna, de Benito Candelas, de Pedro Antonio García ‘Apechisques’, de Domingo Alhambra, de Eusebio Naranjo ‘Pepote’…, presidentes que ya nos dejaron.
Qué más da si también estuvo fulanito o menganito. Imposible detectar a todos. Lo relevante es que son todos los que estaban, aunque no acudieran todos los que son. El tributo era tan de los presentes como de los ausentes. Y nos consta que a más de uno le dolió de verdad no poder estar en esa foto
El otro gran intérprete de la tarde era el capitán amarillo, Gabi Sancho, bandera de otra gran generación de canteranos. Era su última tarde como futbolista en activo. Al tiempo que la megafonía repasaba la historia de la prolífica saga sanchista, el presidente entregaba una placa y un cuadro al jugador, en presencia de su padre, Antonio ‘Sancho II’. Después, los jugadores arroparon al capi para entregarle más obsequios. El último episodio, más protocolario que emotivo, fue la entrega de una placa que el alcalde, Eulalio Díaz-Cano, hizo al capitán de los cachorros del Rayo, club al que se agradeció la visita, aunque fuera poco menos que un convidado de piedra.
Hablar del partido no tiene mucho sentido. Nadie recordará el 0-2 final en un choque amistoso sin mayor enjundia. Se trataba de disfrutar, de honrar a las leyendas de antaño y de rendir culto a los campeones de hogaño, esos que han devuelto al CF La Solana a Tercera División, ahora Tercera RFEF. En esa tarde mayo, 50 años después (en realidad son 51), afloraron muchas remembranzas. Cotorruelo, Albacete, Quintanar, Alcázar… Mojones de una historia que no se escribe en los momentos álgidos, aunque sean los que queden, sino en el día a día. En esa sala de proyecciones, de emociones, cada presidente, cada directivo, cada entrenador, cada jugador, cada delegado, cada utillero ha tenido, y tiene, su butaca. Y detrás, la afición, el crisol sin el cual es imposible dar sentido a nada. Ya lo decía el poeta: “Todo pasa, todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino…”. La Moheda es ese mar.