Marcelino Maté, presidente de la Comisión Gestora de la Real Federación Española de Fútbol, conseguía sacar adelante en San Sebastián, en el IV Congreso del Fútbol Aficionado, una polémica propuesta de reestructuración de la Segunda División B y la Tercera. Básicamente, dividía la Segunda B en dos categorías, una Serie A con un grupo y una serie B con tres; y repetía la operación con la Tercera, con una Seria A o Serie 1, con seis grupos, y una serie B con los 18 actuales.
Se montó el inevitable revuelo. Nadie lo dijo entonces, pero realmente la propuesta era un brindis al sol. Con las elecciones a la Real Federación Española de Fútbol en el horizonte, todo lo que saliera del Congreso, celebrado en San Sebastián, estaba al albur de lo que ocurriera en la Asamblea de la RFEF. Ganó Luis Rubiales, que se ha acomodado en la poltrona que durante mucho tiempo gozó Luis Villar y en la que, en el ínterin, se sentó Larrea, que estaba de paso, pero que le cogió gusto al poder. Las primeras decisiones de Rubiales no permiten prever, precisamente, reformas de calado, sino más bien de nombres. Sánchez Arminio, pretoriano de Villar, será su primera víctima, pero ha nombrado director de Formación al presidente de la Riojana, Jacinto Alonso, investigado en la operación Soule; y vicepresidentes a Miquel Bestard, presidente de la Balear, y Antonio Suárez, presidente de Las Palmas.
El triunfo del ex de AFE deja en agua de borrajas la reforma. A Rubiales no le gusta por venir de donde viene, en Proliga, representante de la mayor parte de los clubes afectados, no hay consenso y trabajan para presentarle a Rubiales una reforma más meditada.
En la propuesta de Maté, la Serie 1 de Tercera agrupaba a Castilla-La Mancha con Madrid y Canarias, un grupo muy atractivo para los equipos de nuestra comunidad que consiguieran acceder a él. Por el momento, será solo un proyecto más, aunque es cierto que son bastantes los interesados en una reforma de las categorías más modestas del fútbol de carácter nacional. Ciertamente, no se trata solo de una reforma de grupos y jerárquica. Hay buenas perspectivas para que finalmente vea la luz la Ley del Deporte en esta legislatura, lo que implicaría requisitos de obligado cumplimiento que acompañaran a cada categoría, dependiendo de su definición.
Algo se mueve en el mundo del deporte y del fútbol modesto, pero seguramente poco tendrá que ver con lo que se aprobó en San Sebastián, el último brindis al sol por parte de una directiva que no quiso irse.