Darío Rodríguez Morales es ya todo un veterano en el Rally Dakar. Hace unos días, el enfermero natural de Saceruela completó su novena presencia casi consecutiva (solo se perdió el del 2012) como miembro de la organización. A lo largo de todos estos años ha desarrollado múltiples funciones, desde la propia del servicio sanitario, hasta la de seguridad, pasando también por las comunicaciones y antenas. Todo ello le ha llevado a tener una amplia visión de lo que es esta prueba, la más importante y dura por etapas en el mundo del motor. En este 2020 el Rally Dakar ha aterrizado por primera vez en Arabia Saudí, en un nuevo país, con nuevo recorrido, horario y también reglamentación. Darío Rodríguez lo ha disfrutado al máximo montado en su Toyota Land Cruiser medicalizado junto a Joaquim Terricabras, traumatólogo del FC Barcelona. “Creo que hicimos un gran trabajo”, apunta el enfermero ciudarrealeño, una cara ya muy conocida entre todos los pilotos de este espectacular rally.
P: Este ha sido tu noveno Rally Dakar, pero un Rally con muchas novedades: nuevo país, recorrido, normas… ¿Cómo lo has vivido con respecto a las anteriores ediciones?
R: Este Rally Dakar era el capítulo tres, como le gusta decir al nuevo jefe que tenemos, el francés David Castera, por el estreno de un nuevo país. Se ha visto una mano distinta, una mano nueva en la organización. Quizá echábamos antes de menos la compañía del jefe y ésta la hemos tenido esta vez. Creo que ha sido bueno que haya habido un cambio de número 1 y a ello se unió correr por primera vez en Arabia Saudí.
Es cierto que había incertidumbre y teníamos dudas de cómo íbamos a hacer las cosas en este país árabe. Pero ha sido una sorpresa positiva. Todo han sido facilidades, ha habido siempre una buena predisposición para ayudarte.
¿Qué experiencia te ha aportado esta vez?
Sumando el conocimiento de una nueva cultura, una nueva percepción de la vida, una nueva religión, más un paisaje nuevo, hago de todo eso un balance muy positivo. Creo que estos cambios en el Dakar, aunque a mí me dolió dejar Sudamérica, han hecho bien para la carrera, para generar y renovar la idea de aventura del Dakar. Todos los pilotos con los que he hablado estaban fascinados. Muchos lamentaban no poder parar para hacerse fotografías.
También, buscando la filosofía de volver a los primeros Dakares se ha hecho una navegación más difícil. No se daban los libros de ruta hasta minutos antes de las etapas para que los equipos grandes no tuvieran ventaja. Esta vuelta a la esencia del Dakar ha sido positiva. Se han juntado muchas cosas: nuevo país, nueva cultura y nuevo jefe que ha traído una filosofía de vuelta a los inicios de la carrera. Las perspectivas son muy buenas.
Has podido conocer un nuevo país como Arabia Saudí.
Sabíamos que Arabia Saudí no nos iba a defraudar en cuanto a paisaje, desierto, arena… He pisado muchos desiertos, pensaba que había visto los más bonitos, en el Gobi o en el Wadi Rum, en Jordania. Pero este de Arabia es increíble, cinco veces más bonito.
Arabia Saudí es un país que hasta hace cuatro días era hermético, completamente cerrado. Ahora lo han abierto para una carrera así que les va a servir para darse a conocer. Allí se está intentando hacer una transición del petróleo, que era su única fuente de ingreso y no poca, a otros medios productivos, donde van a meter el turismo. Creo que quieren utilizar eventos como el Rally Dakar, cuya señal se ve en 170 países, para atraer mucho turismo.
También se van a dar pasos de apertura. Allí ha habido cambios en los últimos años que no se habían producido en cien anteriores. Entre ellos está el tema de la mujer. No sé si muchas veces hay organizaciones que nos erigimos, yo también, en salvadores de la patria y a lo mejor hay gente que no quiere ser salvado porque vive feliz. ¿Alguien ha preguntado a las mujeres saudíes si quieren cambiar, si quieren quitarse el velo?
Además de enfermero soy licenciado en Antropología y me gusta mucho observar esto. Me gustaría que allí las mujeres tuvieran la opción de decidir libremente, pero mi percepción allí no ha sido la de infelicidad en las mujeres. Algunas han probado los coches de otras mujeres. He visto como las nuestras como Cristina Gutiérrez, Mónica Plaza o Laia Sanz paseaban por allí con sus cabellos al aire sin problemas, le enseñaban sus coches a otras mujeres, se subían en ellos. Se están dando pasos hacia la libertad, especialmente para que la mujer pueda decidir. Y cuando eso pase creo que será un pequeño porcentaje el que se quitará el velo.
Dentro de tu labor en los servicios sanitarios de la organización, ¿has tenido que llevar a cabo actuaciones importantes?
Los primeros días sí que tuvimos varias actuaciones. El primer día se cayó un piloto francés en Quad, el dorsal 262, y se hizo una brecha en la muñeca. Quedaba poco, se la pudimos limpiar y vendar bien y ya se la suturaron en meta. Luego atendimos a pilotos exhaustos a los que había que hidratar y comer. Alguno caído con una leve pérdida de conciencia.
Lo que hicimos mucho fue búsqueda y rescate. Somos un medio móvil en carrera, vamos en un Toyota Land Cruiser con todo el material médico y de rescate, para ser autónomos y no quedarnos en la arena. En la etapa 4 tuvimos que ir a buscar a varios pilotos que habían tenido problemas con sus motos y se les había hecho de noche. Uno de ellos era Daniel Albero, diabético y que fue con el proyecto ‘Un diabético en el Dakar’ para dar a conocer la enfermedad y que no supone una barrera para, por ejemplo, correr un Dakar. Fue una noche dura, pero bonita. Cogimos a Daniel Albero y llegamos donde estaba otro piloto, el 135, Leo Cola, y esperamos allí porque no nos cabía otro en nuestro vehículo prestándole algo para el frío y dándole comida hasta que llegó otro servicio de la organización para recogerlo. Luego en cowboy salimos todos de ese sitio tan difícil, en el que nos llegamos a quedar enganchados y salimos gracias a un camión de carrera que pasaba por allí. Es parte de la esencia del Dakar, de ayudar a todo el mundo, de salir adelante todos juntos.
La noticia trágica en esta Rally Dakar fue la muerte del piloto portugués Paulo Gonçalves, ¿cómo se vivió?
Fue una desgracia que nos hizo mucho daño a todos. Yo era amigo suyo, pero es que él era amigo de todos. Le conocía de hace muchos años. Era un portugués de origen muy humilde que se metió en esto de las motos porque era muy bueno. Había flanqueado bien a Joan Barreda y, muchas veces, le había ganado como compañero. Un año fue campeón del mundo y otro subcampeón del Dakar por detrás de Marc Coma. Era un piloto top, con carisma, muy simpático, siempre ayudaba a los demás. Tengo muchas imágenes suyas y todos los días lo veía por allí.
Fue en la etapa 7, no se me olvidará jamás. Yo estaba en el kilómetro 471 y esto sucedió un poco antes. Desde que pasó hasta mi punto no había nada donde los pilotos se pararan. Los primeros no se enteraron, pero luego empezaron a llegar los de detrás y me empezaron a preguntar qué había pasado con Paulo, algunos destrozados y llorando. Yo no tenía entonces ninguna noticia, porque cuando pasa algo así todo se hace por teléfono satélite y no por la radio. Después me empezó a llegar información y ya empiezas a darte cuenta de que pintaba muy grave. Hasta que llegó la peor noticia que nos heló a todos la sangre. Parece que se cayó a muy alta velocidad, a unos 150 kilómetros por hora, y puede que pillara una especie de cauce de río o zanja y salió despedido. No hubo nada que hacer, quedó en el acto.
¿Qué ambiente queda entre la organización y los participantes tras esta desgracia? ¿Se relativiza entonces la competición?
Queda un ambiente de vacío absoluto, con el corazón constreñido. Siempre piensas: “¿Qué podríamos haber hecho más? ¿Hemos fallado en algo?” Los pilotos estaban hechos polvo. Me acuerdo de Kevin Benavídes, de Laia, que era muy amiga suya, de Toby Price, un campeón que se paró allí primero con él y que cuando llegó ni hablaba. Tratas de consolarles. Ellos saben en su interior cómo se la juegan, los riesgos que toman. Saben que si quieren ganar, y Paulo era de los que quería ganar, puede pasar esto. Aun así, no dejan de hacerlo. A esa gente les corre gasolina por las venas, no saben ir despacio. Tienen ese gen competitivo que debe llamarse velocidad. Son felices así. Jugar con el riesgo y la velocidad les produce esa adrenalina especial que les da la felicidad. Paulo, Pablo como le llamábamos, era así.
Imagino que la seguridad es un aspecto fundamental para la organización.
El nuevo jefe Castera viene de ser piloto en motos y copiloto en coches. Tiene mucha sensibilidad en los temas de los pilotos y, sobre todo, en seguridad. No se ha escatimado nada en esto. Este año, por ejemplo, se ha aumentado el número de helicópteros sanitarios. Siempre había un mínimo de tres. Este año ha subido a cuatro e, incluso casi todos los días se metía uno más. Solo en Castilla-La Mancha tenemos cuatro en toda la región. Para la carrera, para unas 600 personas participando, había cinco helicópteros. Y aun así se han producido accidentes graves a los que hay que llegar rápido.
La noticia positiva del Rally fue la victoria de Carlos Sainz en coches, su tercera.
Me ha gustado una cosa de Sainz. Y espero que se entienda. Tiene 57 años, pero ya tiene la madurez absoluta para saber leer esta carrera. Cuando Sainz llegó a esto era distinto a lo que había hecho antes, como le ha pasado ahora a Alonso. Él venía de carreras de dos o tres días en el World Rally Car. El Dakar es de dos semanas y tienes que saber gestionar tu ventaja, lo que interesa es ser primero el último día y a veces hay que levantar el pie. Me acuerdo en algún rally anterior, su copiloto Lucas Cruz (no sabéis lo importante es el copiloto en esta carrera, me atrevería a decir un 50% o más) me contaba el trabajo que le costaba que Sainz supiera jugar con esa ventaja que tenía y no poner en riesgo el Dakar. Este año lo ha hecho muy bien, ha corrido dos o tres días para sacar una ventaja muy buena y luego ha sabido ‘correr un poco menos’, reducir un poco el límite del riesgo para jugar con ese colchón y ser campeón. Sainz ya sabe hacerlo y el haber entendido esta filosofía le puede hacer ganar muchos más.
Sainz es un tipo que cuando está en ‘modo carrera’ sólo piensa en ‘modo carrera’. No hace casi ni chistes, casi ni sonríe. Está pensando las 24 horas del día en alguna mejora para el coche, en ver si han colocado bien sus mecánicos algo… Cuando hablas con él te das cuenta de que está centrado en la carrera, a veces te deja casi con la palabra en la boca para mirar algo al coche.
El aliciente este año ha sido Fernando Alonso. ¿Cómo le has visto?
Es una megaestrella, pero es muy cercano. Se veía que lo absorbía todo, como una esponja. Eso me gusta, porque creo que va a tener continuidad. En la pista, en una neutralizada, coincidimos en un punto un poco difícil y me preguntó cómo habíamos llegado hasta allí. Quería coger toda la información posible, saber cómo habíamos pasado las dunas con nuestro Land Cruiser, a cuánto habíamos deshinchado las ruedas para no quedarte en la arena… Iba cogiendo esa información que le podía servir.
Su puesto 13º para un novato, quedando segundo en una etapa, fue increíble. Ha dejado muy buena sensación por cómo es, lo cercano que es, por el trabajo que ha hecho. Lleva a Marc Coma, un copiloto que no se va a perder en la vida, un mejor maestro no podría tener Alonso. Le veo como futurible ganador si tiene continuidad. No esperemos que lo haga enseguida, pero tiene una destreza y un gen especial.
Has contado muchas cosas y situaciones sobre este Rally Dakar, ¿pero alguna anécdota curiosa?
Con Nani Roma. Este año él estrenaba un nuevo coche, que ha tenido fallos pero era algo normal, lo que ellos llaman los ‘fallos de juventud’. En la etapa 4 había mucha piedra y nos lo encontramos de noche tirado y sin ninguna rueda. Paramos por si necesitaba algo y me acuerdo que me preguntó si teníamos alguna rueda para dejársela. Teníamos dos, pero no servían porque eran incompatibles. Es un piloto top, que ha ganado el Dakar en motos y en coches, y estaba desesperado. Tenía que esperar al camión de asistencia y como era de noche, con mucho frío, no se veía qué camión era el que venía. Iba parando a todos. Fue un rato agradable porque, aunque no les puedes ayudar en nada en estos casos, a los pilotos, incluso a los top, les gusta sentir el calor y la seguridad que les da ver a gente de la organización en carrera.
El próximo año tocaría tu décima presencia en un Dakar, ¿irás a por él?
Es duro, pero espero que haya un décimo. Soy de los más veteranos y cuando te juntas con compañeros novatos trato de darles los mejores consejos que pueda. Ojalá los hubiera tenido yo, a raíz de darme golpes fui aprendiendo. Entre los competidores, cuando hacen diez Dakares le ponen una pegatina en el coche que pone ‘Dakar Legend’, Leyenda del Dakar. Estaba la broma entre nosotros diciéndome que el año que viene seré ‘Dakar Legend’. La gente ya te reconoce y eso lo da la veteranía. Pocos tienen conciencia de todo lo que se mueve en esta carrera, organizar esto es lo más difícil y nosotros lo hacemos. Este ha sido un Dakar para repetir.