Gabriel Moya Requena (49 años, Argamasilla de Alba), trabaja en la construcción y como vigilante de seguridad. Está casado y tiene dos hijas. Acaba de proclamarse subcampeón de España en tiro de precisión con pistola de aire comprimido, así como campeón por equipos. Todo ello pese a que los que copan los primeros puestos son integrantes del equipo nacional, incluso olímpicos en algunos casos. Este éxito cobra todavía más valor al no disponer apenas de medios y tener que entrenar en su propia casa, en una cochera donde ni tan siquiera dispone de las medidas reglamentarias.
La afición le llegó más bien tarde, con 30 años, aunque reconoce que siempre le gustó, pero nunca antes había probado. “Un amigo mío me invitó a probar en un campo de tiro, estuve con él y fue quien me guió para inscribirme en el club de tiro, me federé y a nivel provincial iba a campeonatos a Socuéllamos, Tomelloso, Pedro Muñoz. Enseguida la gente que entendía me vió y me empezó a decir que esto se me iba a dar bien, aunque yo tampoco le daba mucha importancia a eso. A los dos o tres años me invitaraon a participar en una tirada de aire comprimido, en Alcázar de San Juan, el presidente, Miguel Bellido, que era de Manzanares, que por desgracia falleció. Me dejaron una pistola y me gustó, repetí y desde entonces empecé con la precisión y poco a poco empecé a ganar Provinciales, Regionales, en algunos Nacionales hice el quince, el diez y en 2010 entré en una final de la Copa del Rey, al año siguiente hice subcampeón de España en Logroño y campeón por equipos con Castilla-La Mancha. Para mí fue como ser campeón, pues quedé solo por detrás de Pablo Abensaid, que es olímpico”.
Dentro de un deporte en el que “tampoco hay profesionales, pero ellos están en el Consejo Superior de Deportes, tienen sus becas olímpicas y me ganó por tres o cuatro puntos, este año me han separado cuatro décimas del oro”.
Su modalidad es la precisión y consiste realizar 60 disparos a una mano en equilibrio. Para ello dispone de una hora y quince minutos, donde todos y cada uno de los disparos cuentan y debe obtener la máxima puntuación posible, siendo cada tiro perfecto de 10 puntos.
Desde su humildad, y con los pocos medios que cuenta, asume que subir un peldaño para acceder a competir internacionalmente requiere demasiada dedicación que a día de hoy tampoco puede permitirse. “Tienes que hacer unas marcas y en el 2011 cuando quedé subcampeón de España tenías que hacer 579 e hice 577. El entrenador nacional que había entonces me dijo que si seguía con esa rutina intentarían meterme en el equipo para salir a competir en el campeonato de Europa, pero finalmente no me llamó porque me dijo que no tenía experiencia a nivel internacional. Ahora son 574 puntos para ir a competir internacionalmente, antes me dedicaba más y sí podría haberlo hecho, pero ahora no dispongo de tanto tiempo por mi trabajo. Ahora si no vas a una competición pierdes puntos, se premia más la cantidad de competiciones que la calidad”. “Esto es para el que tenga dinero, llegué a estar el tercero en el ranking que para mí era ser el primero, porque por delante de mí tenía a Pablo que es olímpico y otro compañero que estaba en el equipo nacional y solo hacía eso, estaba en la Blume. Como no puedo ir a las dos próximas competiciones por motivos familiares, aunque he subido por el subcampeonato de España, volveré a bajar porque no podré puntuar”, señala.
Su rutina de entrenamientos discurre principalmente en la cochera de su casa, que no reúne unas condiciones mínimas, pues no dispone de la distancia suficiente. En la competición son diez metros y apenas tiene ocho, por lo que ha ideado un curioso método que consiste en reducir la diana en proporción a la distancia con la que cuenta. “Entrenamientos de calidad podría hacer en Villarrobledo y en Toledo, porque pertenezco al club Vientos del Norte de Olías del Rey, donde tenemos una de las mejores galerías de tiro de España, que es una delicia, pero son 130 kilómetros, tendría que ir a tirar al menos los martes y los jueves, pero por los horarios de trabajo no puedo”. Por ello se las ingenia para hacerlo en casa.
Tampoco dispone de preparador, apenas dispuso de él unos pocos meses. “Me marco unos mesociclos de tres meses, así me ayudó, pero lo tuve que dejar porque no me lo podía permitir, aunque en tres o cuatro meses que estuve con él me ayudó mucho. Era Diego Pérez Redondo y todavía lo sigo llamando para hacerle alguna consulta”.
Pero como Gabriel dice “no es solo tirar”, también hay que cuidar el apartado físico. “Hago bicicleta, running, algo de pesas y cuando acaba la temporada voy al gimnasio, la verdad que yo me lo curro, aunque dieta no hago”. Incluso el psicológico, también de gran importancia. “Lo bueno que tengo es que lo que hago entrenando lo hago en competición. Hay mucha gente que baja y lo que mejor se me da son las finales, cuando entro en finales siempre me dicen que no me pongo nervioso”.
Otro de sus principales hándicaps, además del tiempo y la disponibilidad, son los medios económicos, que en este tipo de deportes siempre son tan escasos. En cuanto a las ayudas procedentes de las administraciones públicas, “cuento con el Ayuntamiento, no es mucho pero hay que entenderlo porque es un pueblo pequeño y toda ayuda que nos dan es buena para los desplazamientos, hoteles… La Diputación también se porta muy bien conmigo, me marca unos objetivos y la Junta también me da algunos años”.
De patrocinadores privados ni hablamos. “Los países más punteros son Alemania y Rusia, con sus ligas y todo. En España hay unas 65.000 licencias, es un poco criticado por alguna gente por el tema de las armas, por eso me han cerrado algunas puertas y me han contestado de mala manera en algunos sitios, tiene mala prensa y es poco mediático” lamenta.
Antes de lograr este nuevo subcampeonato, ha tenido que pasar por su particular calvarios, pues ha estado seis meses lesionado por una lesión en el hombro: “Entre el trabajo y la pistola se me lastimó el tendón supraespinoso, he estado seis meses, me tuvieron que quitar casi un centímetro de clavícula, se me dormía la mano, he estado dos años compitiendo fatal. Después de la lesión llevaba entrenando muy poco y fui al campeonato de España por mi mujer que me animó a ir. Y mira cómo salió”.
Sin mostrar ningún exceso de ambición, le gustaría cumplir un pequeño sueño, pero sobre todo “seguir día a día sin presión. Empecé queriendo ganar un Provincial y mi ilusión sería, ya que estoy en esto, salir a competir internacionalmente con el equipo nacional, aunque tampoco es una cosa que me quita el sueño, tengo los pies en el suelo y sé mis limitaciones. Lo único que he dicho siempre y me voy a quedar con la duda es si yo hubiera tenido un trabajo que me hubiera permitido entrenar en condiciones y disponer de unas instalaciones, dónde hubiese podido llegar, es lo único que me queda”.
Gabriel hacía especial hincapié a la hora recalcar que tiene “unos pilares muy importantes para llegar al éxito en este deporte, que es muy psicológico, por lo tanto lo fácil es entrenar el cuerpo y lo difícil domar el cerebro. Se entrena y se compite contra uno mismo, con lo cual, el enemigo no son los demás sino tú mismo. Ser mejor que otro no me motiva, lo que me motiva es mejorar cada día y en esa competición gano casi siempre. Pensar que no soy mejor que nadie ya me hace mejor que muchos”.
Cerca de los 50, ha pasado por malos momentos que le han hecho pensar en la retirada, pues “pierdo tiempo de estar con la familia, aunque me apoyan bastante. Cuando he tenido épocas malas y he pensado en dejarlo, mi mujer me ha apoyado mucho”.
En este deporte se es senior hasta los 55 años y se puede seguir compitiendo como tal sin límite de edad siempre que las facultades acompañen. “Pensamos en retirarnos siempre que se nos da mal una competición y así lo comentamos muchas veces entre nosotros, pero el lunes ya estamos otra vez tirando. Yo tengo pensado seguir tirando en senior hasta que pueda después de los 55 años”, concluye.