A Javier Ley Fernández (13-4-1996, Almagro) le apasionan los retos de grandes distancias. Es un “loco” del ciclismo de ultrafondo, como él mismo se define, y cualquier desafío de esta especialidad lo pone en su cabeza, lo medita y, posiblemente, se decida a hacerlo, da igual si es de una extrema dureza o una total ‘locura’. “Estuve estudiando en Talavera y el pasado mes de julio me daban el título. Decidí ir a recogerlo en la bicicleta y volver. Fueron 400 kilómetros y más de 12 horas”, cuenta. Este es el ejemplo claro de lo que es como deportista Javier Ley.
Su último reto cumplido fue más exigente todavía. Tanto que el almagreño no duda en afirmar que “fue el más duro que he hecho encima de la bicicleta”. Se llama el ‘Everesting Challenge’ y ya lo conocía desde el 2017, cuando salió a la luz en las redes sociales y en los medios. Consiste en ascender una misma subida y descenderla las veces que sean necesarias para completar un desnivel positivo de 8.848 metros, justo lo que mide la montaña más alta del mundo, el Everest.
Bajo esa premisa alcanzable para muy pocos, Javier Ley se lanzó a por el reto. Para ello escogió un escenario cercano a Almagro, el Cerro La Yezosa, ya que quería hacerlo cerca de casa y sentir el apoyo y la compañía de los suyos. El cerro, con una subida de 3’200 kilómetros y un desnivel positivo de unos 190-200 metros, le obligaba por su terreno sin asfaltar a tener que pedalear en su bicicleta de montaña y no en la de carretera habitual. A las 6.30 horas del sábado tomó la salida para finalizar cerca de las 20 horas del domingo. En total 19 horas y 46 minutos encima de la bici y cerca de 38 horas en total (el reto dejaba descansar, pero no dormir), con 50 ascensiones y 308 kilómetros. Javier Ley superó a lo grande la prueba marcada, pero no sin complicaciones.
“Se me fue el tiempo por la bicicleta de montaña. Tuve muchos pinchazos y también averías”, recuerda el ciclista pese a llevar el líquido ‘tubeless’ en las ruedas. Entre esos problemas estuvo el que tuvo con el disco delantero: “Mi bicicleta no tiene suspensión, ni amortiguación en la horquilla delantera, es rígida de carbono. Me tragué así más los impactos del camino y se me movió mucho el disco delantero, que frenaba la rueda. Tenía que ir parando y ajustando, así la mitad del reto con la rueda frenada”.
Con estos contratiempo al ya de por sí esfuerzo sobrehumano que estaba haciendo, Javier Ley fue restando kilómetros y desnivel para conseguir el objetivo. Todo ello acompañado de su familia (su padre y su hermano), su novia, la también ciclista Silvia Gómez, y bastantes acompañantes que tuvo a lo largo de las horas, con compañeros de Almagro ciclistas, otros que llegaron sin conocerle y también algunos más en coches para animarle. “Estaba súper encantado, fue más gente de la que esperaba, sobre todo de mi pueblo”.
Con estos ánimos, tuvo en el reto un momento de enorme bajón. No fue durante la noche del sábado al domingo, en la que sin dormir sí que descansó varias horas para evitar también un descenso en la noche que hubiera sido muy peligroso. Lo peor lo vivió a las pocas horas de empezar, al mediodía del sábado, cuando llevaba 20 ascensiones, casi la mitad de lo esperado. “Estas pruebas son más de cabeza que de lo fuerte que puedas andar físicamente de piernas. Mi plan era hacer paradas cada 10 subidas, lo fui llevando bien hasta la segunda vez. Llegó el mediodía, hacía calor y me dio un bajón de cansancio. El calor fue como un bofetón gordo, un bajón de golpe. Recuerdo hacer una bajada y encontrarme a mi novia, paré llorando y le dije que estaba sufriendo un montón. Mi cabeza por dentro me decía que por qué me meto en estas cosas. Luego tiene su sentido, pero en ese momento piensas el por qué tienes que sufrir. Piensas si parar o intentar seguir… “. No paró y siguió adelante: “Soy muy cabezón y, aunque sea con lágrimas en los ojos, seguí tirando y afrontarlo a paso de tortuga”, dice.
¿Y por qué hizo este reto? ¿Por qué continuó? Varios fueron los argumentos de Javier Ley para dar respuestas a estas preguntas que, como ha explicado, se hizo los días previos y también durante su pedaleo en la bicicleta. Uno de ellos lo encontró en un accidente que tuvo junto a su novia Silvia el pasado mes de julio y que pudo resultar fatal. Ambos fueron atropellados mientras entrenaban por un coche que se saltó un Stop y Javier Ley sufrió una fractura de clavícula y varios cortes, mientras que Silvia tuvo numerosos golpes. Un enorme susto del que el almagreño se rehizo con gran rapidez en sesiones de fisioterapia en la Clínica Juan Araque de Daimiel y que fue determinante a la hora de decidirse a atacar el ‘Everesting Challenge’. “Para mí era una superación propia. El decirme que había sufrido un accidente gordo, en el que pudimos habernos matado, y que estaba bien. Después de romperme la clavícula a las cuatro semanas ya estaba montando en bici y al mes siguiente he podido con este reto”, apunta con orgullo.
También el hecho de apenas haber competido esta temporada debido a la suspensión de las carreras por la pandemia y la idea de dar visibilidad a su equipo, el Tenerife Bike Point, fueron importantes en su decisión de la escalada. Precisamente con esa escuadra ciclista de élite, con sede en Tenerife y también en la localidad madrileña de San Lorenzo de El Escorial, Javier Ley pudo disputar hace unas semanas en Jaén el Campeonato de España de ciclismo en ruta, una prueba en la que se mezclaron los élites con los profesionales. “Tras el accidente me ví bien y quería correr. Ya había podido competir con profesionales en un Tour de Argelia al que nos invitaron, pero esto fue una gran experiencia, el correr con gente a la que ves en la Vuelta y en el Tour”. Allí, el almagreño acabó con un buen sabor de boca: “Pude defenderme dentro de mis posibilidades”.
Campeón de España de ciclismo de ultrafondo
Antes del ciclismo, Javier Ley practicó durante diez años taekwondo y durante dos kick boxing. Una lesión en la rodilla le ‘retiró’ de esos deportes de combate y le llevó a la bicicleta, con la que comenzó a competir en las distancias normales de carretera y ‘mountain bike’, con triunfos en la Crono Escalada al Cerro del Socorro (Cuenca), en el Memorial Tito Cabrera de Telde (Gran Canaria) o en la Vuelta a Barbaña (Extremadura). Pero siempre miraba con gusto y deseo la posibilidad de hacer pruebas de larga distancia: “Me gustaban, pero no daba el paso”. Lo hizo en 2018, cuando decidió apuntarse junto a Silvia Gómez a una prueba de dúo mixto de la Copa de España de 12 horas de ultrafondo. Allí ambos lograron la victoria y después en el Circuito de Cheste también se llevaron el triunfo en las 24 horas, proclamándose campeones de la Copa de España de Ultrafondo.
A partir de ahí sí que llegó el idilio de Javier Ley con estas pruebas de larga distancia y con estos retos de máximo esfuerzo, consiguiendo en 2019 volver a subir al podio con Silvia en los Campeonatos de España, siendo terceros en el de 12 horas y subcampeones en el de 24 horas. “Ver los resultados que logramos en pareja y probando unas distancias que no son habituales en jóvenes como yo de 23 o 24 años, sino más en deportistas más mayores, con los cuerpos más hechos, me sirvió para engancharme mucho más. Ya me he aficionado a este tipo de locuras de tirarme muchas horas encima de la bicicleta”, sentencia el almagreño, que también recuerda con orgullo el bronce logrado en enero de este 2020 en la prueba de persecución del Campeonato de España de Ciclismo Adaptado en pista, formando tándem con Félix Martín.
Ese ultrafondo es la afición de un Javier Ley al que no es difícil ver sobre su bici por la zona de Almagro. Son muchas horas encima de ella con una sonrisa puesta por hacer lo que le gusta y plantearse nuevos retos de extrema dureza. Ya ha completado el ‘Everesting Challenge’ que tanto deseaba hacer en un año duro por su accidente y la pandemia. Seguro que seguirá planeando muchos más.