La Ikenona, la popular carrera nocturna organizada por el club Corriendo por el Campo y con la que el mundo del trail ciudadrealeño despide cada año, se ha celebró en la noche de este pasado viernes en los caminos y sendas que rodean la pedanía de Peralvillo, cambiando así en esta edición su escenario que antes era el de Poblete.
Más de 200 corredores se dieron cita desde las 21.30 horas para afrontar los 14 kilómetros de la prueba o los 8 que tenía la ruta senderista. Al tratarse de una prueba festiva y no competitiva, los resultados atléticos no eran lo importante y sí el buen ambiente y los avituallamientos al más puro estilo de Corriendo por el Campo, con salchichón, chorizo, frutos secos, cerveza… y un maestro jamonero cortando sobre la marcha para los esforzados corredores.
El circuito tenía un poco de todo, pistas muy corribles y algunos caminos con cierto desnivel que hicieron sudar a los participantes en una noche con una temperatura ideal para correr.
El centro neurálgico de esta edición de 2017 de la Ikenona fue el Centro Social de Peralbillo. Allí se recogieron dorsales, se prepararon las migas de la postcarrera y se celebró el ágape con el que los organizadores del evento agasajan a los corredores. Tampoco ahí faltó de nada. Migas, aperitivos, cerveza… y hasta cava y uvas para brindar por el 2017 que se acaba y recibir a 2018 como se merece.
Y además, a pesar de ser una carrera no competitiva, hubo entrega de premios (a los primeros y a los últimos en cruzar la meta) y sorteos de premios cedidos por los patrocinadores y por el resto de carreras del Circuito Trail Series de Ciudad Real que despide un año más con una salud de hierro.
Tampoco faltó el lado solidario ya que la Fundación Aladina (que ayuda a niños y adolescentes enfermos de cáncer) puso un puesto en el que los participantes colaboraron comprando pulseras y recaudando fondos.