María Alarcón Morales ha llegado a la élite del voleibol nacional en el equipo de su pueblo, el CV Kiele Socuéllamos, gracias a una continua progresión, empezando como el club, desde lo más bajo y quemando todas las etapas hasta llegar a la máxima categoría. Un premio a la constancia de un trabajo que le ha reportado una enorme recompensa, de la que ahora está disfrutando como la que más.
En la actualidad, es la única superviviente en la plantilla desde los inicios del club y también la única componente socuellamina de la misma, tras la reciente salida de Diana Sánchez. A sus 22 años trata de abrirse un hueco en la élite mientras compagina los partidos, las concentraciones y la carga de entrenamientos cursando estudios de un ciclo de administración, también en su localidad.
Desde muy pequeña se empezó a interesar por el voleibol, debido a que “todas mis primas jugaban, las veía jugar y creo que con diez años o así comencé a hacerlo en los equipos del colegio y en las escuelas del Ayuntamiento desde alevín”, explica María Alarcón, que arrancó a la par del club, pues “cuando se fundó yo era juvenil, tenía 16 años. El primer año solo había equipo juvenil, al siguiente hicieron un sénior y jugaba con los dos equipos. Empezamos en la categoría más baja, subimos a Primera Nacional y la primera temporada nos fue muy mal”, recuerda.
De todo este largo camino, su mejor temporada en las filas del Kiele fue “el segundo año en Primera Nacional, cuando jugamos los primeros play off aquí en Socuéllamos”. Y el mejor momento lo tiene claro, “para mí fue ganar la Copa Princesa” y la cara menos amable “el primer año en Nacional que no ganábamos ni un partido y era un querer y no poder. Se pasa mal perder semana tras semana, venir a entrenar, volver a perder, fue uno de los peores momentos”.
Desde sus inicios ha ido de la mano del actual segundo entrenador del Kiele, Pablo Alarcón, el otro superviviente. “Incluso antes del Kiele, desde cadete lo he tenido todos los años”, puesto que el también socuellamino se hizo cargo del equipo en los primeros años y ha sido asistente tanto de Pablo Lloret como ahora del actual técnico Chema Rodríguez.
María es demasiado joven para recordar lo que se vivió en Socuéllamos con el mítico Roycan, que también llegó a la élite, pues apenas tenía un año, aunque sí que le han contado cómo fue aquella otra etapa gloriosa del voley local, lo que veía como algo inalcanzable, menos aún siendo partícipe de este nuevo gran éxito, pero “con la junta directiva que tenemos, sí confiaba en que se podía llegar, lo que no sabía es que yo iba a estar aquí, es lo que más complicado veía”.
A lo largo de estos años ha destacado en la posición de líbero, esa jugadora que va con una camiseta distinta, nunca saca y entra y sale de campo, pero determinadas circunstancias la han obligado a ocupar otro rol para servicio del equipo. “El año pasado estaba de atacante, pero mis cualidades encajan más como líbero”. Ahora ha sido requerida otra vez a cambiar su posición por urgencia. Ya no se la ve con la camiseta rosa sino con la azul como el resto de compañeras. “Diana se fue y Gabi está lesionada pero cuando vuelva Gabi yo vuelvo a lo mío, esperemos que vuelva pronto”.
Se ha quedado como única socuellamina en la plantilla tras la marcha de Diana Sánchez, por lo que se ha convertido en la máxima representante del voley a nivel local. Pero para ella “es una pena que Diana se haya ido. Obviamente, yo intentaré hacerlo lo mejor posible y representar a mi pueblo. Que la gente no se desanime y nos siga apoyando igual que cuando estaba Diana. Para mí es un honor llevar a mi pueblo a todos sitios”.
Y es que María estaba muy unida a la ex capitana, pues “desde que yo era pequeña era mi referente, siempre he querido ser como ella y de hecho el primer año que jugó conmigo, bueno –corrige-, que yo jugué con ella, siempre ha sido un apoyo, quería aprender algo más y siempre le preguntaba a ella. De hecho, hasta el último día que ha estado aquí ella me ha ayudado y ha sido un apoyo muy grande”.
Aparte de la ahora jugadora de Las Palmas, su otro espejo en el que mirarse es “Patricia Llabrés, la líbero del Logroñés, me gusta un montón, es una jugadora muy buena”, que compite con el líder de la categoría y actual campeón de Liga y Copa.
Sobre la posibilidad de salir si surge la oportunidad para probar otras experiencias, reconoce que “si me surge sí, porque creo que todo el mundo debería vivir esa experiencia de jugar en otro lugar que no sea tu casa. Siempre me lo ha preguntado mucha gente y creo que sí me iría”.
Aunque también es consciente de lo complicado que es vivir de este deporte, ya que “tienes que ser muy buena para poder vivir de esto, es un deporte minoritario, encima femenino, por desgracia es así. A mucha gente le molesta pagar siete euros por venir a vernos y así nunca progresaremos”.
En la máxima categoría muchas jugadoras no pueden vivir de ello, por eso aparte del deporte es fundamental formarse pues “la vida del deportista en verdad es corta, tiene que tener recursos, puedes tener una lesión y no poder volver a jugar más, tienes que tener algo para poder vivir”.
De la actual plantilla con la compañera que mejor relación guarda es “con Nerea, es de mi posición, la conozco del año pasado y estamos mucho tiempo juntas. Si me tengo que quedar con una me quedo con ella”. Y eso que en el voley con las líberos pasa como con los porteros en el fútbol, si juega una no juega otra, pero eso no es óbice para que las relaciones sean las mejores.
Ahora María se ha quedado con ese papel de referente para las nuevas generaciones que como ella intentarán de ocupar un lugar en el primer equipo. “La verdad es que no soy muy consciente de dónde estamos, aunque mucha gente te lo dice en plan reconocimiento, pero no terminas de asimilarlo. Yo voy a entrenar, hago mi trabajo, me voy a mi casa y lo hago con naturalidad, pero no veo más allá”.
Tampoco se obsesiona con el hecho de ser la única socuellamina de la plantilla, eso no le supone una presión añadida. “La verdad es que no, cuando Chema me da la oportunidad de jugar intento hacerlo lo mejor posible y ninguna vez he sentido presión por eso”.
Como no podía ser de otra manera, acompañados a esta continua progresión ha habido que asimilar cambios constantes en la dinámica de cada nueva temporada. En este sentido, “de Primera Nacional a Superliga 2 sí que nota más, porque en Superliga 2 hay mucha gente que ha jugado en Superliga 1 y se nota al atacar, en el saque sobre todo y de Superliga 2 a Superliga 1 también en cuanto a los entrenamientos, la exigencia es mayor”, afirmaba. Ahora solo cuentan con una jornada de descanso y dos días hacen doble sesión, es decir, una exigente preparación.
En esta temporada en la que el equipo debuta en la máxima categoría, lo cierto es que están cumpliendo con creces. “La verdad es que sí, era un equipo casi nuevo, no nos conocíamos, solo quedábamos cuatro del año pasado, ahora tres y pienso que estamos rindiendo y haciendo las cosas bien. Cada partido que pasa se nota y lo hacemos mejor”.
De ahí que se hayan ganando el derecho a soñar, al menos, aunque sea difícil con entrar en los play off por el título. María no ve imposible poder conseguirlo todavía: “Creo que al final de todo este trabajo nuestra recompensa será entrar en play off y estoy convencida que, luchando todas juntas, lo podemos conseguir”. Haciendo un trabajo muchas veces a la sombra, no oculta que pese a su juventud, su objetivo principal en lo personal para un futuro es “acabar jugando de titular”.