La edad, al parecer, está en nuestra mente, es una mera percepción. Manuel Noves es el perfecto ejemplo de esta teoría. A sus 69 años, sigue teniendo un espíritu intrépido y aventurero que le empuja a recorrer kilómetros.
Manuel nació en abril de 1954 en Valdepeñas, y a los 20 años abandonó su localidad para cumplir con el servicio militar obligatorio y acabarse instalando en Albacete, donde comenzó en el Centro Excursionista.
A los 27 años fue cuando empezó a escalar sus primeros “pinitos” en Gredos y Sierra Nevada. a pesar de recordarlos con nostalgia, reconoce que lo pasó mal en sus comienzos al no tener los conocimientos necesarios sobre escalada. Al poco tiempo se acabó dando cuenta de que para seguir en este mundo necesitaba formación técnica y adquirir una serie de conocimientos sobre esta disciplina mediante cursos. Progresivamente fue metiéndose de lleno y ahora describe el alpinismo como “una fiebre”

Manuel define su vida en el mundo del alpinismo como “bastante intensa” mirando atrás. Ha estado en África, Asia, América y diferentes partes de Europa. Comenzó en los Pirineos y en Sierra Nevada e hizo algunos cursos de instructor. Tiene una larga trayectoria en el alpinismo, ha estado numerosas veces en Los Andes, se ha recorrido América, de sur a norte, empezando por Argentina en Aconcagua, Chile, Bolivia o Perú, donde ha hecho el Alpamayo, el Uros, el Huascarán, que fue un intento fallido. Ha hecho volcanes de Honduras, Guatemala y El Salvador, entre otros. En Estados Unidos ha hecho cascadas de hielo, en Colorado; Canadá, por Quebec. Ha estado dos veces en Alaska, en la zona de Valdés. En el continente europeo, ha subido el Everest, el Elbrús, el Macizo de Monte rosa e, incluso, cascadas de hielo en Escocia. En la península, ha escalado las grandes cumbres de Los Pirineos, y cumbres más altas de cada provincia.

Se percató de que, a parte de la preparación técnica, la física era primordial, por lo que se adentró en el mundo del atletismo y comenzó a correr carreras populares por Albacete y medias maratones, consiguiendo hacer ocho, entre ellos los de Berlín, Ámsterdam, Roma, Madrid, Valencia, entre otros. Acabó introduciéndose en Orientación deportiva por su hijo, siendo gestor y prácticamente uno de los fundadores del Grupo de Orientación Deportiva Ingenioso Hidalgo (GODIH), originado en 1989, como una sección dentro del Centro Excursionista de Albacete (CEA). Debido a la edad y ciertas lesiones, Manuel no pudo seguir en el atletismo tras 10 años, ya que todo eso deja secuelas, lo cual también hizo que se enfocase en el alpinismo. Tanto es así que fue gestor en la Federación de Deportes de Montañas de Castilla – La Mancha, también a nivel nacional, durante 33 años.

Ahora también está más centrado en el ciclismo. En mayo, el veterano de 69 años se recorrió en bicicleta 2.200 kilómetros aproximadamente desde Valdepeñas hasta Santiago de Compostela, ida y vuelta. Decidió hacer una ruta alternativa, por caminos rurales. Hacerlo en bicicleta le ha permitido hacer una media de 100 kms diarios, algo que si hubiese hecho andando habría tardado un total de 3 meses.
“La bicicleta me ha permitido lógicamente hacer más kilómetros en menos tiempo y me ha permitido poder visitar ciertas ciudades. En la ida salí de Valdepeñas hacia Ciudad Real, donde me fui por Cabañeros para coger el camino de La Plata en Guadalupe. Ya ahí cogí el camino de La Plata y fui a Trujillo y Plasencia, de las ciudades verdaderamente históricas y muy bonitas de ver, desde ahí, me fui hacia la parte de Zamora y en Granja de Moreruela me fui a Puebla de Sanabria, una maravilla de ciudad, llegué a Orense, y ya me fui a Santiago. La vuelta fue diferente, ya que no quería volver por el mismo camino, cogí el camino francés de Santiago hacia Astorga, luego otra vez el de La Plata hasta llegar a Zamora, posteriormente el camino del Levante hacia Valencia, pasando por Albacete y Toledo. Una vez en Toledo volví a Ciudad Real hasta Valdepeñas”.

A sus casi 70 años de edad, el valdepeñero es “consciente de la edad y lo que tengo ya en mi cuerpo, de mis secuelas y mi perdida de reflejos”. Aun así, no se da por vencido: “Ahora hago cosas como vías ferratas, que son vías de escalada equipadas con un cable de seguridad y peldaño que me permite subir perfectamente sin necesidad de poner mucha cuerda, algunos barrancos, y ciclismo, que es menos dañino para mí.”
Manuel es consciente de los problemas que estas disciplinas pueden acarrear, como él dice “los deportes de montaña son un mundo hostil, en el que en cualquier momento puede ocurrir un accidente”. Por esto, Manuel intenta conocer los entornos a los que va para evitar posibles percances o situaciones peligrosas. “Intento pasarlo bien, que la gente que está conmigo lo pase bien y evitar cualquier mínimo riesgo”.

A pesar de los peligros, el valdepeñero vive de proyectos: “Algunos se cumplen y otros no, pero no dejo de hacer proyectos”. Recientemente ha estado en los Picos de Europa y ha visitado Albania, donde ha hecho Trekking, senderismo y algún barranco.
Otro reto que tiene en mente es recorrerse en bicicleta el camino natural del río Guadiana, desde las Lagunas de Ruidera hasta su desembocadura entre Huelva y Portugal. La idea nace de querer conocer mejor su provincia, ya que dejó Valdepeñas a los 17 años y la mayor parte de su vida ha vivido en Albacete: “Quiero conocer realmente Ciudad Real”.
Una de las ventajas que resalta de estos deportes es que los puede compaginar con el turismo, juntando así una pasión con otra. “A mí no solamente me gusta hacer deporte, sino que también he compaginado todas mis actividades de montaña, en América, Europa, para conocer los lugares y la cultura. Soy muy enamorado de aprovechar y conocer todas las maravillas que hay en el mundo no solamente naturales, sino también artísticas”, concluye.