Hace 51 años una mujer plantó cara a las reglas y se lanzó a por su primer maratón. Fue Katherine Switzer, y quizá hoy podemos considerarla el referente para impulsar el gran movimiento que crece año a año a nivel mundial. Hoy, afortunadamente, las estadísticas muestran que el running femenino avanza a pasos agigantados. Y aunque es evidente que la mayor participación femenina suele darse en las pruebas cortas, no debemos obviar que en los últimos años el número de mujeres va aumentando en largas distancias, como medias maratones y maratones.
La incorporación de la mujer al running femenino normalmente viene acompañada por “razones de peso”, lo que viene siendo querer perder unos kilos y es cierto que el ejemplo de cientos de mujeres que, semana tras semana, corremos por las calles de nuestras localidades está siendo el punto de partida para que muchas otras se animen a calzarse unas zapatillas y correr sus primeros kilómetros. Pero, paralelamente, muchas de estas mujeres se encuentran a la vez con el miedo a no poder, a no dar la talla, a ir las últimas, en definitiva, miedo a ser juzgadas.
Hoy, administrar nuestros tiempos de forma que nos permitan cumplir las obligaciones laborales, familiares y sociales, a veces se convierte en una verdadera aventura. Además, compatibilizar lo anterior con nuestros entrenos y los de nuestras parejas, en muchas ocasiones, no es tarea fácil. Pero, realmente, decir que no hay tiempo para entrenar es una verdadera excusa para no correr. Al igual que el ocio y el trabajo, el deporte requiere de una rutina y una organización necesaria para cumplir nuestros objetivos, y mantener la motivación con la que empezamos.
Por ello, aquellas que sabemos de las alegrías y de los beneficios que el running es capaz de aportarnos día a día, hemos de ser las que encabecemos el movimiento de luchar porque, cada vez, haya más mujeres en la línea de salida de las numerosas carreras que se organizan semana tras semana en nuestra provincia, ya sean de asfalto o trail.
¿Y si lo intento? ¿Y si me animo? Si nosotras podemos, vosotras podéis. Y con la decisión tomada, una va dando sus primeros trotes, sus primeras idas y venidas a cortos recorridos que hacen aumentar nuestra autoestima y nuestra capacidad de creer en nosotras mismas. Nos planteamos nuestra primera carrera como un reto, normalmente un 10K. Y de ahí, sin ser conscientes aún de ello, estamos dando los primeros pasos para nuestra primera media maratón. Y cuando llegamos a esa línea de salida de los 21 kilómetros, sin saberlo, estamos más cerca de enfrentarnos a la tan temida y amada a la vez, maratón. Esos 42 kilómetros que sacan lo mejor y lo peor de ti, que te hacen llegar a odiar el running, pero que saben a gloria, y que, de forma inexplicable, hacen que una vez terminada, por tu cabeza siempre planee la idea de cuál será la siguiente.
A veces el planteamiento es mejorar nuestra marca personal, otras veces acompañar a una amiga que se anima, correr nuestra primera media o enfrentarnos a nuestro primer maratón… Llegar aquí no es un camino fácil, está lleno de un gran esfuerzo por conciliar trabajo, deporte y familia. Desde la primera hasta la última zancada llevan implícita un sacrificio que la gran mayoría de las veces arrastra por delante horas de sueño o de descanso, madrugones llenos de kilómetros o largas tiradas tras una jornada laboral. Pero todo tiene su recompensa. Nos ayuda a meditar, a tener una actitud positiva antes la vida, a arriesgarnos, y a ser conscientes de la importancia que tiene llegar a la meta si lo extrapolamos a otros muchos aspectos de la vida. No debemos olvidar que cada kilómetro cuenta.
El deporte tiene el poder de trascender las barreras de sexo, raza, religión y nacionalidad. Promueve la salud y el bienestar, mejora la autoestima y enseña liderazgo, habilidades para trabajar en equipo y perseverancia. Las mujeres en el deporte desafiamos los estereotipos de género, nos convertimos en modelos a seguir y traspasamos metas hasta hace años pensadas sólo para hombres. Además, el deporte contribuye a facilitar el desarrollo y el empoderamiento de las mujeres. Correr nos enseña a meditar, a cambiar y afrontar las vicisitudes diarias con coraje y capacidad de resolución.
Sin olvidar la gran cantidad de amistades y experiencias que te aporta, desde compañeras que te ayudan hasta aquellas a las que ayudas tú; numerosos viajes y encuentros con gente que probablemente nunca se hubiera cruzado en tu vida.
Hay un largo camino por recorrer, pero, afortunadamente, hoy las mujeres somos más visibles en el deporte que nunca. Ampliamos perspectivas, aportamos ideas e innovaciones. Las oportunidades para las mujeres en el deporte no las encontramos sólo calzándonos unas zapatillas, sino sentándonos en la mesa en la que se toman las decisiones. Cada vez es más frecuente encontrar a mujeres ocupando órganos de gestión de las entidades y clubes deportivos. Nuestra presencia es y debe ser fundamental, lo que no se ve no existe, por ello debemos hacernos ver y oír, debemos arriesgar y darnos una oportunidad lanzándonos a dirigir clubes y participar en todas y cada una de las esferas de las distintas disciplinas deportivas.