En total son trece jugadores los que forman parte del Club BSR más cinco personas dentro del cuerpo técnico, en esta temporada en la categoría de Segunda División Nacional.
Este equipo está formado en su integridad con personas que padecen una discapacidad física y que tienen en el esfuerzo, mucho esfuerzo, su gran aliado de futuro.
Jugadores que han sufrido alguna amputación, que padecen los síntomas de la polio, otros tienen pies de zambo, algunos son parapléjicos, que han sufrido accidentes de tráfico que les ha dejado alguna discapacidad, pero todos ellos con un gran sentido de la superación para seguir adelante y continuar con una vida plena. “El deporte nos ha venido muy bien en todos los sentidos”, explica Ángel Pablo Sendarrubias, uno de los jugadores del Club, “en Puertollano no había deporte adaptado a la discapacidad física, sí a la discapacidad intelectual, y teníamos que hacer algo para poder hacer deporte, porque no había nada, por eso se creó este Club”.
Actividad deportiva que ha supuesto un fuerte espaldarazo “no sólo a nivel deportivo, sino a nivel rehabilitador”, cuenta Sendarrubias satisfecho del tiempo que dedica a este deporte y de los resultados que están obteniendo, “hemos mejorado mucho a nivel físico, nos ha venido muy bien y nos ha motivado mucho”.
Se trata de un Club pequeño, modesto y humilde a nivel nacional si se compara con otros que ya llevan mucho más tiempo en la cancha, pero este hecho no les hace sentirse menos que los otros clubes. En este tipo de deporte en silla de ruedas no es fácil encontrar jugadores jóvenes, porque el hecho de contar con una discapacidad física hace que se muestren reacios a que el público les vea practicar este tipo de deporte, subrayaba Ángel Pablo Sendarrubias. Por este motivo la media de edad en este Club de Baloncesto en Silla de Ruedas supera la treintena, muchos de ellos tienen ya 55 años, otros 40 y sólo Cristina, una de sus jugadoras, logra bajar esa media con 21 años.
Comprometidos al máximo con su competición deportiva asisten dos días en semana, martes y viernes, al pabellón Santiago Cañizares, para realizar sus entrenamientos y realizar su preparación física para poder rendir en la cancha y dar lo mejor de sí mismos como grandes deportistas que son.
Cristina, la más joven
Es la más joven del equipo, con 21 años, y además la única mujer que forma parte del mismo. Cristina Caldera padece una lesión medular a consecuencia de un cáncer de médula y asegura que pertenecer a este equipo le ha dado una gran independencia, algo que valora muy positivamente, “ha sido un cambio bastante grande”, pero un cambio en positivo para seguir adelante. Afincada en Madrid viaja a sus entrenamientos en el AVE Madrid-Puertollano y de igual manera hace cuando disputan algún partido en otra ciudad, “viajo hasta Puertollano y desde allí me incorporo en el autobús con los compañeros”.
Esta joven afirma con contundencia que “el deporte me aporta todo” y tras finalizar sus estudios de gestión administrativa está buscando trabajo, un trabajo que espera poder compaginar con este deporte, “no lo quiero dejar, no quiero irme del Club”.
“Al principio cuesta”, dice Cristina pero invita y anima a otros jóvenes a seguir este camino y poder realizar una práctica deportiva, “tenemos una relación muy buena todo el equipo” y esto también hace que esa mucho más fácil la pertenencia a este Club.
Financiación
La financiación desde las administraciones públicas hacen posible que este Club siga adelante, las ayudas de los organismos públicos, principalmente desde la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que realiza una aportación de 15.000 euros para que puedan realizar esta actividad deportiva, una ayuda que hace unos años no recibían al no ser considerado como un club deportivo. La subvención que a través de la Diputación provincial de Ciudad Real y la ayuda que le aporta el Ayuntamiento de Puertollano complementa esta cuantía para poder realizar los desplazamientos a las distintas provincias en los que tienen que disputar sus partidos.
Precisamente como contraprestación a esa ayuda municipal que reciben desde el consistorio puertollanense el BSR Amiab se desplaza hasta los centros escolares de la localidad para concienciar a los alumnos sobre las discapacidades que padecen algunas personas y su trato de igual a igual, hablar de la importancia de la prevención en los accidentes de tráfico que pueden provocar estas discapacidades y que estos niños y jóvenes vean y sientan cómo es jugar al baloncesto desde una silla de ruedas, pero sobre todo que se le pasen bien y se diviertan participando en estas jornadas, la mejor de manera de sensibilizar. “Todos somos iguales, las personas no nos medimos por el físico”, apostillaba Ángel Pablo Sendarrubias.
Un soplo de aire fresco
Aseguran desde este equipo mixto –al haber pocos deportistas para la práctica del mismo se permite que haya hombres y mujeres en el mismo Club- que pertenecer y practicar este deporte es “como una ventana de aire fresco, para muchos ha sido una vía de escape”, una experiencia que sólo se puede presentar en positivo porque a muchos de estos jugadores su rutina como deportistas les ha vuelto a dar la vida, una vida plena que ahora sin el deporte no entenderían, con muchas más puertas abiertas, mayores relaciones sociales para estos deportistas. Deportistas con mucha más ilusión, ganas, tesón, fuerza y esfuerzo que resultan un ejemplo a seguir.