El 30 de abril de 2020 cambió la vida de Xavi Martínez Gómez-Pimpollo. Hace tres años en plena pandemia, todavía con el confinamiento en los hogares, se encontraba haciendo un reparto de su empresa de materiales de construcción cuando su torillo se quedó sin frenos en una bajada. La maquinaria volcó con él y cayó encima de su pie izquierdo, que quedó destrozado.
A partir de ese día todo giró en la vida de este barcelonés afincado en La Solana desde hace diez años, de donde es su madre (como su segundo apellido delata) y a donde acudía los veranos. Durante 28 días estuvo al principio ingresado, sin pulso en el pie y con los médicos estudiando la necesidad o no de amputarlo. “Yo no sabía nada de una posible amputación, me lo tenían escondido y creía que había sido algo grave, pero que iba a poder volver a hacer vida normal. Luego me dijeron que el pie estaba salvado, pero que habían pensado en amputarlo y fue cuando me di cuenta de todo. Se me cayó el mundo encima”, cuenta.

Cuando recibió el alta, llegó a casa y empezó a hacerse la idea de lo que le esperaba: una silla de ruedas y luego unas muletas que cree que tendrá que llevar siempre en su vida, aunque no las tenga que utilizar al 100% a lo largo del día. Un año y medio estuvo con un fijador externo en el pie, en el que sigue sufriendo muchos dolores y una hipersensibilización. No es que no sienta el pie, sino todo lo contrario, tiene más sensibilidad de lo normal. “Si descalzo piso las juntas de los azulejos del suelo, me duele mucho”.
Once operaciones en su pie lleva Xavi Martínez y está ahora a punto de pasar de nuevo por el quirófano. De momento, no descarta la amputación, “pero eso será lo último”, dice con confianza en que pueda mejorar y frenar los grandes dolores que sufre.
Son dolores físicos, pero también asegura que ha sufrido y sigue todavía con ‘dolores mentales’. De hecho, continúa con tratamiento psicológico. “Es complicado. A raíz de esto sigo a mucha gente así y admiro a los que le echan un par y no necesitan ayuda. Yo sentí que la necesitaba, porque me deprimí mucho. Ahí sigo y me viene muy bien”.
Una ayuda necesaria que, por supuesto, encontró en su familia. Ese día que ocurrió el suceso su mujer Ana estaba embarazada de su primer hijo, Xavi como él, y pudo acudir al parto en silla de ruedas tras darle de alta. Luego nació el pequeño Miguel, que ahora tiene siete meses.

Reconoce que son su motor, “aunque con la pierna así me quita mucho de poder hacer cosas con ellos, y eso fastidia. Pero también he hecho otras muchas. Por ejemplo, mi primer hijo lo disfruté mucho porque estaba siempre en casa”, a la vez que agradece a su mujer el apoyo y la ayuda, “porque, como digo, se encontró con un bebé de tres kilos y medio y con otro de ochenta kilos. Me tenía que ayudar al baño, a ducharme, a todo…”.
En ese apoyo psicológico también ha colaborado el deporte. Y eso que Xavi Martínez pensaba que había llegado a su fin su trayectoria deportiva en el mundo del fútbol, la modalidad que practicó desde pequeño. El lateral comenzó jugando en varios equipos de la zona de Barcelona, como el CF Bellavista, el EC Granollers o L’ Ametlla CF, con una incursión también en el fútbol sala, jugando en el Sant Cugat. A finales de la temporada 2014-15, ya afincado en La Solana, fichó por el equipo solanero, en donde renovó para la siguiente y con el que jugaría de nuevo tras pasar por el Manzanares, consiguiendo el ascenso a Tercera División con los amarillos. Finalmente, pasó al Membrilla, en donde se encontraba cuando sucedió el accidente.
El fútbol para amputados, por sorpresa
Tras él y con el pie destrozado, la caprichosidad del destino le llevó a conocer el fútbol para amputados, algo de lo que asegura nunca había oído hablar. “Fue en la plaza de mi pueblo de Barcelona cuando un chico me preguntó si jugaba al fútbol. Yo estaba con el fijador, hecho polvo, con la muleta y pensé que era una broma. Pero me dijo que él llegaba de jugar el Campeonato de Europa con España, que habían quedado subcampeones y que le habían dado el premio a mejor portero de Europa. Y vi que le faltaba medio brazo, pero me enseñó fotos y conocí entonces el fútbol para amputados”.
Ese chico le animó a probar, a comenzar a entrenarse allí en Barcelona cuando acudía. Y a convertirse en un jugador de fútbol para amputados, siendo internacional con la selección española y practicando una modalidad que le ayuda también a olvidar su pie.
“Fuera del fútbol, la verdad es que estoy un poco fastidiado. Pero en el momento en el que estoy jugando ahí sí que estoy bien, me encuentro bien. No es lo que querría, porque lo que me gustaría es estar jugando a fútbol normal. Pero ahora es lo más parecido al deporte de mi vida”, señala Xavi.
A la vez, en este deporte y en su equipo reconoce que “me ayudan mucho, todos han pasado situaciones difíciles, incluso peores que las mías, porque muchos son de accidentes, pero muchos otros son de enfermedades importantes”. Pone, algún ejemplo de un compañero nuevo sudamericano, “en donde no tienen médicos como aquí. Simplemente se rompió el fémur y de hacerle un torniquete demasiado fuerte le tuvieron que imputar la pierna al formarse un coágulo”.

“Yo por lo menos tengo dos extremidades. Siempre ellos me dicen que, tal y como estoy, ellos se amputarían, porque ya no tienen ningún tipo de dolor. Me ven con tantos dolores y tanta medicación que me dicen eso, que se me quitarían todos si me amputo el pie. Pero es complicado tomar esa decisión, para mí sería lo último”, reitera.
Xavi fue mejorando “con mucha práctica”. De casi no saber ni andar con muletas, con el entrenamiento pasó a manejarlas a la perfección, algo imprescindible en este deporte. No aguantaba corriendo con ellas ni cinco minutos y ahora llega a los 45. Al principio chutaba un penalti como si fuera un niño de tres años que ni llegaba y ahora llega a portería desde el medio campo. Correr y entrenar mucho aquí en la provincia con el equipo de Membrilla, con el que se ejercita en el calentamiento o en algunos ejercicios grupales, incluso calentando a los porteros, son los deberes que lleva a cabo y que le han hecho ser uno de los mejores jugadores nacionales en un deporte en el que recuerda que “el hecho de yo tener las dos extremidades inferiores, con mi pie izquierdo aunque es el malo, no me permite tocar el suelo en ningún momento, si no sería falta. Para los que no tienen, que no pueden descansar con dos piernas, sería tener yo ventaja”.
Comenzó jugando y compitiendo en un equipo de Cataluña, pero se disolvió. Fue entonces cuando su entrenador le comentó la posibilidad de fichar por el Flamencos Amputados Sur, un conjunto con jugadores de la zona de Andalucía al que se incorporó para disputar el Campeonato de España. “Ese entrenador me hizo un regalo, porque en Flamencos somos una grandísima familia. No hay ningún mal rollo, todos sumamos y todos aportamos”.

Un equipo en el que, por encima de ganar, está un objetivo más importante para todos sus integrantes y que explica a la perfección Xavi Martínez: “Queremos darnos a conocer y dar a conocer este deporte. Que lo puedan probar aquellas personas a los que le pasó lo que a mí. Y si no es este deporte, que puedan practicar otro, pero que no se queden en casa comiéndose la cabeza”.
Con el Flamencos ya ha podido disputar un torneo en Bélgica y recientemente jugó la primera jornada del Campeonato de España, una concentración entre los tres equipos que participan y que se celebró en Sant Vicenç dels Horts (Barcelona). Allí, y con una fusión de su equipo en dos para que hubiera los tres conjuntos exigidos, vencieron un partido al Zona Centro FS (9-3) y perdieron ante el Uesvh Futone formado por jugadores del País Vasco y Cataluña (4-3), rival que logró los seis puntos, por tres del conjunto de un Xavi Martínez que espera que en la segunda y última jornada, el 20 de mayo en Antequera (Málaga), los suyos puedan remontar para lograr el título nacional y clasificarse para la Champions europea.
Llamada de la selección española
Si ya disfruta con el Flamencos, a Xavi le llegó un regalo más en este deporte cuando sólo llevaba siete meses practicándolo. En el verano del año pasado recibió la llamada de la selección española para preparar en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat el Campeonato del Mundo de Turquía del mes de octubre.
El seleccionador contaba con él para esta cita, pero los trámites administrativos necesarios al tener las dos extremidades no llegaron a tiempo, por lo que, en principio, perdió esa gran oportunidad mundialista. Sin embargo, cosas de nuevo del destino, justo en los días previos un compañero suyo, además del Flamencos, renunció a participar por paternidad. Su puesto lo pudo coger Xavi Martínez, pese a que también acababa de ser 18 días antes padre de su segundo hijo, Miguel. “El vuelo estaba pagado para mi compañero, simplemente fue cambiar el nombre del billete y a Turquía que me fui”.

Allí, deportivamente, no salió muy bien el campeonato, con España eliminada en la fase de grupos sin marcar ningún gol, “pero individualmente jugué contra los mejores del mundo. Y jugué muchísimos minutos cuando pensaba que iba a chupar banquillo. Fue un salto importante para mí, de entrenar siempre solo, ahí fue un gran entrenamiento para mí”, confiesa.
Hace un mes repitió con la selección española en un amistoso en Francia ante el conjunto galo, en donde, además, se estrenó como goleador en un duelo preparatorio para el Torneo de las Naciones de este verano. En él espera seguir defendiendo a España un Xavi Martínez que, en poco tiempo, se ha convertido en uno de los mejores jugadores nacionales del fútbol para amputados. Aun así, no tiene grandes focos. Muchos, incluso, ni conocen esta modalidad. Pero para él y para los que juegan, con problemas obvios para hacer una vida normal, es un gran apoyo para mejorar las suyas.