La comercialización de cereales, semillas, fitosanitarios y un servicio de transporte concentran la actividad de Cerfasol, una empresa ubicada en la pedanía alcazareña de Cinco Casas dedicada a cubrir las necesidades profesionales de un sector clave en la comarca manchega: el campo.
El grupo familiar ya ha incorporado a la tercera generación para seguir mejorando sus actividades y posibilitar una comunicación más cercana con sus clientes, la mayoría productores agrícolas.
Así lo dice Antonio Solís, el joven ingeniero técnico agrícola de 27 años, que trabaja de lleno en el grupo familiar que impulsó su abuelo y que desde el año 2000, cuando empezó la andadura actual del proyecto, ha ido firmando una tendencia de consolidación, “con crecimientos año tras año”.
El pasado año 2020 cerró con una facturación de 16 millones de euros (en 2020) y cuentan con una plantilla de más de una treintena de personas en el conjunto de sus divisiones.
A compañía abarcan, según el joven empresario, distintas líneas, que van de la producción propia de cereal, guisante verde y adormidera, melón y sandía (que llevan a las instalaciones de la empresa comercializadora Cinco Fresh), a la comercialización de grano de los cultivos herbáceos y la venta de semillas (de cereales y hortícolas), y plantas de leñosos -almendros, pistachos y olivar-.
Compraventa de cereales
Una de las líneas más asentadas de la empresa alcazareña es el comercio al por mayor de cereales (sobre todo cebada, y también maíz y trigo), simientes y alimentos para animales. El volumen medio anual que mueven es de alrededor 30 millones de kilos de grano, que almacenan en grandes montones en una nave y van liberando, en función de la demanda, entre fábricas de pienso o cooperativas ganaderas de provincias como Toledo o Jaén.
La gran mayoría del cereal de Cerfasol, señala Solís, está asignado al sector pecuario, y sólo una pequeña parte de cebada de malta se destina a alimentación.
La producción es propia y, a tenor de las nuevas recomendaciones de la Política Agraria Común (PAC), también han introducido cultivos de leguminosas, además de guisantes y triticales.
Este año, la campaña ha comenzado con precios rentables en las operaciones, un escenario que, en opinión del joven ingeniero agrícola, se debería trasladar a todos los agentes de la cadena, particularmente a los ganaderos y a los productos que venden.
Las subidas son continuadas y según el índice de precios medios nacionales del Ministerio de Agricultura. Pesca y Alimentación (MAPA) la tonelada de cebada para pienso se comercializó a 205,79 euros entre el 26 de julio y el 1 de agosto, 1,29 euros más sobre el valor recogido la semana anterior.
Asesoramiento técnico
Pero el asesoramiento técnico es la principal ocupación de Solís, que cada día en el campo ofrece a los productores pautas y recomendaciones sobre el tratamiento de herbicidas y abonos que han de utilizar “para que los cultivos sean más eficientes”.
El joven agrónomo atiende las necesidades de explotaciones de ajo, cebolla, melón, sandía, calabaza, pistachos, almendros, viña u olivo en pleno corazón de La Mancha para que sus titulares produzcan de la manera más sostenible y, además, rentabilicen el gasto en inputs.
Las enfermedades más habituales en los cultivos de Castilla-La Mancha son el pulgón, la araña roja, el oídio, o el mildiu, apenas editadas este año, mientras que la ha habido más presencia, según dice, de polilla del racimo en viña.
Son plagas que Solís aconseja tratar con una línea de fitosanitarios y abonos líquidos que el mismo representa, y que, tal y como señala, son eficientes para la nutrición y sanidad vegetal de las explotaciones.
El especialista recorre varias provincias del vértice manchego para asesorar a sus clientes sobre el tipo de fertilización y nutrientes que precisan sus cultivos dentro de una gestión integral del cultivo, que está teniendo “buenos resultados”.
Solís cree que son fundamentales el contacto cercano con los productores, y las visitas a pie de campo en cada momento que soliciten sus servicios.
La fertirrigación es una de las técnicas más aconsejadas por el ingeniero ciudarrealeño, y consiste en la aplicación a los cultivos de abonos disueltos en el agua de riego. “Dan muy buenos resultados”, defiende antes de explicar que cotejan en sus propias fincas los abonos creados por las enseñas AgroKazan y MycOrgan para “aprovechar más los nutrientes aportados”.
En conjunto, el objetivo es mejorar el aprovechamiento del nutriente, que transmite menos salinidad a los suelos, y que contribuye a “hacer más eficientes el uso de los recursos hídricos respetando el medio ambiente”. En este sentido, Solís explica que trabajan de la mano de una empresa de control de agua (Zulú Control) , con sondas de humedad que monitorizan desde cualquier dispositivo móvil para saber “cómo estamos de agua en el suelo y su disponibilidad”.
16 Respecto al uso de los recursos para riego, un tema delicado en un territorio con déficits de aportes naturales, Solís apuesta por sistemas que rentabilicen las producciones. “Lo bueno es poder aumentar la productividad con los mismos metros cúbicos”, con el fin de “no gastar más para producir más, sino que con la misma cantidad de agua pueda aumentarse la productividad”.
También ayudan, agrega el ingeniero, las nuevas variedades de plantas o semillas “genéticamente más resistentes”.
Solís es consciente de que el futuro se encuentra en la tecnología y en la investigación para poder desarrollar una agricultura rentable para todos los eslabones de la cadena alimentaria.