El periodo de siega en la provincia de Ciudad Real llega a su fin. La de este año ha sido una buena campaña de cereal. De hecho, se estima que en Castilla-La Mancha la cosecha triplique a la de 2023, una cifra que también podría extrapolarse a la provincia de Ciudad Real donde se espera una cosecha bastante mejor que la del año pasado, siendo de “muy buena” calidad.
Con la salida del sol son muchos los agricultores de la provincia que durante estos días se han subido en sus cosechadoras para afrontar una dura pero fructífera, en la mayoría de los casos, campaña de cereal. Y es que desde finales de mayo el sol que ilumina el paisaje del campo manchego se ha visto acompañado em perfecta armonía por numerosas cosechadoras y tractores.

Un claro ejemplo es el de José María Gracia Gracia, agricultor manchego de Pozuelo de Calatrava que a sus 65 años sigue amando su profesión como lo hacía el primer día. Confiesa que en el oficio lleva desde que tenía 14 años. Y todo ello “sin faltar ni un año” a su cita con la cosecha.
Con el fin de conocer mejor como es su trabajo en un día de siega, Lanza se ha desplazado hasta la Finca La Puebla, situada dentro del término municipal de Ciudad Real, para acompañar a este agricultor y a su sobrino durante la cosecha de uno de los cereales más característicos de la provincia como es el trigo.
Transportados dentro de un todo terreno, debido a lo abrupto del terreno, y cuando el sol comienza a despuntar en el cielo manchego, con el mercurio marcando cerca de los 28ºC, se llega hasta el lugar donde espera, amigable y contento, José María, quien aparece acompañado por su sobrino, que también se dedica a trabajar en el campo.
Ese día José María ha comenzado la jornada de siega sobre las 07,20 horas. Le espera un largo día para empezar a cosechar el trigo que hay en una parcela de unas 25 hectáreas, dentro de la finca La Puebla.

Habitualmente la jornada laboral de José María comienza temprano. Y es que a eso de las 05,30 o las 06,00 horas ya está en pie para comenzar a trabajar en la limpieza de la cosechadora, una labor que, junto con el engrasado, resultan fundamentales para el perfecto funcionamiento de la máquina.
Comenta que dentro de lo que suele denominarse como una jornada normal pueden estar cosechando entre 15 o 16 horas al día, hasta abarcar, los días de mayor rendimiento, las 35 o 40 hectáreas cosechadas. Pero en la parcela de la finca La Puebla, al tratarse de una zona catalogada como Zona Especial de Protección para las Aves (ZEPA), José María explica que únicamente pueden cosechar de sol a sol, pues no está permitido hacerlo por la noche.
Echando la vista atrás y comparando esta campaña del cereal con la del año pasado, José María señala que en la siega les ha ido “muy bien”. En este sentido aclara que al haber una mayor cantidad de cereal “la cosechadora funciona y hace su cometido mucho mejor”.
Además de trabajar en terrenos arrendados, también dispone de terrenos propios donde desarrollar su labor. De hecho, este año ha cosechado por diferentes zonas de la provincia de Ciudad Real, como por ejemplo dentro del término municipal de Pozuelo de Calatrava.
Al llevar más de 50 años ligado al campo, ha visto toda la evolución que han experimentado las máquinas que se dedican a la siega. A este respecto explica que en la actualidad las cosechadoras están mucho más preparadas de lo que lo estaban antiguamente, además de encontrarse totalmente mecanizadas, lo que en cierto sentido facilita mucho más la labor que realiza.
Atrás quedan aquellos años cuando por la zona de Pozuelo no existían máquinas de cosechar y, las que realizaban esa labor, llevaban una especie de sacos donde se recepcionaba el cereal. También ha pasado bastante tiempo desde que las máquinas de cosechar no disponían de cabina. En este sentido, José María apunta que las cabinas han supuesto todo un avance, al aclarar que ahora, al llevar las cosechadoras cabinas incorporadas “vamos más limpios y no tragamos polvo, como pasaba antes”.
Medidas de la PAC
Respecto a las medidas contempladas en la nueva Política Agrícola Común, este agricultor manchego se queja de la carga burocrática y de los trámites administrativos que tienen que cumplir. También critica el hecho de que con motivo de los eco regímenes tienen que dedicar una determinada cantidad de terreno para cultivar productos que no necesitan o que simplemente no les resultan rentables.

Preguntado sobre el dicho que habla sobre lo duro y sacrificado que es el campo, José María explica que “es cierto aquello de que el campo es muy duro. Por ello, te tiene que gustar, porque en caso contrario es complicado aguantar tanto tiempo”.
Relevo generacional en el campo
También aborda el problema que ha surgido en la agricultura en torno al relevo generacional, una circunstancia que, aunque reconoce que está ahí, no suele ser su caso pues José María representa la segunda generación de agricultores que se dedican a la cosecha de cereal. En concreto su padre José Gracia Muñoz ya comenzó con este oficio años atrás, mientras que en la actualidad su sobrino Manuel Gracia Quesada también ha decidido continuar con la saga familiar, hasta el punto de que se encuentra firmemente decidido a coger, dentro de unos años, el relevo de su tío.
Tomándole el testigo de la palabra, Manuel Gracia Quesada confiesa a sus 20 años que lleva mucho tiempo ayudando a su tío con el tractor, aunque trabajando en la siega, específicamente hablando, lo lleva realizando desde hace unos dos o tres años.
Comenta que una vez que terminó sus estudios decidió elegir el campo, porque “es lo que me gusta y lo que prácticamente he mamado desde pequeño”.
Desde su punto de vista el sector agrícola “no es complicado”, si bien reitera que “tiene que gustarte, pues es un mundo muy sacrificado, donde hay mucho trabajo y al que hay que dedicarle muchas horas”.
Por todo ello se muestra contento de pertenecer a la tercer generación de la familia Gracia que se dedica al campo, a la vez que destaca el gran avance que han supuesto las nuevas tecnologías, indicando que el GPS y los ordenadores a bordo que incluyen las cosechadoras “te quitan mucho trabajo, porque ya no tenemos que conducir las máquinas como se hacía antes, pues una vez que coges la besana, la máquina va sola hasta que llegas al extremo marcado en el que tienes que dar la vuelta”.

Estas son las razones que unen a la familia Gracia y que va más allá de sus lazos de sangre: su pasión por el campo y por la cosecha del cereal.
Se trata de tres generaciones que se han forjado entre trigales y terrenos de cebada, dentro de una historia de superación y de crecimiento ligada al noble y antiquísimo oficio del campo, y que se ha ido escribiendo a base de mucho esfuerzo, sacrificio y de algún que otro sinsabor.
Así es la saga Gracia, una familia en la que el oficio de la siega se ha transmitido generación tras generación, siendo una parte muy importante de sus vidas y consiguiendo hacer de la cosecha de cereal toda una forma de vivir.
