La Cooperativa Nuestra Señora del Rosario de Alcubillas se suma a las celebraciones por el Día Internacional de la Mujer con una conferencia sobre ‘Mujer y vino’, que impartirá la nueva enóloga de la bodega, Teresa Campillo. El evento es una novedad en el contexto de esta cooperativa, con más de 70 años de antigüedad, y de una localidad, de poco más de 500 habitantes, que en la tarde de este 8 de marzo va a ver como su Cámara Agraria se abarrota de personas interesadas en conocer el papel de la mujer en un sector tradicionalmente masculino como el vitivinícola.
Dar visibilidad, romper estereotipos y normalizar la presencia femenina en el mundo del vino es uno de los objetivos que Teresa Campillo se ha propuesto conseguir desde su nueva responsabilidad. “Porque siempre ha sido un mundo liderado por hombres, pero esto poco a poco va cambiando”, asegura. Exponer este cambio, esta nueva realidad, en la que la mujer empieza a acceder a puestos altos dentro del sector, y empoderarla, es la idea que hay detrás de la conferencia que ha preparado para este 8 de marzo. Campillo quiere contribuir a la normalización de la presencia femenina en la industria vitivinícola, ya que, sentencia, “no porque yo sea mujer voy a hace peor vino”. También quiere tratar de quitar etiquetas y estigmas que se asocian a la mujer y el vino. Como, por ejemplo, “que el vino blanco más suave, el vino flojito, es más para mujeres; porque, realmente, en el mundo del vino no hay nada exclusivo para las mujeres, todo vale”, asegura.
“Aquí también se hace un buen vino”
Y no debe ser la única que lo cree, puesto que cuando anunciaron la celebración de la conferencia “Mujer y vino”, hace cosa de un mes, en el primer día cubrieron los dos tercios del aforo con el que cuentan en la Cámara Agraria. Con esta y otras iniciativas en mente (ha presentado un proyecto para crear una nueva marca y etiqueta para los vinos de la cooperativa), Teresa Campillo está empeñada en impulsar la cultura del vino en el entorno de Alcubillas, en fomentar el enoturismo y el turismo rural en la localidad. Quiere que “la gente venga y conozca el pueblo” y que “vean que aquí también se hace un buen vino”.
En este sentido, reivindica el papel de las pequeñas cooperativas de la provincia, que “quedan un poco en el olvido”, porque “estamos acostumbrados a que cuando se habla de cooperativas resuenen en la cabeza las grandes, ya sea Yuntero de Manzanares, El Progreso de Villarrubia o Las Viñas de Tomelloso”, reconoce.
“Unos vinazos espectaculares”
Por eso la cooperativa va a aprovechar el acto organizado para este Día de la Mujer para presentar también los vinos de la nueva campaña. La primera producción en la que Campillo ha dejado su impronta y en la que afirma “ha pasado algo mágico”, porque “se ha juntado la mano experta y sabia del enólogo (saliente) Fernando Mejía, y la mía, con aires más modernos, más nuevos”, comenta. De esta confluencia, que no ha estado exenta de sus más y sus menos, “porque él quería una cosa y yo iba buscando otra”, al final, asegura, “ha pasado algo muy bonito y hemos hecho unos vinazos espectaculares”.

Primera mujer, al frente
En la larga historia de Nuestra Señora del Rosario, esta es la primera vez que una mujer se sitúa al frente de la producción y elaboración de sus vinos. Desde este mismo mes de marzo, Campillo se ha convertido en la enóloga titular y máxima responsable de la cooperativa, sustituyendo en el cargo a Fernando Mejía, recientemente jubilado. Desde la cooperativa se subraya que la confianza depositada en Campillo es un paso más en su plan de igualdad. Las mujeres son el 50% de su plantilla y están representadas con dos de los siete miembros de la Junta Rectora.
La nueva enóloga de 33 años, natural de San Carlos del Valle, llegó a Nuestra Señora del Rosario el pasado mes de agosto, procedente nada menos que de Virgen de las Viñas de Tomelloso, la cooperativa vinícola más grande del mundo. Allí ha acumulado años de experiencia que ahora tiene la oportunidad de desarrollar en una bodega mucho más modesta, pero que desempeña un papel clave en Alcubillas, con una gran parte del pueblo, más de 170 inscritos, como socios.
Campillo se siente satisfecha de que, por primera vez, se le haya brindado la posibilidad de poder elaborar ella misma, de “estar al cargo y al frente” de todo el proceso del vino y de “acceder a un puesto más alto dentro del sector vitivinícola de la zona”. Aunque reconoce que no ha sido fácil. Formada en la primera promoción del grado superior de enología de Valdepeñas, del que fue una de las tres únicas mujeres que lo cursaron, en su momento (“a día de hoy eso ha cambiado y las aulas están ya al 50%, incluso hay más mujeres que hombres que se quieren dedicar a este sector”), recuerda que cuando empezó 10 años atrás el acceso de la mujer estaba muy limitado y restringido, casi exclusivamente, al laboratorio, como auxiliar y técnico. Ahora, señala, “esto ha ido avanzando y se ha empezado a dejar que la mujer dé también su opinión”. El cambio, según Campillo, ha sido “notable”, especialmente en los departamentos de comercialización. Un decenio atrás cuenta que todo eran hombres, pero ahora “la mujer se ha situado en primera línea de este puesto”, porque “se dice que las mujeres son las mejores catadoras del mundo, porque tienen una nariz más sofisticada, más aguda y son más exigentes”.

Una forma de ver el mundo diferente
La enóloga considera que, en la actualidad, el sector vitivinícola “empieza a asumir como algo normal y lógico” la presencia de la mujer, y esta comienza a tener “voz y voto”. Considera que “por suerte”, ahora ya en el sector no se fijan tanto “en la mano que elabora el vino” y eso demuestra, en su opinión, “que nuestra sociedad cambia”.
No obstante, y a pesar de los avances, aún quedan retos importantes por alcanzar. La conciliación es, sin duda, el más desafiante. “El papel de la mujer en la crianza sigue siendo fundamental”, apunta Campillo. Y este es un tema que, dentro del sector vitivinícola, aún genera una brecha difícil de salvar. Porque, mientras asegura que la salarial no supone tanto problema, al existir los convenios colectivos, el de la maternidad sí resulta un hándicap definitivo. “Cuando la mujer alcanza un puesto de responsabilidad, si quiere ser madre se enfrenta a una situación de reducciones de jornada, quitarse responsabilidad, rebajar el prestigio de su puesto. Llevas años de carrera y tienes que bajar. Tener un hijo, -asegura-, es como volver a empezar. Si ya tenías tres escalones subidos en la escalera, vuelves abajo, por el hecho de ser mujer. Esto lo he tenido que vivir en mis carnes, no hace tanto”.
Con todo, Teresa Campillo está convencida que la presencia de las mujeres en el sector va a crecer. Una vez que ya “se han abierto camino, va a seguir habiendo más y no sólo en puestos de oficina, vamos a ver más mujeres a pie de campo, bodegueras, comerciales…”. Por eso, a las que quieren incorporarse al mundo del vino les recomienda no tener miedo, “que se atrevan con todo”, porque “lo que se consideraba un mundo de hombres ya ha desaparecido”.
