Nemesio de Lara / Presidente de la Diputación
No sé si sabes que es Navidad.
No lo sabes,
no sabes.
Si acaso, esperas saber que otros te saben
(pobre ángel ingenuo).
Pero es Navidad en algún lugar,
(casi todos los lugares son un solo lugar para tus sueños).
Aquí comemos,
compramos,
consumimos,
confraternizamos,
convidamos.
Mas, ante todo,
reímos,
(éste es tiempo de abrazos),
y a la juerga
la llamamos alegría,
y a la satisfacción de estar vivos y lustrosos
nostalgia de los que se fueron.
Nuestro dios se acerca a nosotros más que nunca
porque es su nacimiento
(lo de la Navidad es eso)
lo que celebramos.
Llegó al mundo,
cuentan,
como miserable entre miserables,
(tú entiendes lo que digo mejor que nadie),
y lo asesinamos
por criminal
y subversivo.
Pero esa es otra historia de la misma historia,
porque ahora se lleva lo de cantar,
y besar a quien no besas habitualmente,
y engullir significativamente,
y vomitar si es preciso.
Porque no disfrutar con el estómago
no es vivir el espíritu navideño.
Algunos potentados, porque es Navidad,
dan parte de lo que le han robado durante todo el año
a alguna familia pobre
que jamás ha sentido el privilegio
de vomitar por comer o beber excesivamente.
Eso también forma parte de la Navidad:
de lo que se trata es de quedar hermanado con tu conciencia
cuando la Navidad se acaba,
teniendo al “vigilante” Dios tan cerca.
Dentro de tres meses, vuelta a empezar con la glotonería
(maldita palabra que me avergüenza traducirte):
a desalar el bacalao,
a preparar las torrijas
y los huevos de pascua
para celebrar el homicidio del que nació hace dos mil once años.
Pero esa también es otra historia
de la historia
de todas las historias.
Cuando te estés muriendo de hambre, injustamente,
mi querido niño,
piensa que el paraíso
(con el que también soñamos nosotros )
debe ser algo parecido a la Navidad
(y a la Semana que llamamos Santa)
y seguro que mueres más tranquilo…