Innovar en cualquier sector económico es primordial para diferenciarse, y en el del vino lo es más. Las bodegas están continuamente buscando formas para destacar de entre multitud de referencias en los lineales de los supermercados o en las estanterías de los establecimientos hosteleros y de restauración. El nombre del vino y el etiquetado puede ser una buena baza a jugar.
Así cada vez se ven vinos con nombres más originales y con referencias de lo más variopintas. La Feria Nacional del Vino (Fenavin) es un buen escaparate donde ver alguno de estos ejemplos que seguro que no pasan desapercibidos a los consumidores. Dando una vuelta por la Galería del Vino o entre los estands de los pabellones es fácil tropezar con vinos con nombres como ‘Sin Blanca’, ‘Tocando el suelo’, ‘Diabluras del Tony’, ‘Paño de lagrimas’ o ‘La nave de los locos’.
Un camino que han seguido bodegas tan consolidadas como Félix Solís Avantis con líneas como ‘Mucho Más’ o ‘El Pillo’. Su director de marketing y comunicación, Gerardo Alonso ha explicado que cada día hay que diferenciarse más y uno de los retos que tienen como grupo es alcanzar a todos los consumidores y en especialmente a los mas jóvenes a los que igual «el acercamiento que tienen a los vinos es más desenfadado, más fresco». Consecuentemente, ha añadido tienen una línea de vinos «un poco más divertida. Son vinos más frescos, con menos madera, tiene un coupage diferentes, no están tan encorsetados».

Ha puesto como ejemplo a ‘Mucho Más’ que «es la excelencia del minimalismo y ha tenido un éxito increíble». Ha añadido que cuando pasas por un lineal o establecimiento de hostelería el nombre se retiene muy bien y la etiqueta llama la atención, «por lo que tenemos una combinación que ha funcionado muy bien. Además estamos diversificando por una amplia gama de vinos tintos y blanco espumoso».
Algo similar han buscado en Pagos del Rey en Toro con una nueva línea, ‘El Pillo’, vino con una historia escondida de esta ciudad protagonizada por un personaje con una anécdota muy curiosa vinculada a fuegos artificiales en la que «hemos trabajado una línea de nuevo un poquito más fresca, con menos alcohol, con la misma contundencia de Toro pero más fresco y con menos madera».
El nombre es, junto a la imagen, la carta de presentación de los vinos
«El nombre y la imagen es la carta de presentación de un vino, compramos, comemos, bebemos, lo hacemos todo por la vista, luego repetimos si vemos que la calidad, precio, experiencia es la que esperábamos. La primera siempre es el nombre», ha explicado Toni Arráez. CEO de Wine ‘N Roses Viticultores, una bodega valenciana que cuenta con varias líneas de productos con nombres bastante llamativas.
Una de ellas es alusiva a grandes himnos del rock con nombres como ‘Highway to hell’ o ‘Ligh my fire’, proyecto que viene de la unión de cinco amigos con larga experiencia en el sector que querían algo con una personalidad diferente y dar un poco de rock, ritmo y energía al mundo del vino porque echan en falta «ese puntito más gamberro».

El objetivo, que el consumidor pierda el miedo y vea el vino de una manera diferente porque para Arráez, quizás el vino se ha posicionado en «un nivel demasiado snob, demasiado técnico y encorsetado, lo que queríamos era romper un poco esa barrera que existe entre el consumidor y el producto y que vean que el vino puede ser algo divertido, mucho más cercano y fácil de ver y de entender. Disfrutar de lo que a veces los propios bodegueros, enólogos y sumilleres intentamos vender, mostrar o transmitir».
En esta línea está también este ‘Vivir sin dormir’ del proyecto Arráez, la empresa matriz. Este comenzó con ‘Mala Vida’ y continuó con ‘Vivir Sin Dormir’, ‘Vividor’, ‘Bala Perdida’, ‘Cava Sutra’ y ‘Canallas’. «Hacemos vinos para disfrutar de las cosas buenas de la vida, son vinos más globales, más fáciles de entender, de degustar y adaptados a las nuevas tendencias de consumo. La gastronomía ha cambiado, nuestras tendencias de consumo han cambiado y los vinos parece que nos estaba costando adaptarnos a los que realmente está pidiendo el mercado».

«Queremos que el nombre se corresponda con la historia de la elaboración»
‘Vuelta de Tuerca’ es otro de esos nombres que despiertan curiosidad y es una apuesta de Bodegas Arúspide de Valdepeñas, su gerente, Francisco Alcántara ha explicado que para ellos todos los nombres son muy importantes, «les damos muchas vueltas de tuerca hasta que lo elegimos porque queremos que realmente se corresponda con toda la historia que tiene esa elaboración. Es un poco el título del vino y mandar el mensaje de lo que hay detrás».
Algo que también ocurre con ‘Vuelta de Tuerca’ que comparte con la bodega la finalidad que «es el respeto, las tradiciones vinícolas y utilizar las técnicas más modernas de la enología, era como una vuelta de tuerca a los procesos de la elaboración de vinos utilizando la maceración carbónica».

«Lo de dentro tiene que corresponder a lo que se dice fuera»
«Si un nombre es original hace que se recuerde, que llame la atención» esto se complementa con la etiqueta pero además «lo de dentro tiene que responder a lo que se dice fuera», ha asegurado Pablo Cortés, dueño y enólogo de De Muerte, una bodega situada en Yecla (Murcia) que tiene una línea de vinos bajo esta denominación tan llamativa.
Un nombre que surge de la expresión de uno de sus amigos cuando probó por primera vez este vino que entonces no tenía ni nombre, ni etiqueta y a partir de aquí se desarrolló una línea con una estética relacionada con el Día de los Muertos de los países latinos.

«El nombre y en general todo lo visual no puede ser un marketing gratuito»
El nombre, y en general todo lo visual es muy importante para el consumidor porque es el primer contacto en opinión de Kiko Calvo, responsable de Bodegas Bigardo situada en la ciudad de Toro, pero este, ha añadido, no puede ser «un marketing gratuito» ya que considera que «en un mundo tan competitivo como el del vino, tan atomizado y con tanto intrusismo, los proyectos que son más de verdad, con más apego al terruño, a la tierra tienen que saber como potenciar este valor».
También con una línea muy llamativa en la que uno de ellos se llama ‘Maldito Parné, un homenaje a su abuela materna, de cuya viña procede este vino y a toda esa generación que pasó hambre en la posguerra, además ensalzar a la copla «que escondía mensajes bastantes reivindicativo y contraculturales que estamos empezando a valorar ahora».

‘Sin Malicia’ es uno de esos vinos que tanto su nombre como su etiqueta (una ilustración niña con aspecto inocente) hace que la gente se pare y pregunte por él. Así lo asegura Julián Calvo de Bodegas Valle de Monzón situada Quintana del Pidio una localidad cercana de Aranda del Duero. Un vino que surgió de una reunión familiar en la que estaban disfrutando de este vino del que dijeron que «no tenía malicia porque nos estaba sentando muy bien».